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?Algeciras se ha caracterizado por un desarrollo muy desordenado?

Diego Sánchez Rull es delegado de Urbanismo del Ayuntamiento de Algeciras

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  • El delegado de Urbanismo, Diego Sánchez Rull, contempla los proyectos enmarcados en el Plan E como los objetivos prioritarios de su área para 2010. -
Desde que en 2006 Diego Sánchez Rull asumiera la cartera de Urbanismo tras el cese del anterior responsable, José Ortega, en el puesto, han sido muchos los avances que ha experimentado la ciudad en esta materia, y también las polémicas a las que ha tenido que hacer frente. Ahora, cuando ya se afronta el último año de legislatura, el también delegado de Contratación, Personal y Organización y portavoz del equipo de Gobierno analiza con EL FARO los aspectos fundamentales de su gestión.

—¿Cuáles son los principales objetivos del equipo de Gobierno de cara al presente año?
—Este año está marcado por la situación de crisis económica, que está castigando tan duramente a tantas familias de este país. Por tanto, todos los objetivos se centran en que el desempleo sea erradicado en la medida de lo posible en nuestro municipio. Los ayuntamientos se han convertido, a través del Plan Proteja y de los fondos FEIL, en instrumentos que los distintos gobiernos han puesto en marcha para disminuir el desempleo. Vamos a aprovechar esta situación, como se ha hecho en 2009, para mejorar las infraestructuras y equipamientos de nuestra ciudad. Es muy ilusionante el proyecto que se encuentra recogido para la construcción de una nueva biblioteca, que se ubicará junto a la Escuela de Artes y Oficios; la rehabilitación del edificio de Bomberos o la modernización tecnológica de las instalaciones municipales. Asimismo, seguimos trabajando en proyectos que aún están en marcha. Este es el año en el que van a concluir el teatro Florida y la depuradora de Algeciras, que son dos proyectos muy demandados por la ciudadanía y compromisos electorales del PSOE e IU.

—Y ¿cuáles son los objetivos clave en materia de Urbanismo?
—Este año estamos trabajando con mucho empeño en la resolución del planeamiento del Campus Tecnológico, y en la modificación del plan general, que desde luego no es nada fácil. Nos supone un cambio en equipamientos y en espacios libres que no se había hecho anteriormente en la ciudad. Es una tramitación compleja que, afortunadamente, ya se está tramitando de forma exitosa y ya sólo queda la aprobación definitiva. Ya pasó por la Consejería de Vivienda y Ordenación del Territorio. Este año vamos a seguir trabajando en el desarrollo de nuestro planeamiento general.

—¿Cómo fue la herencia que se encontró en Urbanismo?
—Fue una situación difícil desde el punto de vista político, porque estábamos inmersos en un pacto de Gobierno con el que había sido nuestro adversario político durante mucho tiempo, que nos había desalojado de la Alcaldía de Algeciras en 1991, y difícil desde el punto de vista de la gestión porque se habían generado problemas, algunos con difícil solución, otros sin solución posible, y con el denominador común de que había una crispación ciudadana en torno a la gestión del urbanismo que nada favorecía al trabajo que se tenía que hacer. La primera reunión que mantuvimos fue con el grupo ecologista Agaden, y lo recuerdo con cariño, porque era un hecho que no se había producido nunca, y precisamente la intención era que uno de los pilares fundamentales iba a ser la defensa de los dominios públicos, del patrimonio forestal de nuestra ciudad.

