El Jueves

Reflexión macarena

Sí, reflexión. Porque se me antoja que este universo en el que vivimos sería más humano si fuera universo de esperanza. Universo verde macareno, por mucho que la actualidad haya estado salpicada de puntos negros llamados sillas o dimisiones.

Llámenme localista. Díganme que no veo más allá de la montura de mis gafas. Táchenme de capillita. Encasíllenme de lo que quieran, que estoy dispuesto a asumirlo con deportividad y hasta con orgullo. Pero por más que esta columna haya querido entrar en el debate de la campaña y analizar, desde mi perspectiva, los mensajes que se han lanzado, porque ha habido para todo, o incluso analizar lo que será la enorme abstención (o decepción) que se espera, no puedo hacerlo si el día antes, en la jornada de la reflexión, la Esperanza va a pisar con su “gratia plena” las calles de la ciudad.

Reflexión. Quizás eso es lo que muchos vamos a hacer durante las más de ocho horas en el que el icono universal que mora junto a una muralla esté en la calle. Sí, reflexión. Porque se me antoja que este universo en el que vivimos sería más humano si fuera universo de esperanza. Universo verde macareno, por mucho que la actualidad haya estado salpicada de puntos negros llamados sillas o dimisiones. Eso, cuando suene el primer golpe del dragón, estará en un último e insignificante plano. Un manto verde y un techo grana lo cubrirán todo.

Sale la Macarena a plena luz del mediodía. La espera el ocaso del día -que no la conoce- a Ella que es la luz y la envolverá la noche, que no la madrugada.

Sale la Macarena a llenar la calle de Esperanza, que ahora y siempre es tan necesaria. Para deleite de Ojeda y Joselito, en las barandas del cielo. Para excusa de los demagogos que ya hablan de lo que vale todo esto. Ella es la Esperanza, incluso de los modernos trasnochados a los que rezar les da dolor de muelas.

Sale la Macarena como símbolo más universal de la ciudad que el NO8DO: vayan al extranjero y pregunten. Seguro que la reconocen más y mejor.

Sale la Macarena y todo podrá darse por bueno mientras que una persona, solo una, pueda abandonar por el breve espacio del momento de verla, las tribulaciones que le quitan el sueño.

Sale la Macarena a dejar que se aferren a la Esperanza, como el único sostén de supervivencia, algo a lo que todo ser humano tiene derecho. Rozar con los dedos la plata del moldurón de su paso con la firme convicción de que “Ésta sí que te va a curar” es una necesidad imperiosa (¿a que sí, Antonio García?). Iluminar tu entorno inmediato con cera verde es bueno y saludable para alma y cuerpo. Recrear tus oídos a los sones de “Coronación” es calma de aguas de la tormenta del día a día. Verla venir es un tsunami de ternura.

Sale la Macarena, sí, en jornada de reflexión.

¿Y usted quiere que le hable de elecciones?
 

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