Ahora que comienza un año electoral es cuando nuestro políticos deben, de una vez por todas, primar el interés de Jaén sobre el de sus partidos
La historia reciente de la capital y la provincia de Jaén debería hacer sonrojar a los políticos que la han protagonizado porque en gran medida son culpables, junto a la complicidad ciudadana y su conformismo, de la situación en la que ahora nos encontramos. Sobran los motivos para que el primero de una serie de reportajes pausados, trabajados sin la premura que impone el día a día en el oficio periodístico, que este año verán la luz cada lunes, tenga como eje central el agravio inversor histórico que Jaén ha sufrido en las últimas décadas, fruto del cual, son proyectos que se eternizan en sus tiempos de ejecución o que ni siquiera llegan a ver cómo se pone la primera piedra. Comienza un año electoral, con citas para elegir a los representantes de las ciudades y del país, y posiblemente a los de la autonomía andaluza. Durante estos meses, los candidatos recorrerán los barrios y pueblos de Jaén y podrán comprobar de primera mano, sin necesidad de abrir un periódico, el fruto del trabajo, de la ilusión que hace cuatro años depositaron los jienenses en ellos. Bien es cierto que no todo son sinsabores, pero Jaén precisa del compromiso de quienes les representan y que de una vez por todas, poniendo en la balanza los intereses legítimos de sus partidos y los de Jaén, pese más el de la tierra. Y que nuestros políticos, que sin duda aman a Jaén, sean capaces de votar siempre a favor de nuestro progreso y bienestar.
