Málaga

“La gracia es intentar hacer al lector cómplice del punto de vista de un malvado"

Pese a que tiene un tratamiento esperpéntico, a veces casi alucinado, sin embargo, es una novela que tiene un trasfondo de verdad histórica muy fuerte

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  • Firmando un ejemplar de su última novela. -
  • Creo que en la derrota somos más humanos, mostramos nuestras pasiones de una manera más auténtica, se odia y se ama con mayor dedicación

Juan Manuel de Prada no necesita casi presentación, al ser uno de los mejores escritores de este tiempo. Con una carrera consolidada a base de grandes novelas, anda ahora inmerso en la continuación de 'Mil ojos esconde la noche', una historia de la que ya disponemos de la primera entrega, 'La ciudad sin luz', en el proyecto más ambicioso asumido hasta ahora por el autor, que puede convertirse en su mejor trabajo literario.

Este es uno de esos hijos que cuesta, ¿no? Ha sido un hijo difícil de alumbrar.

Sí, la verdad es que es la novela más ambiciosa de todas las he escrito. Una novela que tiene mil seiscientas páginas. Ahora se publica esta primera entrega con ochocientas. Y la verdad es que es una novela que tiene mucho trabajo detrás. Primero, con una labor de documentación muy amplia; es una novela sobre los artistas y escritores españoles que vivían en París durante la Segunda Guerra Mundial, un tema bastante desconocido, pero la realidad es que París era la capital de las artes y de las letras y muchas y muchos artistas, muchos escritores en aquella época consideraban que para triunfar pues que había que estar o al menos ir a París. Cuando los alemanes derrotan a Francia y ocupan el país, y concretamente la capital, muchos se quedan allí atrapados o se quedan tan campantes ¿no?; se quedan allí viviendo esa nueva situación. A ellos se suman además todos los corresponsales de la prensa española, la prensa franquista, y se suman también aventureros que viven por Europa y que deciden instalarse en París. Todos ellos forman una colonia muy pintoresca, desde personajes universalmente conocidos, como Picasso, hasta escritores o pintores desconocidos. Desconocidos hoy al menos. Juntos componen una especie de enjambre de personajes muy apetitosos, y en esta novela se cuentan un poco sus avatares durante estos años.

Venían huyendo de España y se encuentran la llegada de los nazis a París…

Eran personajes que venían precisamente huyendo después de civil y de la instauración del franquismo, todos, algunos sí; había otros que estaban allí con la representación de Falange y del gobierno. A mí eso, me resultaba muy atractivo, claro; son como dos polos en una situación tan difícil como la Segunda Guerra Mundial, ese telón de fondo de de una Europa que se está despedazando. Ahí, hay un grupo de personajes de procedencia muy diversa, porque como digo, estaban los que llevaban mucho tiempo, instalados ahí, incluso treinta años, como Picasso que llevaba treinta años en París, otros que efectivamente llegan con la derrota de la República, en enero, febrero del año treinta y nueve, cuando cae Cataluña y se produce la debacle del frente. Otros, que efectivamente, van allí para desempeñar las labores de corresponsales o empleados, por las diversas instituciones, la embajada española, la delegación de Falange, etcétera, etcétera. Ahí se forma verdaderamente una combinación bastante explosiva pero muy interesante desde el punto de vista novelesco. Algunos que se quedaron ahí, otros que murieron allí y otros que sí regresaron, hay de todo; realmente algunos digamos que los representantes del régimen franquista tuvieron que salir por patas en el año cuarenta y cuatro tras el desembarco de Normandía todos ellos se van porque temen por sus vidas, por las represalias que puede haber después de lo que han estado haciendo durante esos años; otros van volviendo a España, muchos exiliados que no tenían especial adscripción política, regresan, pero hay otros muchos que se quedan para siempre en París, incluso mueren en París.

Es curioso que se titule La ciudad sin luz, cuando precisamente, París es conocida como La Ciudad de la luz, ¿No?

