Mientras le administraban la inyección letal, el condenado Eric Scott Branch dejó a todos atónitos al gritar «¡asesinos!» a la vez que golpeaba la camilla en la que había sido puesto para ser ejecutado por la violación y asesinato de una estudiante en 1993.
Las drogas incluyen un poderoso sedante, pero el condenado, de 47 años, logró en un último esfuerzo, expresar su indignación. Minutos antes, había afirmado a los oficiales que la culpa recaía sobre el gobernador de Florida y el fiscal general, responsables de la condena a muerte, no sobre los trabajadores presentes.
«Que vengan aquí y lo hagan», dijo Branch. «Sé que sois buenas personas y esto no es lo que deberíais estar haciendo», afirmo a los trabajadores.
Branch fue declarado muerto a las 19.05 horas del jueves tras recibir la inyección en la prisión estatal de Florida.