—¿Y cómo era la Algeciras que se encontró desde un punto de vista urbanístico?
—Algeciras se ha caracterizado por un desarrollo muy desordenado, algunas veces protagonizado por la propia población y otras veces por el poco interés que se han tomado distintos responsables políticos de distintas etapas de la vida del Ayuntamiento. No me estoy refiriendo sólo a la etapa inmediatamente anterior, sino que nos podemos remontar al desarrollo urbanístico que en los últimos años de la Dictadura tuvo el Paseo Marítimo de Algeciras, con esos bloques de doce alturas que estamos viendo todos los días en nuestra ciudad, y que ha privado a la ciudad de tener una salida al mar desde lo que fue el centro histórico. Lo que tratamos es de desarrollar el planeamiento, que no olvidemos que es una norma del Gobierno Andaluz, conforme a la ley, y que, cuando los ciudadanos vayan a vivir en cada uno de esos núcleos de población que se van generando a lo largo del municipio, tengas esos servicios y esos equipamientos que necesitan. No que el presupuesto municipal se tenga que gastar para atender las necesidades de ciudadanos que están asentados en lugares del territorio que no estaban planificados.

—Hay barriadas especialmente conflictivas, ¿no?
—Hay zonas incluso donde la propia configuración urbanística está generando problemas de índole social. En la última Junta de Gobierno aprobamos un proyecto para la reurbanización de una zona de La Bajadilla en torno a la calle San Luis, donde convergen calles que no son transitables ni al tráfico ni peatonalmente, y eso ha generado problemas de todo tipo, incluso de actuaciones frecuentes de la Policía Nacional por puntos de venta de droga. También hay problemas de otra índole, como en Pelayo, donde la depuración de aguas residuales no existe en este momento; o en El Rinconcillo, donde hay avenidas pobladísimas donde no hay pendiente siquiera las tuberías de fecales que tienen que llevar las aguas residuales de las viviendas. Son problemas que se tienen que solucionar con cargo al presupuesto general de inversiones, que no está para eso, sino para dar calidad de vida a la ciudad consolidada. Esto merma la calidad de vida de los que han comprado su casa de forma ordenada en el núcleo urbano.

—Hay muchos proyectos que suponen la recuperación de lugares históricos de la ciudad...
—Uno de los problemas que diagnosticaron en el documento del Plan Estratégico de Algeciras de 2015, quizás entre los tres primeros problemas, estaba la falta de arraigo de la población de Algeciras y de identificación de la ciudadanía con su ciudad. Eso crea muchos problemas de distinta índole, como fuga de talentos que cuando terminan sus estudios se quieren ir de la ciudad; los fines de semana, que vemos la mala costumbre de abandonar la ciudad para ir a otros sitios cercanos. Lo que intentamos es cambiar la ciudad, pero sin olvidar que Algeciras tiene su idiosincrasia, sus lugares de encuentro y su tradición, e intentamos que ese recuerdo siga vivo en las generaciones venideras.

—¿Hacía dónde se prevé que pueda seguir creciendo la ciudad?
—Algeciras tiene suelo suficiente en el PGOU vigente como para no tener que revisarlo en los años venideros. Tiene suelo suficiente como para desarrollar en torno a 10.000 viviendas. El desarrollo se encamina por el lado sur (entre Sotorrebolo y el acceso sur al puerto, Los Pastores Sur, Los Pastores y Los Yanquis, además de en La Reserva de San Bernabé, donde se prevé la construcción de 4.000 viviendas). Algeciras, con un término municipal de 84.000 metros cuadrados, con dos parques naturales, con poco suelo por desarrollar, debe preocuparse en mantener suelo para equipamiento público.

—¿Cuál es el estado del pacto de Gobierno?
—Desde el grupo socialistas estamos contentos con cómo se ha desarrollado el pacto de Gobierno en todo lo que llevamos de mandato. Tengo que decir que es un pacto muy distinto que el que tuvimos con el PA. IU y PSOE son dos organizaciones de marcado carácter ideológico, y nuestro pacto funciona mucho en esta línea. Tenemos un pacto que no sólo influye en Algeciras, sino también a toda la provincia de Cádiz y a ambas organizaciones en el conjunto de Andalucía. Creo que el trabajo de los compañeros de IU es de plena colaboración y estamos satisfechos con ellos. Lógicamente surgen dificultades porque pertenecemos a grupos e ideologías distintas, pero se trabaja de forma cómoda y con colaboración. Es un pacto sano que está beneficiando a la ciudadanía.

