Reflejo

Publicado: 23/03/2010
Hace unos días, cuando me encontraba ejerciendo la profesión a la que me dedico desde hace más de 25 años, alguien me reconoció de mi etapa como concejal del Ayuntamiento de Algeciras, por norma tengo el guardar las distancias a la que me obliga la relación que les debo a mis clientes, por tanto es complicado que entable conversaciones que puedan crear cualquier tipo de polémicas innecesarias, pero en esta ocasión, y debido a que en la emisora de radio que llevaba puesta hablaban de los innumerables casos de corrupción política a los que, por desgracia, nos estamos habituando últimamente, este cliente empezó a despotricar contra todo tipo de políticos, independientemente del partido al que pertenecieran, generalizando esta noble función y metiendo a todos en el mismo saco.

Evidentemente, y como decía anteriormente, le seguí la corriente, procurando llegar lo antes posible al destino, pues los ánimos del señor iban a más. Pero llegó un momento en que el cliente hizo que tuviera que romper mi costumbre, porque la verdad hay cosas que hacen hablar a los muertos. Según este señor, todos los políticos son unos chorizos y su único objetivo es llenarse los bolsillos, y terminaba su disertación afirmando que por eso él no pagaba los impuestos, y esta afirmación fue la que me hizo saltar, entre otras cosas, porque el que esto escribe, paga religiosamente todos sus impuestos, los directos y los indirectos.

Y corriendo el riesgo de cabrear más a mi interlocutor y que se fuera sin pagar el servicio, no me pude reprimir y le solté que al igual que hay políticos corruptos también hay ciudadanos corruptos, y que lo mismo que hay políticos que nos roban a todos, también hay ciudadanos que  nos roban, en este caso y sin ir muy lejos, él al manifestar su negativa a pagar impuestos estaba reconociendo que me estaba robando a mi, puesto que los que pagamos, tenemos que pagar más porque algunos insolidarios hacen todas las trampas posibles para pagar menos o no pagar nada.

Creo que no se esperaba esta respuesta, pues los ánimos del señor cayeron de manera brusca, intentando éste explicar su aptitud y comportamiento. Afortunadamente, llegamos al destino, cobré y el señor se fue, creo que mucho mas malhumorado de lo que entró en mi vehículo y a lo mejor incluso, cambiando la opinión que sobre mi pudiera tener. Después me puse a reflexionar sobre lo ocurrido, y me reafirme en una teoría que mantengo desde hace muchos años y que no es otra que, la mal llamada, clase política no es más que un reflejo de la sociedad a la que representa, es decir, si tenemos, según el sentir popular, un 75-80 % de políticos corruptos es porque el pueblo de donde salen estos es potencialmente corrupto en la misma proporción. Es muy cierto que hace falta una regeneración política que limpie las instituciones de tanta suciedad, pero si esta regeneración no empieza por la misma sociedad de donde salen sus representantes, únicamente estaremos cambiando unos nombres por otros pero no estaremos avanzando hacia una sociedad mucho más limpia y comprometida.

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