Jerez

Cine español con acento andaluz

Literatura y cine se daban la mano esta semana en una perfecta simbiosis de talento y creatividad a las puertas de la Fundación Caballero Bonald. Ante nosotros, dos consagrados del cine español. Benito Zambrano es director y guionista. A su lado, compañero de profesión, Álvaro Begines.

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Los dos, Benito Zambrano y Álvaro Begines, son andaluces, cineastas y con un futuro brillante por delante para seguir deleitándonos con su arte. Películas como La voz dormida, Solas (ganadora de cinco Goyas), del primero, o Cómo se frotan las patitas, del segundo, reflejan con una sencilla exquisitez el drama social a través del sentimiento, de la pasión humana y, en el caso de Begines, de la música. Quizás esto  se deba a que ambos cineastas descubrieron en Cuba un nuevo modo de hacer cine, mucho más intimista y personal, cuando en España aún no tenían las infraestructuras necesarias para especializarse. Zambrano nos dice, entre risas, que su película Habana Blues fue una manera de homenajear a una tierra que siempre le hizo sentirse como en casa. Allí aprendieron  a conectar con la vida, a preocuparse menos y sentir más, y eso se refleja en la pasión que le imprimen a su trabajo. Sienten que España aún está a kilómetros luz de convertirse en  una primera potencia en lo que a la gran pantalla se refiere.  Para ellos, Estados Unidos es una fábrica de producción a nivel mundial mientras que en nuestro país aún nos conformamos con una simple artesanía.Aún así, ambos defienden el producto nacional.

¿Siente que está valorada la profesión de guionista? ¿Hay un respaldo entre los de su profesión?
Benito Zambrano: No. Para mí, ése es uno de los grandes problemas de ésta nuestra industria. Lo único que se respeta del guión es en publicidad. Un creativo que diseña una campaña... ahí es Dios todopoderoso. Al que se le ocurrió la idea de la chispa de la vida... ése es el genio. En el resto de ámbitos, los creadores a copiarnos, a plagiarnos... o a que nos den por culo. En general los maltratamos mucho y en particular a los guionistas y son la base más importante. El primero que vio Solas fui yo y el primero que vio la película de Álvaro fue él. El guion ya es una película textual y es la base fundamental sobre la que se va a sostener todo el edificio.

¿Podríamos decir entonces que hay una mayor protección para el escritor de  libros que para el guionista?
El escritor de un libro es principio y  fin entre comillas. Él escribe su libro y ya está,  aunque es verdad que después hay que editarlo y moverlo, está claro, pero es que el problema del guion es que son como los planos de un arquitecto, no son nada si no se construyen. Un pintor pinta y ahí está, un músico compone, canta... y ahí está. Pero un guion no es nada. Ni siquiera es publicable. Yo escribo un guion y no me siento escritor. De hecho, una de las lecciones que te dan cuando estudias es: «no te pongas poético, chaval». La poesía va a estar después en el aire. Cómo yo cojo, cómo yo ruedo, qué luz, qué vestuario... cuando uno rueda, es como si escribiese la película y ahí es donde está la belleza del cine.

¿Satisface escribir guiones el ansia de crear o hay que complementarla con la dirección?
Si eres guionista sí. Lo peor que te puede pasar es que tus películas no se hagan. Hay muchos guionistas que dicen que no quieren dirigir, pero la mayoría sí lo hacen, por algo será. Yo creo que escribir es la parte más importante, es el mapa del tesoro, pero es dirigiendo cuando la magia ocurre.

Bajan las ayudas, sube la creatividad

Critican, no sin cierto desánimo, lo poco apoyados que se sienten por su gobierno. Un  gobierno al que no le interesa que la cultura sea un bien común.
Reivindican la gran cantidad de personas que viven bajo el techo del cine y el desconocimiento y los prejuicios que surgen alrededor, especialmente en las ayudas económicas. Son conscientes del tijeretazo cultural que ha recibido la gran pantalla española y de lo difícil y costoso que es hacer una película en nuestro país, pero mantienen un actitud positiva al respecto. Zambrano nos cuenta que precisamente gracias a los recortes ha conseguido que su cine sea más minuicioso, más perfeccionista, ya que no puede permitirse el lujo de tener que repetir localizaciones. Quizás el cine americano sí pueda permitírselo, pero definitivamente el español no. Ahí reside la gran responsabilidad del director, saber que en el momento en el que dice que la toma es buena, no puede volver atrás, no existen las segundas oportunidades. Debe estar seguro al cien por cien de que ha conseguido transmitir la esencia de la película en la escena que acaba de grabar. Quizás ahí reside el secreto de la magia del cine español.

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