En algunos asuntos, este país no tiene remedio. La gente se olvida pronto de los malos momentos y con sus comportamientos -en ocasiones- hacen daño a sus congéneres. Hay que ver lo pronto que se han olvidado de las mascarillas. Pasamos de tenerlas puestas en todos lados, luego a reducirlas a hospitales, centros médicos y farmacias y ya por último nada de nada, cada uno a su arbitrio. No hay conciencia de protección sanitaria para no contagiar a la persona que está a tu lado y es habitual tener a un señor o señora que tose insistentemente con un catarro o gripe de aúpa en el interior de autobuses o tranvía, en las filas de correos y bancos, en las terrazas de bares, en interior de restaurantes, en hospitales y en centros médicos. Vamos, en todos lados, sin que se utilice la protección de una simple mascarilla para no contagiar, algo tan sencillo.
Toser y escupir, todo es una. Además, se ponen la mano en la boca y no el codo ni un pañuelo, con lo que cada cosa que toca, cada mano o beso que le da a alguien, lo está contagiando todo. La cadena se amplía y se agrava en los centros de asistencia primaria que no dan abasto por los picos altos de gripe común, gripe A o incluso coronavirus. ¿Tan difícil es seguir unas normas de protección para no contaminar a nadie? La mascarilla protege a todo aquel que está a su alrededor y al que la porta. ¿Y cómo se puede salir a la calle con esa tos y ese resfriado e ir al supermercado a comprar tranquilamente tosiendo encima de los productos que luego compramos los demás? Y si esa persona está detrás tuya, en la cola para pagar, o detrás del asiento del autobús donde tú viajas, te toserá cerca de tu cabeza para que absorbas bien los virus o bacterias.
Yo ya, cuando voy a todos esos lugares o viajo en bus o en el tranvía, me pongo mi mascarilla. Si me toca sentarme delante de una de estas personas irresponsables y hay sitio libre en otro lugar me cambio de asiento. Si estoy en cola le dejo pasar. Es una indecencia que no hayamos aprendido nada. ¡Con lo que pasamos con el coronavirus y el estado de alarma encerrados todos durante meses! Que pronto se olvidan algunos. Y sobre todo de no ser responsables de sus actos. Si estás enfermo, quédate en tu casa. Y si no tienes más remedio que salir, ponte una mascarilla por tu y nuestra seguridad.
El Boletín Oficial Extraordinario de la Junta de Andalucía de 9 de febrero de 2024 publicó la Orden de la consejera de Salud y Consumo, por la que se dejaba sin efecto la obligatoriedad del uso universal de mascarillas en centros sanitarios asistenciales y solo era recomendado su uso. La decisión de eliminar la obligatoriedad de la mascarilla, según se justificó desde la Consejería de Salud, fue después de conocer y analizar por parte de los expertos en materia de Salud Pública las tasas de Infecciones Respiratorias Agudas en la comunidad autónoma, que descendieron por tercera semana consecutiva a 360 casos por cada 100.000 habitantes. Yo creo que esa obligatoriedad habría que activarla otra vez.
Lo que sí hizo la Consejería de Salud y Consumo fue recomendar (no obligar) el uso de la mascarilla en centros sanitarios, transporte público o lugares con alta concentración de personas, como bibliotecas o centros comerciales, ya que los virus siguen en circulación. En este sentido, se incide en el uso de la mascarilla por parte de los colectivos vulnerables -mayores de 60, personas con patologías crónicas o embarazadas-, así como por parte de todos aquellos que presenten síntomas de virus respiratorios -tos, estornudos, fiebre-. Igualmente se aboga por continuar fomentando las medidas higiénicas y asegurar una adecuada ventilación de espacios interiores, y que se incremente las tasas de vacunación antigripal y frente al SARS-CoV-2 en la población con indicación vacunal, como los inmunodeprimidos.
Está claro que si no tenemos una normativa que nos obligue, será difícil que la propagación de enfermedades por personas irresponsables no suceda. A veces somos animales a los que hay que tratar como a una manada, porque no se entiende esa desprotección y esa manera de comportarse de mucha gente que sale de su casa enferma y contamina a otras. En esta época del año (otoño e invierno) la mascarilla debería ser obligatoria para acceder a centros médicos, farmacias, zonas de aglomeración de personas, supermercados y medios de transportes cerrados, amén de otros lugares. Y que piensen esas personas -que no usan mascarillas cuando deberían hacerlo-, que puede llegar a matar a otra persona con su contagio. Pues sí. A personas con niveles bajos de defensa como los enfermos de cáncer o los inmunodeprimidos (trasplantados de órganos). Piénsenlo. Y, por favor, use una mascarilla si está resfriado o piense que puede estarlo.