Sí, claro, porque durante estos años, en París, a las diez de la noche, hay un toque de queda que obliga a la gente a quedarse en casa y con las luces apagadas. A partir de las diez de la noche es una ciudad muerta., Y la presencia de esa vacía, esa noche desierta, tiene también mucha presencia en la novela. Un mundo muy interesante, porque efectivamente, es el contraste del París luminoso, ese París agitado, donde la libertad creativa es la nota predominante, de repente durante estos años se convierte exactamente en lo contrario, es un París oscuro, atenazado por el miedo, donde la vida adquiere nuevos hábitos. Pues por ejemplo los alemanes inmediatamente prohíben a la gente ir en coche. Todo el combustible se destina a la a la guerra, entonces hay que empezar a desplazarse en París o bien en metro, que permanece abierto durante toda la ocupación, o bien en bicicleta. Y ahí es cuando nace el velo taxi, una bicicleta con un remolque en donde el pasajero se sentaba atrás, como en un carro de estos de de caballos para los turistas. Y cambia algo tan sencillo como la alimentación. De repente los alimentos están restringidos, hay cartillas de racionamiento y comer se convierte en una epopeya. Muchos de los personajes sobreviven gracias a los trapicheros del mercado negro. Se desarrollan nuevas actividades, los ricos que ven como merma su fortuna porque la moneda se devalúa, los aliados a todos los países que estaban sometidos al tercer Reich, procuraban destruirles la moneda. Entonces el Franco hay un momento en que va a caer, a caer, a caer, y claro, los ricos dicen, ¿Cómo mantenemos la fortuna? Pues hay que invertir en obras de arte. Entonces surge un negocio de falsificación de obras de arte. César González Ruano, por ejemplo, que es uno de los personajes que aparecen en esta novela. Pues César González Ruano organiza un grupo de artistas españoles que se dedican a la falsificación de obras. Quiero decir que todo cambia. Las actividades de una ciudad que de repente está sometida a una situación de excepción, de guerra.

Todo ese mundo se nos narra en esta en esta novela, a través de los ojos, de un personaje oscuro.

Sí. Fernando Navales, que es el protagonista y narrador de mi novela, era ya protagonista y narrador de mi primera novela las máscaras del héroe, novela que publico en los años noventa, que ha llovido ya mucho, y Fernando Navales recibe la encomienda de captar, de engatusar a todos los exiliados o artistas que llevan mucho tiempo viviendo en París, para que colaboren en las actividades culturales de falange. Se pone manos a la obra; es una misión ingrata, abyecta, pero que la realiza encantado de la vida porque tiene mala índole digamos así

 

En los estudios de 7Tv con Juan Diego Morales.

Él es un personaje que habla, cuenta y actúa desde el resentimiento.

Sí, el resentimiento es lo predominante y el motor vida de Navales. Es su nombre que tiene talento literario o al menos así lo considera él, y  se considera relegado injustamente, tanto en el mundo literario como en Falange; ha sido amigo íntimo de José Antonio Primo de Rivera; ha hecho trabajos sucios para este, y se tropieza con que después de la guerra, precisamente porque ha hecho sus trabajos sucios, se le prefiere esconder. Esto lo lleva muy mal y, efectivamente, ha desarrollado un resentimiento monstruoso que va a repercutir sobre sus víctimas, sobre todos estos escritores y artistas a los que quiere atraer hacia la colaboración con Falange.

Narra en primera persona y con bastante acidez a veces ¿No?

Sí, vamos a ver, es una historia tan dura, porque digamos que la misión que se le encomiendan ahora es muy dura y vamos a ver cómo engaña, cómo atrae con malas artes a toda esa colonia de escritores y artistas, que evidentemente, la maldad de Navales tenía que tener una expresión burlona para que al lector al lector le resulte más aceptable o más digerible. La gracia de la novela es intentar hacer al lector cómplice del punto de vista de Fernando Navales, un hombre malvado que constantemente está maquinando trampas para que sus víctimas caigan en sus redes y, de alguna manera, se invita al lector a que participe de esas tramas o no, digamos que juego a someter al lector a esa situación de “pero ¿cómo puedo reírme de lo que dice este hombre? si lo que dice es una brutalidad “.Este es el juego que trato de extender.

