Adictos al catastrofismo y a la crónica negra

Publicado: 07/04/2018
Autor

Abraham Ceballos

Abraham Ceballos es director de Viva Jerez y coordinador de 7 Televisión Jerez. Periodista y crítico de cine

Lo que queda del día

Un repaso a 'los restos del día', todo aquello que nos pasa, nos seduce o nos afecta, de la política al fútbol, del cine a la música

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El Gobierno central debería contrarrestar su empeño por subrayar los éxitos policiales en el Campo de Gibraltar con otro en favor de los atractivos de la zona
Poco antes de Semana Santa,  el sector turístico se quejaba de la imagen catastrófica y catastrofista que estábamos ofreciendo de la provincia de Cádiz a través de los medios de comunicación y de las redes sociales como consecuencia de la colección de vídeos y fotos acumuladas y compartidas sobre los momentos más crudos del crudo invierno: chiringuitos destrozados, playas sin arena, carreteras cortadas, campos inundados...

Ninguna de esas imágenes eran una invención, ni la mayor parte de las informaciones que las acompañaban, pero sí es cierto que, en el caso de las difundidas por redes sociales, incorporaban un sobreactuado celo por parte de quienes hacían uso de ellas como si se tratara de una exclusiva, hasta forzar esa extendida y maliciosa sensación de estar sumidos en el apocalipsis. Si tienen familiares fuera de la provincia, seguro que les han llamado para ver cómo se encuentran y si han sobrevivido al temporal. Cambien a sus familiares por quienes hacían por entonces sus planes de vacaciones para Semana Santa y entenderán a los hoteleros que han visto mermadas sus reservas de este año, pese a que la mayoría de playas y negocios se encontraban abiertos con normalidad.

Lo mismo ocurre actualmente con el Campo de Gibraltar. A tal punto ha llegado la obsesión del Ministerio del Interior por hacer visible la presencia y efectividad de las fuerzas y cuerpos de seguridad en su lucha contra el narcotráfico en la zona, que a diario se suceden una tras otra las informaciones sobre las diferentes operaciones que se llevan a cabo con éxito, incluida la cantidad de droga incautada, el número de detenidos y la violencia demostrada por éstos a la hora de intentar huir o hacer frente a los agentes.

Recopilo como ejemplo los titulares difundidos por agencias en el transcurso de los dos últimos días: “La Policía detiene a una persona e interviene 6.000 kilos de hachís en un zulo hidráulico en La Línea”; “Cuatro detenidos en Algeciras tras un tiroteo entre presuntos narcotraficantes y la Policía”; “ Intervenidas más de ocho toneladas de hachís en las dos operaciones policiales en el Campo de Gibraltar”; “Ocho detenidos de una red de narcotráfico a través del Estrecho e intervenidos 750 kilos de hachís”; “Desmantelada una red criminal, con sede en Algeciras, de exportación ilegal de angulas a China y Japón”; “Dos guardias civiles heridos tras ser embestidos en San Roque por un coche cargado con droga”; “Detenida una persona y desmantelada una plantación de marihuana en Algeciras”; “Detenido el conductor de un vehículo en Algeciras tras darse a la fuga en un control policial”; “Intervenidas 22.000 cajetillas de tabaco de contrabando en una vivienda de La Línea”. Solo en dos días; e insisto, informaciones veraces, pero, ¿acaso creen que ante semejante escaparate pueda haber alguien que se plantee en este momento venir de vacaciones a conocer La Línea, Algeciras o San Roque? Y ya no solo por eso, ¿o tampoco han escuchado los vínculos que, a raíz del fenómeno Fariña, describen al litoral algecireño como “la nueva Galicia”? ¿No sería adecuado, y hasta exigible, que el propio Gobierno central contrarrestara ahora ese empeño por subrayar los éxitos policiales con otro similar en pos de la normalidad y atractivos de toda la comarca?

Un ejemplo más. ¿Cuántas veces han visto aparecer la ciudad de Arcos en portadas e informativos de medios nacionales a lo largo del último año? Yo se las digo: una. Fue este pasado lunes y, por supuesto, a causa de un suceso, el de la muerte de una persona que participaba en la suelta del Toro del Aleluya. Ya no solo seguimos alimentando nuestra leyenda negra, sino que la engordamos desde nuestro inagotable afán por la relevancia que hemos asociado a nuestro perfil en las redes sociales, reconvertidas ya, como sostiene nuestro compañero Antonio Mondéjar con notable acierto, en redes-basura, a imitación del modelo de tele-basura que parece inspirar esta insensatez de malvender lo que nos hace únicos, como si nos costara reconocerlo.

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