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Huellas fósiles revelan la ocupación humana en Norteamérica durante el Último Máximo Glacial

EP | Unas huellas humanas fósiles recientemente descubiertas incrustadas en el lecho de un antiguo lago demuestran que los seres humanos habitaron Norteamérica durante el Último Máximo Glacial (LGM), ocupando la región de lo que hoy es el Parque Nacional de White Sands en Nuevo México (Estados Unidos), hace entre 23.000 y 21.000 años, según […]

EP | Unas huellas humanas fósiles recientemente descubiertas incrustadas en el lecho de un antiguo lago demuestran que los seres humanos habitaron Norteamérica durante el Último Máximo Glacial (LGM), ocupando la región de lo que hoy es el Parque Nacional de White Sands en Nuevo México (Estados Unidos), hace entre 23.000 y 21.000 años, según un artículo que publican en la revista ‘Science’.

Estos hallazgos no sólo aportan pruebas definitivas sobre la antigüedad de la colonización del Nuevo Mundo, sino que también indican que los humanos estaban presentes en el sur de Norteamérica antes de que los avances glaciares del LGM impidieran la migración humana desde Asia.

A pesar de casi un siglo de investigación, los detalles relativos a la migración de los primeros humanos a América y su impacto en el paisaje del Pleistoceno siguen siendo poco conocidos, y las primeras pruebas arqueológicas del asentamiento de la región suelen ser muy controvertidas.

Las estimaciones actuales sobre la cronología de estos primeros ocupantes oscilan entre hace unos 13.000 años y más de 20.000 años. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la cronología de la expansión humana en América del Norte está limitada en gran medida por la viabilidad de las rutas migratorias actualmente reconocidas desde Asia -un corredor interior sin hielo a través del oeste de Canadá y/o una ruta costera del Pacífico- que probablemente habrían estado cerradas o habrían sido difíciles de atravesar durante el LGM.

Los investigadores informan del descubrimiento de una secuencia de huellas humanas in situ en superficies que datan de hace entre 23.000 y 21.000 años y que revelan casi 2.000 años de ocupación humana en Norteamérica durante el apogeo del LGM. A diferencia de los artefactos culturales u otras pruebas de la actividad humana, que pueden tener una procedencia incierta, las huellas tienen un contexto deposicional primario, fijado en la superficie impresa, y representan un momento discreto en el tiempo. Según apunta, los análisis posteriores de las huellas sugieren que la mayoría fueron hechas por adolescentes y niños ylas huellas de adultos de mayor tamaño son mucho menos frecuentes.

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