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El nieto que quería ver a su abuela e inventó el móvil ideal para la pandemia

Las ganas que tenía Jorge Terreu, un universitario de Erasmus en Francia, de ver a su abuela Maximiliana, de 86 años, le llevaron a crear hace dos años un móvil que pudiera manejar sin ayuda y que ahora se ha convertido en el aparato ideal para romper la soledad que sufren los mayores en esta […]

Las ganas que tenía Jorge Terreu, un universitario de Erasmus en Francia, de ver a su abuela Maximiliana, de 86 años, le llevaron a crear hace dos años un móvil que pudiera manejar sin ayuda y que ahora se ha convertido en el aparato ideal para romper la soledad que sufren los mayores en esta pandemia.

Este joven zaragozano de 22 años aún cursaba tercero de Ingeniería Informática cuando armó un «apaño» para poder hacer videollamadas con su abuela, que no se aclaraba con los «smartphones» corrientes, y que ahora se ha transformado en una empresa con más de 40 clientes de toda España.

«Es una locura total», cuenta Terreu, quien reconoce en una conversación con Efe que no esperaba que lo que comenzó como un invento para poder hablar con su abuela haya conseguido incluso atraer a un inversor externo.

LOS COMIENZOS

Aunque ahora en las oficinas de Maximiliana, en honor a la abuela de Terreu, junto al ingeniero, trabajan otros tres veinteañeros zaragozanos, dos de prácticas, el proyecto inicial fue mucho más sencillo.

Al principio simplemente consistía en que las videollamadas se contestaran solas, pero luego Terreu sumó el poder ubicar a su abuela en sus paseos diarios y enviarle mensajes que se leyeran en voz alta.

«Cuando le añadí funcionalidades, ya era un producto que tenía sentido y que no solo servía para mi abuela como un apaño sino para otras muchas personas mayores en la misma situación», indica Terreu.

Entonces estalló la pandemia y pensó que qué mejor prueba para comprobar si gustaba su proyecto que donar cinco Maximilianas al Hospital Clínico de Zaragoza, donde gran cantidad de aragoneses llevaban semanas ingresados y aislados por la covid-19.

«Los familiares no se podían acercar ni por asomo y eran personas mayores que casi el problema venía más por soledad que por el propio virus», lamenta el joven, quien celebra que su invento sirvió a los enfermos como «empuje de ánimo» para salir adelante, según le reconocieron desde el hospital.

Poco tiempo después, un inversor escuchó hablar de Maximiliana, le gustó la idea y preguntó a Terreu si se conformaba con hacer 10 móviles o quería pelear por llegar a 500.

El joven ingeniero no dudó ni un segundo y se lanzó a por todas, sumando a este emprendimiento a su compañero de carrera Pedro Malo, quien ahora se encarga de la parte más técnica del proyecto.

«ABUELA, TÓMATE LA PASTILLA»

A cambio de una cuota mensual, Maximiliana entrega a los clientes un «smartphone» totalmente reprogramado de manera que el anciano no pueda modificar nada y fácilmente pueda llamar a sus contactos tocando su cara o pedir socorro en caso necesario.

Por otro lado, el familiar, desde una web, puede llamar al abuelo, localizarle, conocer la batería del dispositivo y si está cargándose y enviarle mensajes que se leen en voz alta y aparecen en pantalla para, por ejemplo, recordarle que se tome la medicación.

Cuando el dispositivo ya no es necesario, el cliente puede darse de baja y se reutiliza el teléfono para otro usuario, agrega María Martínez, becaria de Maximiliana.

Ya que se trata de un producto que «no puede fallar» en una situación crítica, narra Malo, están trabajando en mejorar la «robustez» y «usabilidad» de Maximiliana, e incluso, en un futuro, jugar con la inteligencia artificial para que pueda detectar caídas y otras situaciones de riesgo.

«Técnicamente es un reto», reconoce Malo, que no duda que el proyecto seguirá creciendo.

ROMPIENDO LA SOLEDAD DE LA PANDEMIA

Maximiliana va dirigido especialmente a las personas mayores, un colectivo de riesgo por la covid-19 al que hay que proteger de contagios durante estas navidades.

Con su trabajo, estos jóvenes se sienten muy afortunados, ya que Maximiliana no solo les está dando un rédito económico importante, sino también la satisfacción de ayudar a la gente a romper su soledad, admiten.

De hecho, alguna clienta ya les ha comentado que este año sus reuniones familiares serán a través de este dispositivo.

«Suena a topicazo, pero es que cambia la vida. Hay gente que ha pasado de estar aislada a poder hablar», concluye Malo.

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