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¿Mejor la película o la novela?, los escritores opinan

EFE | Las adaptaciones de obras literarias han sido una constante en la historia del cine y no siempre para bien. Comparar la película con el texto en el que se ha basado es casi inevitable, suele dar pie al debate y, en ocasiones, a airadas polémicas. La pregunta de si es mejor la película […]

EFE | Las adaptaciones de obras literarias han sido una constante en la historia del cine y no siempre para bien. Comparar la película con el texto en el que se ha basado es casi inevitable, suele dar pie al debate y, en ocasiones, a airadas polémicas.

La pregunta de si es mejor la película o la novela siempre está ahí y es una de las muchas que este año planteará el festival donostiarra Literaktum a sus invitados, escritores como el Premio Cervantes Eduardo Mendoza, Héctor Abad Faciolince y Jesús Carrasco que han visto trasladar a la gran pantalla algunas de sus obras.

Isaac Rosa, Gabriella Ybarra y Virginia Feito son otros de los autores que participarán en esta edición de Literaktum, que se suma así a la celebración del 70 aniversario del Festival de Cine de San Sebastián.

Los seis, junto a la directora, guionista y exministra de Cultura Ángeles González-Sinde han hablado para EFE de sus respectivas experiencias.

DOS LENGUAJES, DOS CÓDIGOS

Mendoza es uno de los autores de los que más títulos se han adaptado, como su primera novela, «La verdad sobre el caso Savolta», que dirigió Antonio Drove en 1979 con guion propio, y «El año del diluvio», de 2004, en cuyo guion participó junto a su director, Jaime Chávarri.

«Aunque Chávarri y yo somos muy amigos y nos entendemos muy bien en cuestiones de cine y literatura, me temo que mi presencia aportó poco. Al final comprendí que lo mío era escribir novelas y dejar a los guionistas en paz», asegura.

Isaac Rosa coescribió la versión que, con el título de «La vida en rojo», Andrés Linares realizó sobre su libro «El vano ayer». Para él fue «una buena experiencia y un aprendizaje», pero se dio cuenta de que ese no era su «medio» ni su «lenguaje», y se apartó «prudentemente» de los guiones de «El país del miedo» y «La mano invisible».

Abad Faciolince y Jesús Carrasco nunca pasaron por esa vivencia cuando Fernando Trueba adaptó «El olvido que seremos», en el caso del primero, e «Intemperie», el debut literario del segundo que Benito Zambrano convirtió en largometraje.

«La persona en la que está inspirada mi última novela, ‘Salvo mi corazón, todo está bien’, me pidió cuando era muy joven que intentara hacer un guion para él. El fracaso fue tan grande que me dio un consejo: ‘Nunca vuelvas a escribir un guion en tu vida’. Todavía le hago caso», destaca el colombiano.

Carrasco entendió que ese trabajo «tenía que llevarlo a cabo un profesional» porque «los códigos son muy distintos», pero la escritura de guión le interesa mucho. «Si algún día la ejerzo, será proponiendo un guión desde el principio, no como una adaptación de una novela mía», precisa.

Gabriela Ybarra participó en la elaboración del argumento de «El comensal», pero intentó «dejar espacio» a González-Sinde para que esta «hiciera suyo el texto». «Nos esforzamos en mantener el tono y la posición moral» de una historia autobiográfica que habla del asesinato de su abuelo a manos de ETA.

«Hay una lealtad básica al tono y al punto de vista moral de la novela que nunca me permito saltarme», recalca, en términos similares a los de Ybarra, González-Sinde, que ha firmado también los guiones de obras de Belén Gopegui («La conquista del aire»), Almudena Grandes («Los aires difíciles») y Elvira Lindo («Una palabra tuya»).

NOVELAS CON SEGUNDA VIDA

Estos autores coinciden en que una película basada en un texto literario, aunque no sea un buen producto, siempre favorece a la obra original. «Una mala adaptación suele producir una especie de ‘efecto refugio’ en la novela, puede enfatizar sus valores positivos», señala Carrasco.

Abad Faciolince apunta que una versión cinematográfica «puede resucitar una novela» y recuerda que «El olvido que seremos», de 2006, se reeditó en 2020 «y funcionó como si fuera una primera edición, con un montón de reimpresiones».

«Una adaptación -opina Rosa- siempre es publicidad para una novela. Si la película es buena, trae lectores. Y si es mala, la novela sale ganando por comparación, el clásico ‘me gustó más la novela’. Suelen ser las películas las que se resienten por comparación con las novelas».

Y hay traslaciones que acaban en amargas polémicas, como la que mantuvo Javier Marías con Elías y Gracia Querejeta por «El último viaje de Robert Rylands», versión de «Todas las almas» que acabó en los tribunales, que fallaron a favor del escritor.

Mendoza dice que entendió «los argumentos» de Marías, pero la película en su momento no le pareció mal. «No creo que una adaptación a otro medio deba ser fiel al original. Más bien al contrario. Pero desconozco los detalles concretos de esa polémica y no puedo opinar», añade.

El caso de Virginia Feito es otro ejemplo y eso que aún no hay película de su primera obra, «La señora March», escrita en inglés y superventas en España, que ha recibido un buen empujón al anunciarse que la actriz Elizabeth Moss («El cuento de la criada») había adquirido los derechos para un filme que quiere protagonizar.

Fue «un alivio» que Moss estuviera de acuerdo en que ella se hiciera cargo del guion, que aún no ha empezado a preparar porque está a la espera de que la actriz «se libere un poco de sus 186 trabajos», señala esta joven autora que lee guiones desde muy pequeña, de películas para mayores como «Seven» y «American Beauty» que sus padres no le dejaban ver.

ADAPTACIONES FAVORITAS

«American Beauty» fue «una decepción horrible» cuando la contempló en la pantalla, asegura Feito, a la que las dos últimas versiones de «Mujercitas», de Gillian Armstrong y Greta Gerwig, le han gustado «incluso más» que el libro de Louisa May Alcott.

«Rebeca» le parece otra «muy buena versión». Isaac Rosa cita también a Hitchcock, «que mejoró en todos los casos el material original, por bueno que fuese este», mientras que Ybarra menciona las adaptaciones que Powell y Pressburger hicieron de «Narciso negro» y «Las zapatillas rojas».

Mendoza recuerda «Tener y no tener», «un excelente guion de Faulkner sobre un mal relato de Hemingway». Y González-Sinde habla de la «extraordinaria» versión de «La tía Tula» de Miguel Picazo sobre la novela de Unamuno.

Todo esto sin contar con las series. Al autor de «La ciudad de los prodigios» le surge una propuesta «de vez en cuando que luego no se materializa».

Y un trasvase que lleva tiempo en el aire es el de «Angosta», de Abad Faciolince. «La propuesta empezó como película en dibujos animados y siguió como película de ficción. La pelota la tiene en este momento una de estas grandes plataformas de series para televisión que no permiten decir su nombre», explica.

También existe otra posibilidad, por la que optó en 2013 Abdellah Taia al dirigir «El Ejército de Salvación», basada en su propia novela. De ello hablará el 26 de noviembre en el cierre de Literaktum.

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