Por favor, a ver si robamos un poco menos

Publicado: 15/12/2024
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Lo que hay es individuos con muchísima cara, que, cuando los cogen y los llevan frente a un juez, enseñan sus duros rostros como si no hubieran partido un plato
Los tiempos han cambiado tela y nuestro cerebro está cada vez más revolucionado. Hay locos en el manicomio que no quieren saber nada de cosas extrañas, como por ejemplo eso de mandar dinero por Bizum, y otras lindezas que ahí fuera están a la orden del día. Aquí dentro todos tienen los móviles más simples del mundo y no quieren más complicaciones, porque dicen que hay ladrones esperando a que le den al botón que no debían.

Los que estamos un poquito mejor del coco reconocemos que la tecnología tiene una parte buena y otra para aliñarla. La parte buena es que con ella puede que algún día descubran cómo podemos salir de este manicomio sin que nadie se dé cuenta; la mala es que los chorizos, que se las saben todas, pueden dejar a cero cualquier cuenta corriente, y eso no está medianamente bien. Y es que hay muchas formas de robar.

Aquí en el manicomio, más que los móviles, lo que nos gusta es el cine. El otro día nos pusieron una película del Lejano Oeste. La obsesión del muchachito bueno era llegar a tiempo con el caballo, y la nuestra era que no se acabara la película, porque nos encerraban del tirón. Pero hoy, por mucho que corra el caballo del bueno, más corre el del malo. Llevamos una racha horrorosa. En España los caballos corren que vuelan, y el poder se ha aficionado de tal modo al robo, que ya no hay ni ojos para ver, ni tiempo para gobernar. Los malos son los listos, y los buenos son los tontos del culo. En el Lejano Oeste a la hora de robar eran únicos, imagínese en el Cercano. Los locos vimos en la película que allí los tunantes ponían los caballos junto a las rejas del banco, y atando unas cuerdas a los barrotes los achuchaban llevándose por delante la pared, la reja y la caja fuerte desapareciendo a todo galope por donde habían venido. Son ideas que algún día tendremos que llevar a cabo en el manicomio, si queremos salir de aquí. Había otro sistema: se reventaba el banco con pólvora o dinamita y a trabajar entrando por el boquete. Cuando llegaban los banqueros, había allí menos dinero que en las arcas del Barça, y ya estaban los ladrones cerca del Mississippi, por lo que rápidamente ponían el cartelito Wanted, se busca, a sabiendas de que nadie, excepto los buscarrecompensa, se iba a tomar la molestia de buscarlos.

Eran formas de robar un poco salvajes pero iban de frente y dando la cara. Las cosas han cambiado, porque hoy, incluso si te cogen, puedes hasta hacer de Pinocho, decir mentiras gordas, echarle las culpas a otros…, y no pasa nada.Y, si los granujas llegan al poder, no se conformancon unos cuantos euros, que eso sí tiene castigo, quieren millones.Tanto han cambiado las cosas, que ya no hay ni cartelitos, ni rejas, ni caballos que tiren, ni siquiera pólvora, que se emplea solo en los petardos de las fiestas del pueblo.

Lo que hay es individuos con muchísima cara, que, cuando los cogen y los llevan frente a un juez, enseñan sus duros rostros como si no hubieran partido un plato en su vida, lo niegan todo y nunca dejan de sonreír para que todo el mundo diga: míralos, con esas caras tan sonrientes no pueden ser malos.  

Los locos no podemos con estas cosas y ya no decimos que no se robe, porque perderíamos el tiempo e iríamos contracorriente, simplemente sugerimos que estos chorizos de guante blanco y política negra hagan un esfuerzo y roben un poquito menos. Nos parece que no es mucho pedir.

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