La adelfa le dijo a la cañabrava

Publicado: 23/01/2025
Autor

Salvo Tierra

Salvo Tierra es profesor de la UMA donde imparte materias referidas al Medio Ambiente y la Ordenación Territorial

Escrito en el metro

Observaciones de la vida cotidiana en el metro, con la Naturaleza como referencia y su traslación a política, sociedad y economía

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La cañabrava procede del lejano oriente. A paso lento pero seguro se ha ido extendiendo por las riberas del Mediterráneo
Son muchas las imágenes impactantes de cuanto se ha vivido en nuestro entorno durante esta semana. Algunas quedarán en ese imaginario colectivo que dará fruto a numerosas tertulias, anécdotas y leyendas, como persisten aun las de otras catástrofes naturales, incluso no tan recientes. Pero la retentiva personal hace un escrutinio de las que más nos sobrecogen. Ese río de cañabrava vagando por las calles de Benamargosa, seguro que habrá reclamado la atención de muchos. Es una imagen que debería hacernos reflexionar sobre la agresividad de esta especie, considerada una de las cien más dañinas del planeta y participe, a cuenta de beneficios, en las causas de estos desastres naturales.

La cañabrava procede del lejano oriente. A paso lento pero seguro se ha ido extendiendo por las riberas del Mediterráneo, y de ahí al resto de los continentes. Si visitan nuestras playas en estos días lo entenderán. Entre una amalgama de cañas verán sus rizomas, gruesos y rudos, como los tablones de un barco listo para navegar, con las bodegas repletas de alimento. Esas naos vegetales sobrevivirán a largas travesías hasta encontrar una buena rada para vararse, a ser posible en la desembocadura de un río, de un arroyo o mejor aun de una rambla. A partir de ahí se inicia una cruel conquista de un territorio ocupado de forma natural por adelfas y tarajes, especies que han resultado sin sentido molestas al ser humano. Esta sociedad de especies, cuyas raíces se extienden superficialmente creando un mallado, para absorber la mayor cantidad de agua en el menor tiempo posible. Pero a la vez es de una gran efectividad para retener lodos y acarreos, que vemos ahora circular intensamente por los cauces, a veces ocupados y artificializados. La buena tierra que crearon ha servido para extender cultivos, sin respeto, despreciando su importancia.

Cuenta la leyenda que la adelfa le preguntó a la cañabrava por qué la expulsaba de su lugar de nacimiento, de su hábitat de toda la vida. Quiero y puedo conquistar el mundo, le respondió el erguido y gigantesco culmo de origen asiático. De nada sirvieron todas aquellas fundadas razones que el arbusto de flores rosadas le dio. Junto a mi amigo el taraje, protegemos arroyos y ramblas desde hace miles de años. Qué le vamos a hacer, replicó la cañabrava, son esos seres creídos inteligentes los que desean inconscientes mi cruzada. Calientan el mar para que navegue mejor, calientan la tierra para que enraíce más rápido y causan estragos para que me expanda más, y más, y aún más. Pregúntale a ellos el por qué.

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