—¿El pacto está logrando los objetivos que se trazó?
Estamos cumpliendo los objetivos pese a las dificultades. El albergue de transeúntes, recientemente aprobado, es otro de los puntos clave del equipo de Gobierno. Estamos a punto de terminar el reglamento de organización y funcionamiento, en el que tanto Inmaculada Nieto como el alcalde tienen un compromiso en cumplir. Marcará el funcionamiento del Ayuntamiento y luchará contra el transfuguismo, la prostitución de votos que se da muchas veces en algunos momentos de las corporaciones locales, y que es bastante indeseable, y esperamos llevarlo a Pleno próximamente.

—¿Cómo está la situación tras los acuerdos logrados con Fapacsa?
—La propuesta que el alcalde hizo a Pleno salió esta misma semana de Alcaldía hacia la Dirección General del Catastro. Lo cierto es que la situación económica y la crisis inmobiliaria ha creado ciertas dificultades, pero también hay que resaltar que había 1.420.000 metros cuadrados de edificaciones que no estaban tributando en la ciudad, y que gracias a la revisión catastral ahora vienen a tributar. Lo cierto es que la administración cuenta a través de la Ley General Tributaria y la Ley de Haciendas Locales con instrumentos suficientes como para que los ciudadanos no vean sus impuestos gravados más de lo necesario. Quizás, o por parte del equipo de Gobierno o por el vacío de la oposición, que ha querido arrimar el ascua a su sardina, se ha creado cierta confusión en la ciudadanía en torno a esta cuestión y no ha llegado el mensaje a la ciudadanía como tenía que haber llegado.

—Otra línea de trabajo es la de Patrimonio...
—Quiero destacar la labor de Orihuela estos años en Patrimonio, que antes prácticamente era un área de índole administrativa, y ahora tiene un gran impulso político. La gestión del suelo se hace ahora de forma racional y la implantación de equipamientos se hace pensando en las necesidades de cada núcleo de población. Hay una carencia importante de equipamiento en la zona sur porque la planificación no se ha hecho como debería. Urbanismo y Patrimonio tienen también un trabajo arduo en la recuperación de monte público y de suelos patrimoniales usurpados al Ayuntamiento y que son una riqueza de todos.


Una carrera vertiginosa ligada al equipo de gobierno
La llegada de Diego Sánchez Rull a la primera línea de la política local se produce de la mano de Juan Antonio Palacios, cuando el PSOE obtiene la victoria en las elecciones locales, derrocando al Partido Andalucista de Patricio González, que se había mantenido en el poder desde el año 1991. En ese momento, un joven Sánchez Rull aparece en el equipo de Gobierno con los cargos de delegado de Medio Ambiente, Participación Ciudadana y Nuevas Tecnologías.

Su nombre comienza a sonar fuerte tras la dimisión de Palacios a la Alcaldía, una situación que desató multitud de quinielas sobre la sucesión, y en las que el propio Sánchez Rull se perfilaba como posible alcalde. Finalmente, el hasta entonces delegado de Economía y Pesca, Tomás Herrera, se hizo con el bastón de mando del Ayuntamiento, y las voces sobre el papel que jugaría Sánchez Rull se fueron apagando. A partir de entonces, el concejal socialista desempeñó otras carteras, como la de Economía o la de Cementerios.

Sin embargo, desde este momento no dejó de hablarse de su nombre como posible alcaldable, y como favorito del secretario local del partido, Rafael España, para el Ayuntamiento de Algeciras. Un momento clave en su carrera política fue la escisión que se produjo en el pacto de Gobierno que mantenía el PSOE con el PA, a través de la cual se produjo el cese de José Ortega y de Francisco Calvo como concejales. Fue entonces, en marzo de 2006, cuando Diego Sánchez Rull, que ya era portavoz del equipo de Gobierno, se hizo con la Delegación de Urbanismo, iniciando un trabajo que le ha llevado por multitud de proyectos, muchos de ellos emblemáticos, de la ciudad.

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