Vale que era el día de los inocentes, pero este chaval no supo calcular los efectos negativos que tendría una broma a su jefe. Negativos para la salud y para el bromista, condenador tras ir a juicio por «intento de envenenamiento con Viagra».
Resulta que a Benjamin Chope no se le ocurrió otra cosa mejor que poner treinta pastillas de Viagra en una bandeja de pasteles que ofreció a sus compañeros. Hay que decir que ninguno avisó pese a sus sospechas cuando el jefe se zampó uno de los mayores dulces. Y claro, las consecuencias no tardaron en llegar.
El jefe se puso contento de cintura para abajo, pero se enfadó de cintura para arriba y denunció al joven Chope, que fue despedido y condenado a pagar una multa. No es para menos, ya que el afectado se pasó más de diez horas ingresado en un hospital con la entrepierna más feliz de lo normal.
