El Jueves

El yayo Josemari

Verá usted, que esto que le digo lo hago de gratis y sin coste ninguno...

Verá usted, que esto que le digo lo hago de gratis y sin coste ninguno. Que ni le voy a pasar una factura ni tampoco voy a llamar a su secretaria a pedirle cita para verle y proponerle algún negociete o que me abra alguna puerta. Que no. Que se trata que hoy me he levantado con el pie derecho -no me malinterprete- y con ganas de tener ese momento de ser buena persona por mis propios medios, sin esperar la ocasión del día que siempre se te pone por delante para sentirse uno bien consigo mismo, sabiendo que ha hecho algo bueno por los demás.

Por eso termine usted de leerme, hombre, que esto va cargado de buena voluntad, de buenos deseos… Que de verdad es por su bien. No busque usted entre las líneas ningún mensaje oculto o indirecto porque no lo hay. Se lo aseguro.

Verá, su tiempo ya pasó. Usted lo hizo bien o mal, depende por donde se mire. Seguro que en su gestión hubo sombras y luces, como en toda obra humana. Seguro que recordará cosas que tuvo que hacer que no le gustaron, sobre todo en los cuatro primeros años, donde tenía las manos relativamente atadas por los socios catalanes. Pero no se desespere con estas cosas de las que se acuerda, porque también tuvo momentos buenos. Eso es la política, usted lo sabe mejor que yo porque vivía de eso.

El global de sus mandatos es cierto que acabó mal, cuando un par de días antes de las elecciones el calendario marcaba la fatídica fecha del 11 de marzo. Pero todo no fue eso. Si usted fue culpable de algo es un debate en el que no voy a entrar: tendríamos para mucho y no es el fin último de esta columna.
Usted hizo cosas bien hechas, sería absurdo negarlo. Con personas que ahora se ven implicadas en casos raros de corrupción. Con un Rodrigo Rato que le llega aquello que dijimos hasta el cuello. Con una alargada sombra llamada Gürtel salpicando a diestro y siniestro. Con tantas y tantas cosas como a otros dirigentes que son y fueron de estas tierras. Por todo ello, lo mejor que le puede pasar ahora es que siga viviendo de su vitalicia pensión de expresidente. Dedíquese a dar conferencias por esos mundos de Dios, ganando todo el dinero que le venga en gana, que aquí tenemos otras cosas más importantes por las que preocuparnos. Dedíquese a sentarse en cómodos sillones de los mejores consejos de administración, y siga engordando a su cuenta corriente. O dedíquese a ser el yayo Josemari de sus nietos, algo que también le dará muchas satisfacciones.

Pero deje a los que están ahora. No intente volver a primera línea porque su tiempo -malo o bueno- ya paso.

Ande hombre, aproveche el consejo. Se lo doy gratis.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN