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Matan a un hombre para poder escribir un libro sobre asesinos en serie

Siempre ha habido escritores que se han involucrado tanto con sus personajes que han vivido experiencias similares, pero esto es pasarse mucho. Jemma Lilley (26 años) y Trudi Lenon (43 años) han sido declaradas culpables de asesinar a Aaron Pajic, un joven austista de 18 años. El veredicto del Tribunal Supremo de Perth (Australia) lo […]

Siempre ha habido escritores que se han involucrado tanto con sus personajes que han vivido experiencias similares, pero esto es pasarse mucho. Jemma Lilley (26 años) y Trudi Lenon (43 años) han sido declaradas culpables de asesinar a Aaron Pajic, un joven austista de 18 años. El veredicto del Tribunal Supremo de Perth (Australia) lo deja claro: entre ambas mataron a sangre fría al joven, que fue cosido a puñaladas.

Tras acabar con él, lo enterraron en una pequeña tumba situada en el jardín trasero de la casa. Allí encontró el cuerpo la policía como punto y final a su investigación en este horrendo crimen.

Pero lo peor de este asesinato es el motivo, un libro. Así lo explicó Lilley, que definió el asunto como «parte de su investigación sobre asesinato y tortura para una trilogía que estaba escribiendo».

La asesina confesa ya había escrito una novela de asesinatos a los 16 años. En la ficción, un asesino en serie marcaba a sus víctimas con una sonrisa en la suela de los zapatos.

Lilley, que se mudó a Australia hace seis años, aseguraba que su «objetivo en la vida» era matar a alguien antes de cumplir 25 años. Y no se cortó un pelo al explicarlo así en el juicio, lo que motivó la sentencia al considerla «una persona obsesionada con la violencia y todo tipo de manifestaciones de tortura incuestionablemente crueles sobre las que escribía».

Según las investigaciones, Lilley estaba tan «satisfecha y eufórica» ​​después de cometer el asesinato que no pudo evitar alardear de ello con uno de sus colegas. A tenor de esto, queda claro que este primer asesinato podría haber desencadenado una oleada en serie que, por suerte, no ha sucedido.

Las pruebas de la culpabilidad de Lilley y Lenon recaen en una serie de mensajes telefónicos donde discutían sobre matar a alguien mientras se referían el uno al otro por sus nombres en clave. Además, fueron vistas comprando productos de limpieza para encubrir el crimen. Pese a ello, Trudi Lenon, negó su participación en el homicidio, afirmando solamente ayudó a limpiar el lugar.

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