El Consejo

Publicado: 13/07/2016
Se ha vuelto a poner el reloj a cero en la calle San Gregorio. Allí, donde tanto se entiende de minutos, el contador comienza desde la noche del martes...
Se ha vuelto a poner el reloj a cero en la calle San Gregorio. Allí, donde tanto se entiende de minutos, el contador comienza desde la noche del pasado martes a recorrer un camino que tendrá una duración de cuatro años. 48 largos meses y algo así como 1.460 días. Un tiempo del que gran parte del mismo, un buen puñado de hombres y mujeres van a entregar de forma gratuita y en ocasiones anónima al servicio  de las hermandades y cofradías de la ciudad. Y sin recibir públicamente nada bueno a cambio, sino todo lo contrario: a poco que alguno se equivoque tomando alguna decisión (de las pocas que pueden tomar) o interpretando lo que le indiquen, serán pasto de la más virulenta crítica, hecha siempre de forma pública y carente de la más mínima caridad cristiana, a pesar de tratarse de un organismo de la índole que nos ocupa.

El Consejo General de Hermandades y Cofradías es ese organismo que tantas reacciones provoca (léanse positivas y/o negativas). En sus manos descansa una de las grandes fiestas de la ciudad. La organización de la Semana Santa, en gran medida, depende de los aciertos y errores de este organismos. Cierto es que hay aspectos, como la seguridad, el tráfico, la limpieza vial y otros muchos que se sostienen bajo la tutela de las diferentes administraciones   públicas. Pero los verdaderos protagonistas de la Semana Santa, que no son otras que las hermandades y cofradías, sí que dependen del Consejo en cuanto a sus diferentes ajustes organizativos.

Créanme si les digo que una importante parte de la población autóctona es ajena a esto. Piensan que el Consejo sirve para repartir las sillas y los palcos (¡ay!) y poco más. Como asimismo creen que una vez acabada la Semana Santa este organismo duerme en un letargo de meses hasta la próxima primavera.

Si el papel del Consejo de Cofradías no fuera importante en la ciudad, les aseguro que todo un alcalde no estaría departiendo con sus representantes la pasada noche, tras el acto oficial de toma de posesión, en una "fraternal" velada. Sí, créanme que estos señores del Consejo creo que ahorran unos buenos euros a las arcas municipales con su trabajo gratuito, nunca comparable a lo que las hermandades reciben del consistorio a modo de subvención.

Ahora toca felicitar a aquellos a los que les queda todo este tiempo de trabajo por delante. Y también de agradecerles su entrega, al menos por parte de quienes tenemos en la Semana Santa algo más que una de las fiestas de la ciudad.

Nunca fue malo ser agradecido.

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