Sucedió en China, pero no se sabe cómo se inició el problema. Un señor acudió al médico aquejado de fuertes dolores de cabeza y picores, pero la sorpresa fue mayúscula cuando se descubrió el motivo.
El doctor le examinó los oídos y en principio no encontró nada extraño, pero insistió. Y en una segunda revisión más a fondo se topó con una araña. Una araña pequeña, sí, ¡pero una araña al fin y al cabo! Además, estaba viva y tejiendo una característica tela, por lo que cada vez ocupaba más espacio en el oído del paciente.
La intervención, sencilla, consistió en verter unas gotas en el oído del paciente mientras se intentaba limpiar la zona. Con el líquido encima, la araña dejó de resistirse y salió, tras lo que se procedió a retirar los restos de telaraña.
