Abrió su negocio cumpliendo un sueño, emprendiendo la aventura de trabajar para él, en un sector, el de la Librería y Papelería, que es su pasión. Manuel Ortiz abrió su negocio hace dos décadas en el número 3 de la calle Eduardo García-Triviño López, en un barrio, el Bulevar, que aún estaba casi por construir, una zona en la que la Librería-Papelería ‘Ortiz’ acercó a los vecinos un servicio del que estaban huérfanos.
A finales de febrero de este año, bajará la verja de su negocio para siempre. “Ha sido una decisión dolorosa, muy pensada, pero las circunstancias mandan y no tengo más remedio. Llevo dos años aguantando y, si sigo, el negocio me come”, afirma.
Manuel Ortiz lleva años padeciendo un decrecimiento de las ventas cada vez mayor. “Todo el que tiene un negocio tiene la esperanza de que se recupere la situación. Desde la crisis, el sector de la Librería está muy tocado. Cada día se venden menos libros. Las editoriales tendrán que tomar nota, porque a esos precios, es imposible”, explica.
Al principio el negocio funcionaba “extraordinariamente” y, apoyado por la Papelería y otros servicios, iba “bien”. Ahora, Internet, la venta on-line y la digitalización de los trabajos, “con menos demanda de material de papelería”, le ha afectado y, “en un porcentaje muy alto”, ha provocado que cierre. “El siguiente paso era ponerle dinero al negocio. Ya no puedo recortar más y, antes de dejar de pagar el alquiler y a proveedores, cierro”, dice.
Con 15 años entró como aprendiz en Librería Gutiérrez, ya desaparecida, y tras veinte años de experiencia, no dudó en emprender. “Antes de la crisis, todo el comercio vivió una época dorada que hoy se ha acabado porque aún no hemos salido de la crisis”, explica.
Pasó de tener dos empleados contratados a llevar sólo el negocio en un barrio que ha respondido de forma “extraordinaria”, a pesar de haber sufrido consecuencias como la construcción del sistema tranviario, que dejó a la zona de su negocio sin aparcamientos.
Manuel Ortiz reconoce que lo mejor de estas dos décadas ha sido estar al frente de un negocio de barrio. “Han sido veinte años muy gratificantes en todos los aspectos, pero sobre todo, porque los primeros clientes ya son amigos”, confirma.
Augura que como él, más negocios tradicionales cerrarán porque el “decrecimiento de las ventas está afectando al pequeño comercio en general”. No quiere retrasar el cierre a más de finales de febrero y los productos de papelería los está liquidando al 50% de su precio.
“No es una despedida, es un hasta luego. Se cierra una puerta y espero que se abran unas ventanas”, termina.