Declaran los testigos del juicio contra Juan Pablo Escribano

Publicado: 22/04/2009
El fiscal pide para él 25 años de ingreso en un centro psiquiátrico por matar a Jesús González
La Sección algecireña de la Audiencia Provincial celebró ayer la primera sesión en el juicio que se cursa contra el joven de 29 años Juan Pablo Escribano, a quien la acusación particular acusa del asesinato de un chico de 18 años, Jesús González Chapaza, el 25 de mayo de 2006.

Mientras que la acusación solicita para él una pena de prisión superior a los 20 años, el Ministerio Fiscal pide 25 de internamiento en un centro psiquiátrico, al considerar probado por un informe emitido por el médico forense en el proceso de instrucción que padecía esquizofrenia.

Dada la complejidad del proceso y la ingente cantidad de testigos solicitados por defensa, acusación particular y Ministerio Fiscal -un total de 25 entre policías, familiares y allegados del fallecido y de su presunto asesino, así como forenses-, la vista se dividió en dos sesiones.

La de ayer culminó tras el testimonio de agentes y personas identificadas, y únicamente quedan pendientes para hoy el testimonio de los médicos forenses a los que se ha encargado el caso y el de los dos testigos citados a declarar mediante videoconferencia, esto es, el denunciante y padre de la víctima, J.L.G, y el hermano del acusado, J.E.S.

Reconocimiento
Juan Pablo Escribano reconoció ayer desde el primer momento haber causado la muerte del amigo de su hermano, pero insistió en varias ocasiones en que no estaba en posesión de sus facultades mentales. No obstante, admitió recordar la secuencia de hechos que desembocó en el fallecimiento.

Escribano relató que llegó al domicilio de su hermano, donde este se encontraba con otros dos amigos, hacia las 23.00 horas del día de autos. En su declaración, comentó que aquel día creyó “que le iban a hacer daño a mi hermano” porque “la gente en general me ha hecho daño”. Asimismo, admitió que su hermano le reiteró en varias ocasiones que se calmase y que lo envió a su cuarto, pero que una vez allí escuchó voces que le indicaban que sus sospechas eran ciertas.

Al cabo de varias horas, la víctima y otro amigo del hermano del acusado decidieron marcharse. En ese momento, Escribano dijo que también se iba, y acompañó por el ascensor a los dos invitados de su hermano. Una vez allí, y tras marcharse el amigo de Jesús González, el acusado asevera que comenzó a oir de nuevo las voces que le alertaban del peligro contra su hermano, así que atacó a la víctima causándole la muerte tras propinarle once puñaladas. Una de ellas le atravesó el corazón.

El amigo de González que consiguió huir testificó también afirmando que Escribano llegó ya “nervioso”, un estado que “fue incrementándose” a lo largo de la noche, emitiendo frases como “van a rodar cabezas” o “alguien tiene que pagarlo”. Tras dejar a Jesús González con su agresor, no anduvo 100 metros hasta que oyó un alarido de auxilio de la víctima, y afirmó que cuando llegó “pensaba que le estaba pegando, pero al ir a separarlos me encontré con que sacaba un cuchillo”. Este testigo relató que comenzó a correr después de que Escribano dejase a su víctima y se fijase en él. Tras una larga persecución, durante la que el testigo se provocó una lesión en el tobillo, logró dejarlo atrás.

Mientras, González moría en brazos de su amigo, el hermano del autor del crimen. El propio J.E.S. comunicó a la Policía lo ocurrido y dio una descripción de su hermano, que fue detenido tres horas después en el mercado Ingeniero Torroja. El imputado comentó que, tras tirar en un contenedor el arma homicida y en otro más lejano la ropa que llevaba, había barajado la posibilidad de entregarse a la Policía, pero que tuvo miedo.

Pese a que era patente la tensión existente entre las familias, no se produjeron incidentes. Todos ellos permanecieron en la Audiencia durante casi ocho horas.

Enfermedad
La sesión de ayer sirvió para que se desglosaran los testimonios de los agentes de policía -todos ellos ratificados en sus informes iniciales-, así como las personas relacionadas con el caso. Hoy, le llegará el turno de los forenses, de cuyos informes se desprenderá si Juan Pablo Escribano era o no dueño de sus actos en el momento de cometer el crimen.

Ya en 2006, días después de la detención del joven, se conocieron datos de uno de ellos en los que se avalaba la presencia de esta enfermedad. Desde la familia del presunto autor de los hechos, se recordaba ayer que Escribano estuvo ingresado hasta en cinco ocasiones por este motivo, y que ha estado en tratamiento durante dos años en una unidad psiquiátrica de Sevilla.

Además, la propia familia dio ayer a conocer un antecedente familiar espeluznante, y es que un hermano del acusado, también aquejado de esta enfermedad, falleció años antes del crimen después de lanzarse al vacío desde un balcón. De igual modo, otras fuentes consultadas llegaron a afirmar que era habitual que el acusado durmiese con un cuchillo al sentirse amenazado.

El abogado de la acusación trató de demostrar en varios momentos del proceso que Juan Pablo Escribano sabía de las consecuencias de sus actos en el momento de cometer el crimen. Para ello, el representante de la familia de la víctima se hizo eco de algunas de las declaraciones del propio acusado, en las que afirmaba recordar la secuencia de los hechos, y también uno de los testimonios en el que se decía que Escribano cesó momentáneamente de su actitud violenta en la vivienda cuando su hermano amenazó con llamar a la Policía.

Asimismo, vio reforzada su tesis cuando uno de los agentes actuantes relató que en el momento de la detención Escribano se hallaba tranquilo y que aparentemente no mostraba arrepentimiento.

No obstante, el punto en el que el abogado basa su creencia de la responsabilidad penal del acusado es lo ocurrido antes del crimen. Escribano admitió haber pedido a su hermano, antes de salir, que le dejase un chaquetón y un pantalón largo, algo que confirmó el amigo de la víctima. Escribano dijo que fue “porque tenía frío”, algo que sorprendió al abogado “tratándose del mes de mayo”.

En el intervalo entre este hecho y el momento en que bajó a la calle con la víctima y su amigo, Escribano habría cogido un cuchillo que se encontraba en una mesa de la vivienda de su hermano. Después del crimen, se deshizo de la ropa.

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