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Los belenes de una Navidad con poso de amargura

EFE – Son muchas las cosas importantes que siguen en cuarentena, pero este no es el caso de los belenes navideños. Los hay sencillos y compactos en espacios reducidos, pero también abundan aquellos que se alejan de la sobriedad. Algunos ocupan este 2020 barras inactivas de bares, mientras que otros han salido al exterior por […]

EFE – Son muchas las cosas importantes que siguen en cuarentena, pero este no es el caso de los belenes navideños. Los hay sencillos y compactos en espacios reducidos, pero también abundan aquellos que se alejan de la sobriedad.

Algunos ocupan este 2020 barras inactivas de bares, mientras que otros han salido al exterior por primera vez. Y si unos son más serios, bien es cierto que los que se permiten cierta ‘vis’ cómica… haberlos, haylos.

El montaje artesanal de Valga (Pontevedra) es joven. Empezó como una aventura, pero, casualidades de la vida, aquel entretenido pasatiempo de amigos cumple este diciembre 25 años.

En un espacio de 400 metros cuadrados, junto a los pastores, a los animales, a los puentes y a los ríos con piedras están el presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump, tal cual como un ‘Superman’ y portando una botella de lejía; y muy cerca de él su sucesor, Joe Biden.

Entre las más de 4.500 figuras tienen hueco el jefe del Ejecutivo español Pedro Sánchez, el director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, el mandatario gallego Alberto Núñez Feijóo al que ponen la vacuna de la gripe, e incluso el comunicador Vicente Vallés, conocido presentador del telediario de Antena 3.

Con ellos, figuran personajes que ya no están, como Lucía Bosé, Pau Donés y Diego Armando Maradona. Y, cómo no, hospitales colapsados, puntos de autocovid, movilizaciones feministas y hasta carteles de “se vende”.

Un rótulo así no luce ni por asomo en el restaurante Marinero, asentado en el puerto de Ribadeo (Lugo), donde su dueño, Roberto Rivas, ha decidido que una buena manera de bregar contra la adversidad es agudizar el ingenio.

Así, en la barra que por las restricciones imperantes no puede utilizar, de seis metros de largo por 60 centímetros de ancho, hay una recreación propia de esta época bien iluminada, con caudal de agua incluido, hecha con ayuda de los trabajadores del establecimiento y de la decoradora Susana Bustelo. Todo el material empleado es reciclado.

Lo mismo pasa en Allariz (Ourense), un ayuntamiento que apenas invierte unos pocos miles de euros pues su navidad es de “pocas luces”, entiéndase bien, en el sentido de que huyen de la contaminación lumínica y apuestan por la sostenibilidad y por hacer con lo pequeño, con lo que tienen guardado de eventos varios, algo realmente grande.

Una fórmula que, por las críticas recibidas, funciona. Sin ir más lejos, los renos de madera de árboles recuperados acaparan todos los flashes.

La imaginación y lo hecho a mano triunfan. Otra prueba de ello está en la aldea riojana de la Villa de Ocón, donde su colorido y admirado árbol de cuatro metros de alto y dos de ancho está engalanado con 1.100 piezas de ganchillo tejidas por veintiuna mujeres.

En lugares como Zaragoza solamente necesitan seguir con la costumbre para captar la atención, pues en la capital aragonesa está el único belén de España con figuras de tamaño real, 56 las principales, en una superficie de aproximadamente 1.175 metros cuadrados.

Es este sin duda un enorme reclamo, como lo es la ironía, esa que tan bien conocen en Huétor Tájar (Granada), ya que allí los Reyes Magos llevan al niño un presente muy diferente a los de siempre: ni más ni menos que la vacuna contra la covid-19.

Sin duda, el antídoto en el que toda la población confía y, no en vano, “esperanza” es precisamente el nombre del nacimiento instalado en el Centro Cultural Antiguo Casino, en Ciudad Real.

En Madrid, el belén de Sol no está en un recinto bien ventilado, puesto que ha salido de la sede del gobierno, algo que no había ocurrido en dieciocho años, y lo ha hecho con sus 80 metros cuadrados, sus 235 figuras, sus 1.500 kilos de corcho, 500 de agua y 600 de arena y rocas.

Ocurre lo mismo en Ávila, con los 500 nacimientos de “Mundo Belén”, la exposición de cientos de representaciones de los cinco continentes. En esta ocasión, pandemia obliga, el trayecto es al aire libre.

En Corbera de Llobregat deberán esperar por tiempos mejores, ya que se ha suspendido la 59 edición del ‘Pessebre Vivent’ que se celebraba anualmente, y de forma ininterrumpida, desde 1962.

La del belenismo es una tradición que se remonta a la Edad Media, cuando San Francisco de Asís quiso conmemorar el nacimiento de Jesús en la lejana Nochebuena de 1223. Pasado el tiempo, en 1465 se abrió el primer taller especializado en París y ya en 1471 en Alcorcón, en la Comunidad de Madrid.

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