Yo recuerdo que tuve un director en un periódico que me decía que había que escribir desde la mala leche.

Bueno. Es indudable que la mala leche es atractiva. Porque todos nos hacemos los buenecitos, pero en el fondo sabemos que no somos tanto. Y cuando leemos algo en donde el protagonista abiertamente nos muestra su mala índole, pues en el fondo nos regocijamos, porque sabemos que está apelando a algo que nosotros llevamos escondido, que procuramos que no se sepa, pero que está ahí.

Hay muchísimos personajes, todos históricos. Esto lleva a decenas de años de documentación, pero le ha ayudado una documentación de una biografía que escribió anteriormente.

Sí, de una escritora catalana, Ana María Martínez Saguí que estuvo en París en estos años. Efectivamente, la reconstrucción de la vida de esta mujer para mí fue muy costosa y uno de los momentos más interesantes fue la reconstrucción de los años de la Segunda Guerra Mundial que pasa en París. Entonces, para tratar de reconstruir estos años, acudí sobre todo a los archivos policiales. En París hay dos grandes archivos policiales, uno que está en el archivo nacional, que son los llamados archivos Moscú, que eran los archivos de la policía hasta junio del año cuarenta cuando llegan los alemanes a París, se los llevan a Berlín y cuando cae Berlín, en el año cuarenta y cinco, los rusos se los llevan a Moscú y en los años noventa los devuelven a Francia, pero tienen ese nombre de archivos Moscú; y luego están los archivos de la Prefectura de policía, a partir del año cuarenta la policía francesa sigue haciendo sus labores, pero tiene que empezar de nuevo sus archivos y también ahí hay unos expedientes policiales, una documentación verdaderamente impresionante. Hay que decir además que los españoles eran contemplados con suspicacia, los españoles, sobre todo los exiliados, eran considerados elementos peligrosos, les llamaban en aquel momento “los indeseables”, y de hecho, Francia trata muy mal a los exiliados españoles, los manda a campos de concentración en las playas de Occitania, los trata de forma ignominiosa, la verdad, y hace un seguimiento policial muy fuerte de ellos. Leyendo, uno se encuentra con cosas muy llamativas y todo ese material me ha suministrado mucha inspiración para la escritura de la novela.

Con su último hijo literario.

Ha sido una época convulsa, que eso también es otro atractivo.

Es un atractivo porque en una época como esta, en épocas difíciles, en épocas de penuria, en épocas de miedo porque claro, no debemos olvidar el miedo que tenían muchas de estas personas que muchas veces habían mostrado adhesión a ideologías que eran exactamente las contrarias del nazismo, vivían atenazados por el miedo. Cuando uno tiene que vivir en esta situación, pues aflora lo más noble y lo más mezquino de uno, porque es una lucha por la supervivencia, una lucha para evitar que te descubran; es una lucha para conseguir pasar inadvertido; una lucha para conseguir comida por ejemplo. Todo eso nos pone al filo del abismo. Y en una novela, naturalmente, impacta mucho más ver a los personajes al filo del abismo. Digámoslo así, ¿no?

Nos mete la vida de esos personajes, situaciones familiares, ¿todo esto lo ha sacado esta documentación policial?

Sí, y de la prensa de la época; Falange tenía un semanario que publicaba allí en París donde hay muchísima información también sobre la existencia de los de los escritores y de los artistas españoles en París. La novela, a pesar de que tiene un tratamiento esperpéntico, a veces casi parece alucinado, sin embargo, es una novela que tiene un trasfondo de verdad histórica muy fuerte. Es una novela que se basa en acontecimientos que ocurrieron realmente aunque contados de una manera que nos hace creer que son pura fantasía, pero no, la novela se atiene mucho a lo que realmente sucedió.

Bueno, eso satisface al cotilla que llevamos dentro todos los lectores.

