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Las contorsiones del masaje tailandés, patrimonio intangible de la UNESCO

EFE – El codo hincado en el omóplato o fuertes estiramientos propios de un contorsionista, son terapias habituales del masaje tailandés, o Nuad Thai, recién reconocido por la Unesco como patrimonio cultural intangible. Tailandia celebró este viernes la decisión del organismo de la ONU, anunciada durante su reunión anual la víspera en Bogotá, ya que […]

EFE – El codo hincado en el omóplato o fuertes estiramientos propios de un contorsionista, son terapias habituales del masaje tailandés, o Nuad Thai, recién reconocido por la Unesco como patrimonio cultural intangible.

Tailandia celebró este viernes la decisión del organismo de la ONU, anunciada durante su reunión anual la víspera en Bogotá, ya que se considera que este estatus ayudará a preservar el conocimiento para futuras generaciones.

«Preservar esta herencia de sabiduría ancestral es uno de los mayores éxitos del pueblo tailandés», declaró en referencia al masaje tailandés el viceprimer ministro y ministro de Salud Pública, Anutin Charnvirakul, en su perfil de Facebook.


La Unesco ha reconocido que el masaje tradicional «ayuda a reequilibrar el cuerpo, la energía y la estructura del paciente para tratar enfermedades que se cree que son causadas por la obstrucción del flujo de energía a lo largo de las líneas que se entrecruzan en el cuerpo humano».

MEDICINA TRADICIONAL

Parte de la medicina tradicional, el arte y la cultura tailandesa, los pequeños negocios de masajes se prodigan a lo largo del país a unos precios asequibles y emplean a miles de personas, en su mayoría mujeres.

Desde espás de lujo a cochambrosos establecimientos, los precios pueden variar por una sesión de 1 hora entre los 3.000 bat (100 dólares o 90 euros) y los 150 bat (5 dólares o 4,5 euros).

Es común que algún grito de dolor se escape entre los primerizos turistas que se adentran a conocer de primera mano el masaje tailandés con las esperanzas de disfrutar de un tiempo de relajación durante su visita a este tórrido país tropical conocido por sus playas paradisíacas y su caótica capital.

Tras una breve plegaria budista, los robustos dedos de la masajista comienzan a hundirse con vigor por los músculos de piernas, brazos, torso, espalda y cuello, en ocasiones, ayudado por un ungüento de olor mentolado.

Utilizando sus rodillas contra la parte baja de la espalda del cliente, la terapeuta agarra los antebrazos y fuerza al usuario a doblarse hacia atrás, en un movimiento finalizando la sesión y que ayuda a liberar de tensión en las vértebras lumbares y dorsales, según los profesionales.

ORIGEN INDIO

Conforme al relato de escritos centenarios tailandeses, un ermitaño natural de la India concibió 80 posturas para estirar su cuerpo con el fin de prevenir y curar los dolores corporales y enfermedades del sistema circulatorio y respiratorio.

Estos conocimientos llegaron al extinto reino de Ayutthaya (parte central de la actual Tailandia) en el siglo XIV y se fue propagando mediante el boca a boca de padres a hijos.

Amenazada por la desaparición tras la invasión birmana y destrucción del reino, el rey Rama I, precursor en siglo XVIII de la actual dinastía reinante, reunió los conocimientos en Wat Pho, un templo considerado como la primera universidad del país.

El colegio del Wat Pho, fundado de manera oficial en 1955, seleccionó las 18 posturas menos complicadas para facilitar y difundir el estudio de la materia.

Cada mes una media de entre 700 y 800 estudiantes, la mitad de ellos extranjeros, se forma sobre la práctica del masaje tailandés en esta escuela, indica a Efe Vipha Sutthiprateep, la maestra del Wat Pho.

ORGULLO NACIONAL

«Este reconocimiento es un orgullo para nuestra escuela y para toda la nación, ello puede ayudar a que más personas se interesen por aprender las técnicas», apunta la terapeuta.

El masaje tailandés está tan asentado en la sociedad local que durante las protestas antigubernamentales de finales de 2013 puestos de masajes gratuitos se prodigaban por las calles de Bangkok para ofrecer alivio a los manifestantes.

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