La aviación estadounidense estuvo a punto de detonar accidentalmente una bomba atómica sobre Carolina del Norte en enero de 1961 que era 260 veces más potente que la lanzada en Hiroshima (Japón) 16 años antes, según unos documentos desclasificados obtenidos por el periódico británico 'The Guardian'.
Dos bombas de hidrógeno Mark 39 cayeron accidentalmente sobre la ciudad de Goldsboro, en el estado de Carolina del Norte, el 23 de enero de 1961 procedentes de un bombardero B-52 que se averió en pleno vuelo.
Uno de los artefactos descendió de la misma forma que si hubiera sido activada, abriéndose el paracaídas, pero fue un interruptor de baja presión, que no se activó, el que evitó la explosión de la bomba, cuya fuerza equivale a cuatro millones de tonelada de explosivos.
El paracaídas de la bomba se enganchó en las ramas de un árbol cerca del municipio de Faro, mientras que la segunda de las bombas cayó en una zona campestre próxima a una autovía de la zona. El avión averiado, que despegó de la base aérea Seymour Johnson de Goldsboro, realizaba un vuelo rutinario por la costa este.
Ciudades como Baltimore, Filadelfia, e incluso la capital, Washington, y Nueva York habrían sufrido las consecuencias de la explosión, que se habría producido solo tres días después de que John F. Kennedy pronunciara su discurso inaugural como presidente de Estados Unidos.
Un veterano ingeniero de los laboratorios gubernamentales de Sandia responsable de los mecanismos de seguridad de las armas nucleares, Parker Jones, admite en un informe publicado ocho años después que las bombas "no poseían la seguridad adecuada para la alerta a bordo" en el bombardero, en un informe secreto titulado 'Revisando Goldsboro o cómo he aprendido a desconfiar de las bombas de hidrógeno'.
Cuando la bomba golpeó el suelo emitió una señal de disparo al núcleo del artefacto para ser activado pero fue finalmente el interruptor, altamente vulnerable, el que evitó la tragedia, señala 'The Guardian'.
Ha sido el periodista Eric Schlosser quien, enfrascado en la investigación para su libro sobre la carrera nuclear y apelando a la Ley de Libertad de Información, ha descubierto al menos 700 accidentes "importantes" en el que se vieron envueltas 1.250 armas nucleares entre 1950 y 1968.
"El Gobierno de Estados Unidos ha tratado de retener de forma consistente información a la población estadounidense a fin de evitar preguntas sobre nuestra política de armas nucleares", afirma Schlosser. "Nos dijeron que no había posibilidad de que estas bombas fueran detonadas de forma accidental, pero he aquí una que casi lo hizo", concluye.