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Una exmonja se queda sin jubilación porque su congregación no cotizó por ella

Una mujer que formó parte de las Hermanas de la Presentación afronta ahora problemas con su jubilación porque no fue dada de alta en la Seguridad Social. Ya exmonja, durante sus años en la congregación ejerció como educadora, pero algo falló sin ella saberlo. La congregación era la encargada de tramitar dicha alta, pero nunca […]

Una mujer que formó parte de las Hermanas de la Presentación afronta ahora problemas con su jubilación porque no fue dada de alta en la Seguridad Social.

Ya exmonja, durante sus años en la congregación ejerció como educadora, pero algo falló sin ella saberlo. La congregación era la encargada de tramitar dicha alta, pero nunca lo hizo.

Ajena a ello, Araceli Mayans impartió clases de religión, se encargó de grupos de catequesis e incluso permaneció un tiempo en Colombia como voluntaria en un centro de reinserción.

Desde principios de los años 80, las leyes españolas incluyen como autónomos a los religiosos. Así, cuando uno entra a formar parte de una congregación es posible adoptar el voto de pobreza, no cobrando por su cometido, pero sí cotizando. El dinero no es que se pierda, es que se queda en la congregación, pero en este caso no se había dado de alta a la afecta.

Una vez que se jubilan los religiosos les queda una pensión en virtud de esos años cotizados. En este caso, la raíz del problema es que Mayans decidió abandonar sus votos en 2002, años antes de jubilarse, pero su congregación sólo había computado tres años en lugar de los 15 que debería.

En su momento, intentó pedir explicaciones a la congregación, pero no la atendieron. Por otro lado, esos años habían «prescrito» para la administración española, así que ahora una vez jubilada tiene problemas a causa de esos 15 años que le faltan en su cotización.

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