Sí, porque vamos a saber muchas cosas de algunos de los grandes personajes de la cultura española. Vamos a ver a Picasso en su vida íntima, a Gregorio Marañón en su vida íntima, vamos a ver a César Gonzalo en su vida  íntima. Vamos a ver una serie de personajes que forman parte de la cultura española y los vamos a conocer en su vida íntima, porque una de las obras que yo también he utilizado mucho en la escritura de esta novela es la correspondencia. Muchos de esos personajes, cuando mueren, sus herederos entregan la correspondencia  a los archivos, ahí, te encuentras con joyas porque te cuentan su vida cotidiana; le escriben a su familia que está en España y le cuentan las dificultades que tienen para conseguir trabajo, para escribir, para comprar…, les piden que les envíen comida de España, entonces te enteras de muchas intimidades, de cómo se han peleado entre sí, como uno ha perdido a su novia, como otro ha conocido a una mujer y al mismo tiempo tiene a su mujer legítima, en España; en fin, todas estas cosas le dan mucho sabor. Y en esta novela, efectivamente, conocemos mucho de la intimidad, a veces una vida íntima prohibida, una vida íntima clandestina de la que nada se sabe de estos personajes.

Es poner su mirada en otra época, en la historia, no sé si es que se ha cansado de la actualidad.

A mí me han interesado siempre mucho los ambientes literarios, artísticos, los personajes malditos, los bohemios. En este caso, los exiliados no dejan de ser también unos parias, todo ese mundo de la derrota, todo ese mundo del fracaso, todo ese mundo del malditismo, siempre ha ejercido sobre mí una atracción especial. Al comienzo de mi carrera, a m, en Las máscaras del héroe,  es una novela que trata sobre la bohemia madrileña y ahora, de alguna manera, trata sobre la bohemia, otra bohemia, una bohemia causada por los desgarramientos bélicos y políticos de la época. Digamos que son mundos que a mí me atraen mucho; me atrae la derrota, creo que en la derrota somos más humanos, mostramos nuestras pasiones de una manera más auténtica; se odia y se ama con mayor dedicación que cuando uno vive plácidamente y en este sentido, creo que en estas situaciones tan peliagudas es donde aflora lo más novelesco.

Decíamos al principio mil seiscientas páginas, pero escritas a mano, que luego pasaron a ordenador y comentaba usted que le ha quedado un callo con la yema del dedo pulgar totalmente reventada, pero, ¿le ha dejado también callo en el alma”

Hombre, vamos a ver, un trabajo de así te deja exhausto, te deja muy seco, te deja exprimido, la verdad. A mí esta novela me ha dejado totalmente exprimido. Es la novela en la que yo más me he volcado, es la novela en la que yo me he entregado por completo, escrita en un tono literario muy potente, que hace que realmente en cada frase, cada párrafo, cada página yo haya dado lo mejor de mí. Entonces sí, es una novela que me ha dejado muy exhausto; bueno, como te ocurre, cuando lo das todo y yo en este libro, lo he dado todo, y en ese sentido,  es verdad que te quedas como una vaca que ha sido ordeñada hasta la última gota

Por eso decía usted mismo y se lo preguntaba, y al principio lo comentaba, que es la novela más ambiciosa de su carrera.

Sí, sí lo es. Porque aunque he escrito otros libros también extensos, está la biografía la que hablábamos antes El Derecho a Soñar, la biografía sobre Ana María Martínez Seguí, una novela en donde hay un trabajo imaginativo porque toda esa documentación es la tienes que mutar; cuando escribes una biografía simplemente tienes que exponer los documentos que has encontrado,, ordenarlos. Pero bueno, la escritura es mucho más sencilla porque tienes ese sostén. Cuando fantaseas, por mucho que te hayas documentado, tienes que hacer un esfuerzo suplementario. Además, si pretendes que la obra tenga una fuerza en la escritura, pues te tienes que emplear tú también a tope. Entonces sí, la verdad es que ha sido un trabajo que me ha dejado desfondado por completo, Ahora voy a tardar un poquito en reponerme.

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