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El mito del “sudor de sangre” del hipopótamo, un protector solar natural

EFE | Durante años ha circulado la leyenda de que los hipopótamos sudaban sangre, algo que se debe a que en determinados momentos exudan un líquido rosado y aceitoso que no es otra cosa que su propio protector ante el sol y los gérmenes. La piel de los hipopótamos -a diferencia de la de la […]

EFE | Durante años ha circulado la leyenda de que los hipopótamos sudaban sangre, algo que se debe a que en determinados momentos exudan un líquido rosado y aceitoso que no es otra cosa que su propio protector ante el sol y los gérmenes.

La piel de los hipopótamos -a diferencia de la de la mayoría de los mamíferos, que tienen el cuerpo cubierto de pelo- prácticamente carece de vello, por lo que está muy expuesta y, al igual que la de los seres humanos, es muy sensible.

Aquí es donde juega un papel “esencial” el mítico “sudor de sangre” de esta especie animal, explican desde el parque zoológico Bioparc de Fuengirola (Málaga) en el Día Mundial del Hipopótamo, que se celebra cada 15 de febrero.

Este animal, originario de África y al que dada su envergadura los griegos llamaron “caballo marino”, es capaz de permanecer durante horas sumergido en el agua y su sensible piel requiere, además de protección frente al sol, hidratación.

Este líquido aceitoso que segregan los hipopótamos cuenta con propiedades muy beneficiosas y les sirve, además de para mantener hidratada su piel y protegerse del sol, de barrera contra gérmenes y bacterias cuando tienen heridas abiertas tras una pelea.

Esto llevó a pensar erróneamente en las sangrías como tratamiento médico para determinadas dolencias, y no sería hasta finales del siglo XIX cuando se comprobase que esta sustancia pegajosa “no tenía nada que ver con la sangre”, destacan desde Bioparc.

La producción de esta sustancia varía en función de la humedad ambiental y de la estación del año, entre otros factores, explica a EFE el segundo de a bordo del departamento de Zoología de Bioparc, Javier Vicent.

En invierno, por ejemplo, cuando la temperatura del agua está por debajo de quince grados “prefieren no bañarse”, subraya Vicent, y su piel tiende a “resecarse e, incluso, a cuartearse”.

En Bioparc Fuengirola reside una pareja de hipopótamos pigmeos, Liberia y Alban, diez veces más pequeños que el hipopótamo común y considerados en peligro de extinción desde 2006.

El hipopótamo pigmeo, un herbívoro muy tímido y de hábitos nocturnos, es el más desconocido de su clase, mide alrededor de un metro y medio y encuentra en las selvas africanas su hábitat natural.

En la actualidad, según los registros de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), no quedan más de 2.500 ejemplares en libertad y sus hábitos solitarios, la caza furtiva y la progresiva desaparición de hábitats amenazan su conservación

En esta especie -a diferencia de lo que ocurre con los hipopótamos comunes- no se da el “sudor de sangre”, ya que la cera que exudan es de color blanquecino y no rosado, pero -al igual que sus primos- les sirve como hidratante y protector contra los gérmenes.

Aunque en Málaga no se da un invierno como tal, detalla Vicent, cuando se dan semanas frías -como las de este febrero- los cuidadores de Bioparc están muy pendiente de la piel de Liberia y Alban para que no se les dañe.

Para contrarrestar los efectos del frío y la falta de disposición de los hipopótamos a bañarse cuando la temperatura no es cálida, les aplican a diario un preparado de vaselina disuelta en agua, detalla Javier Vicent.

Se les pone en la espalda con ayuda de un pulverizador y luego se la extienden con un cepillo, una tarea aparentemente sencilla, pero que requiere de cierto adiestramiento para que los animales no se asusten y salgan corriendo o intenten defenderse de lo que pueden entender como un ataque, precisa.

En Bioparc Fuengirola llevan más de veinte años trabajando en la protección de esta especie en coordinación con la Asociación Europea de Zoos y Acuarios (EAZA) en el marco del programa europeo de conservación del hipopótamo pigmeo.

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