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España

Farolas que dejan ver las estrellas

El resplandor "inteligente" de la tecnología LED permite reducir la contaminación lumínica de las lámparas tradicionales

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En los tiempos que corren, es preciso buscar alternativas para usar los recursos con cabeza. Si hablamos de farolas inteligentes, el término nos evoca inevitablemente a película de ciencia ficción o a cuento chino, pero en poco tiempo serán una realidad en nuestras calles.

La tecnología LED o de bajo consumo ha llegado para sustituir a los antiguos sistemas de vapor de mercurio que inundan las calles de nuestra ciudad.

El desembolso inicial del proyecto, que es elevado, se compensa con el ahorro energético de entre un setenta y un ochenta por ciento, dependiendo de la optimización de las bombillas. Los investigadores de la tecnología creen que en dos años se recuperaría la inversión. Para hacerse una idea del ahorro en el consumo frente a las tradicionales, se estima que éstas alumbran unas cinco mil horas, mientras que las LED multiplican por diez esa duración.

Además, al ser “inteligentes” sólo se encenderían cuando detectaran movimiento, gracias a un sensor incorporado en el dispositivo. Esto significa que durante las horas nocturnas donde no hubiese tráfico o discurrir de viandantes las farolas permanecerían apagadas. Sin embargo, durante los días de niebla, donde la visibilidad es menor, las farolas “listas” alumbrarían las calles.

No sólo notaría el bolsillo común los efectos de esta tecnología, sino también nuestra vista. ¿Se ha parado a contemplar las estrellas una noche cualquiera en nuestra ciudad? Es una cuestión difícil porque, como explica Francisco Casado, investigador de Sinergias, la excesiva emisión de luz artificial “reduce la visibilidad nocturna para contemplar las estrellas”.

Beneficios para la salud

El uso de estos dispositivos, que aún está en fase de prueba para instalarse en nuestra ciudad, también tendría beneficios para nuestra salud. Si se para a mirar fijamente cualquier farola notará un parpadeo bastante molesto en el ojo. Ésta es una de las consecuencias nocivas para la salud, pero no la única. La luz artificial tan potente que nos alumbra cada noche nos altera el ritmo cardíaco. No sucedería con estas farolas inteligentes porque su luz es más tenue por lo que no produce molestias en la vista.

Se trata también de un ejercicio de sostenibilidad con el medio ambiente. Los animales también sufren las consecuencias de las altas radiaciones que desprenden las farolas de vapor de mercurio y sodio. Alteran las fases del sueño de las especies y producen irritabilidad y estrés. Según José Negro, investigador del proyecto, éstas se reducirían a la mínima expresión porque “apenas aportan contaminación lumínica”. n

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