Un grupo de amigos cofrades en su mayoría, y rocieros en muchos casos, se reunieron un año más para rescatar los villancicos clásicos
El pasado sábado, desde las 9 de la mañana, la puerta de la tasca del Flores en Plaza Rafael Rivero acogió la zambomba más tradicional de cuantas se recuerdan. Un grupo de amigos cofrades en su mayoría, y rocieros en muchos casos, se reunieron un año más para rescatar los villancicos clásicos que casi se van perdiendo con la llegada de las nuevas composiciones que llegan a convertirse en fenómenos virales. Pero para fenómenos, los que allí estuvieron haciendo sonar el carrizo de las cuatro o cinco zambombas que, al unísono, invitaban al contribuyente a acercarse al círculo donde sonaban títulos como Los Segadores, Jardín de Venus, Al Pasar por Casablanca, Estando el Señor Don Gato o La Tarara.
Poco a poco fueron asomándose cabezas curiosas que entendían que el acontecimiento eraextraordinario por aquello de la hora. Esa es una de las claves para entender este asunto, la ausencia de mirones que no participen sino molesten como suele ocurrir en el alto número de las que se celebran pasadas las diez de la noche.
Ángel Rodríguez Aguilocho, Perico Pérez, Andrés Villagrán, Mateo López, Javi Mayolín, Juan Montero y otros tantos estuvieron (quien escribe también) casi cuatro horas sin parar de disfrutar y hacer disfrutar al resto desde la tradición más auténtica.
Dos villancicos, Salí de la Casa Juego y Cuando el Eterno, sonaron con más fuerza que el resto cumpliendo así con el objetivo de refrescar la memoria y hacer perdurar en el tiempo romances de siglos atrás que se infravaloran en la actualidad.