El hombre...

Publicado: 14/09/2016
... que esculpió a Dios. Si usted no sabe de lo que estoy hablando, le diré que se trata del título de una gran novela. Pero no piense que es la última...
... que esculpió a Dios. Si usted no sabe de lo que estoy hablando, le diré que se trata del título de una gran novela. Pero no piense que es la última novedad del mercado editorial, que ha salido ahora mismo o que está en preparación para las próximas navidades. No, no es eso. Y mucho me temo que todo esto a usted le sobra, porque sabe de lo que estamos hablando.

Sí, es una enorme e inmensa alegría que “El hombre que esculpió a Dios”, la obra del tan recordado Fernando Carrasco, vuelva a salir a la luz para reposar (por poco tiempo, porque se agotará, seguro) en los anaqueles de las librerías, en esta ocasión de toda España. Bajo el sello de la editorial Almuzara y de la mano de Rosa García Perea, las páginas de quien fue más periodista que escritor o más escritor que periodista (quien sabe) vuelven a estar de actualidad. Y si algo así es siempre una buena noticia, en el caso que nos ocupa la satisfacción es mucho mayor.

Verán ustedes: el público no es tonto. Y quien dice público dice consumidor. Si esta obra no fuera como es ¿creen de verdad que se hubieran vendido tantas ediciones de la misma y que incluso, al cabo del tiempo, una editorial (que al fin y al cabo es una empresa) volvería a apostar por ella? Rotundamente no.
La nueva edición de la obra es algo que dichosamente es muy bien venido. Y no sólo por la calidad literaria que encierra la misma (que es mucha, por cierto) sino porque vuelve a poner en valor al recordado Fernando no sólo en su forma (magistral) de escribir. Al hablar de “El hombre que esculpió a Dios” inevitablemente se nos viene a la cabeza la vespa con la cruzaba de cabo a rabo las calles de la ciudad, su sonrisa, su simpatía y todo lo que sabemos que acompañaba siempre “al Carrasco”.

Junto a esto, la obra que vuelve a convertirse en papel, pone (nos pone) en valor a aquellos a los que nos gusta escribir, y también a quienes apostaron por nosotros y nuestros libros, nuestras historias, nuestras novelas.

No les voy a hablar de las bondades de “El hombre que esculpió a Dios”, pues seguro que ustedes las conocen. O porque han oído hablar de ella o porque la han leído o releído, como es mi caso. Sólo quiero utilizar esta columna de hoy jueves para transmitir, si soy capaz de hacerlo, la alegría que me ha supuesto saber de esta reedición.

Y por supuesto para recordar, una vez más, a Fernando Carrasco, que con sus libros nos dejó a todos el mejor legado que alguien pueda dejar a los demás.
Y también, cómo no, para acordarme de ti, Libia.
No podía ser de otra forma.

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