El Jueves

Los niños de San Pelayo

Sé que estos días los que somos muy de cofradías andamos queriendo dejarlo todo cerrado, o medianamente dispuesto, para que la próxima semana sólo tengamos que acudir a lo urgente, laboralmente hablando...

Sé que estos días los que somos muy de cofradías andamos queriendo dejarlo todo cerrado, o medianamente dispuesto, para que la próxima semana sólo tengamos que acudir a lo urgente, laboralmente hablando. Quizás les parecerá que ésta es una actitud poco responsable, pero como pliego de descargo también les puedo decir que algunos no apagamos el ordenador ni desconectamos el teléfono en verano, época lógica de las vacaciones, porque las preferimos tomar en los días que las calles se llenan de pasos y nazarenos.

Si usted es de estos como yo que se toma la Semana Santa como “santa”, le recomiendo que apriete un poco más las horas que le quedan a estas previas y que se deje caer para ver una procesión que se le clavará directamente en el corazón. Déjese caer -hágame caso- mañana por la mañana, Viernes de Dolores, por Santa Clara, junto al Polígono de San Pablo y no se le olvidará mientras viva.

Los niños del Centro San Pelayo, un colegio de educación especial, organizan desde hace más de 20 años cada Viernes de Dolores, su tradicional salida procesional con motivo de la Semana Santa, por las calles aledañas al centro escolar. No están sujetos a ninguna disciplina más que la que ellos mismos se marcan, que es mucha porque se lo toman muy en serio. Es una Semana Santa auténtica porque la rodea un hálito de ilusión, alegría y sonrisas sinceras. Es su Semana Santa. ¿Hay algo más grande que esto?

Es, ni más ni menos, la ÚNICA ocasión que tienen estos niños de poder participar en una procesión, pues por sus circunstancias especiales nunca podrán ser nazarenos, costaleros y ni  ellas vestirse de mantilla. Y aquí sí lo hacen. Y lo hacen de verdad. Dedican levantás, cantan saetas, rezan y, en suma, disfrutan igual que usted y que yo. Y también recuerdan, con un lazo blanco en los varales del palio, a aquellos que ya forman en la cofradía del cielo.

Tres pasos forman esta procesión. Tres pasos que son tres sueños, tres ilusiones, tres suspiros, tres sonrisas, bajo la atenta mirada de Jesús Román, el director del Centro, y el muy soleano Enrique Olivares, que cuando te lo cuenta y te invita a ir ya te transmite la ilusión anticipada de lo que te vas a encontrar en una mañana tan especial para ellos como esta.

Vayan y vean con los ojos del corazón, que son con los que se ha de ver esta cofradía. Notarán que no hay mejor comienzo para la semana de emociones que nos queda por delante.
Porque en ellos, en esos niños, les aseguro que verán lo que todos buscamos por las calles: el verdadero rostro de Dios.

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