La etarra, de 42 años, participó en la colocación de un coche bomba en la calle Cardenal Silicio de Madrid, que explosionó al paso del vehículo oficial en el que circulaba el director general de la Policía Científica, Juan Junquera González, objetivo del atentado. Entre los heridos, se encontraba una niña de tan sólo tres años de edad.
La detención de Dolores y su compañero, Aitor García Alaga. fue posible gracias a un ciudadano anónimo que observó la huida de dos personas justo después de la explosión. Este vecino comenzó una persecución en su coche que permitió a la Policía dar con ella y con su compañero.
Tregua rota
Asimismo, a Dolores se le atribuye la autoría del atentado que acabó con la vida del teniente coronel del Ejército de Tierra Pedro Blanco, el 21 de enero de 2000, en la confluencia de las calles Pizarra y Virgen del Puerto, también en la capital, que supuso la ruptura definitiva de la tregua propuesta por la banda armada en 1998, la primera que tuvo lugar tras el asesinato del concejal de Ermua Miguel Ángel Blanco.
Egüés Gurruchaga estaba siendo procesada, desde finales del pasado mes de septiembre, junto a los otros cuatro etarras del comando Buruahuste Juan Luis Rubenach Roig Txurdo, Gorka Palacios Alday Andoni, Iván Apaolaza Sancho Braulio y Javier Abaunza Martínez. Un compañero suyo de la organización le apuntó como la encargada de seleccionar a los objetivos de la banda.
Según fuentes penitenciarias, la llegada de Dolores a la prisión algecireña se produjo en estos últimos días procedente del centro penitenciario de Huelva.
Con la llegada de esta histórica integrante de la banda terrorista, la población reclusa en Botafuegos perteneciente a la banda armada vuelve a los 16 que tuvo hasta el pasado año.
Concejala y portavoz
Antes de dar el paso definitivo a la lucha armada, Ana Belén Egüés fue concejala de Batasuna en el municipio guipuzcoano de Elduayen.
En abril de 1999, se la acusó de alquilar un domicilio que utilizaría como piso franco el comando Donosti de ETA y huyó de la justicia, convirtiéndose en objetivo de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.
Tras su detención y posterior condena, Dolores ejerció como portavoz de los presos de la banda a nivel nacional, y suyas fueron unas declaraciones publicadas en el diario El Mundo, a principios de 2011, en las que manifestaba que la lucha armada era aún necesaria y que no habría disolución de la banda sin una contraprestación política. Todo ello meses antes del anuncio de la renuncia a las armas de ETA.