Navalcardo

Antesala de la temporada

Ha llovido estos días y la sierra lo va notando. De sus entrañas emerge rotundo al atardecer el sonido ronco de los venados.

  • En Ibercaza. -

Ha llovido estos días y la sierra lo va notando. De sus entrañas emerge rotundo al atardecer el sonido ronco de los venados. El aire envuelve la brama que expulsan los machos bajo las puntas de las  luchaderas de sus cuernas, que al berrear, se inclinan poderosas casi rozando sus lomos.

Son estos los fines de semana en que nos echamos al monte, sigilosos, pacientes, discretos. Con prismáticos. Vamos a ver sin ser vistos. A dejarnos llevar, pero sobre todo a escuchar.

Septiembre nos trae la berrea. Privilegiados nosotros que habitamos este territorio donde venados, muflones, gamos, cochinos y otras especies pueblan el verdadero paraíso interior de Jaén. El de los confines desconocidos de nuestra naturaleza. Espectacular y rotunda.

Con la berrea nos reencontramos con los sonidos y los olores. Reeditamos las sensaciones que luego volverán, tan sólo un mes después, cuando vayamos a nuestra postura y una rehala haga su primera suelta, para empezar a sacar reses de sus encames. Rompiendo monte ante nuestros ojos y nuestros oídos.

La berrea preludia la temporada que está por llegar, y con ella se solapa Ibercaza un año más. El prólogo que tiene Jaén, desde más de una década, para el universo cinegético y que nos convierte en epicentro nacional de la caza.

Traspasamos las paredes de IFEJA y rápidamente el ambiente se impregna del tufillo que desprenden los podencos en miniatura, de cuyos diminutos cuerpos emergen las ladras que vaticinan el carácter de los perros de caza.

Exageramos lances al recordar la temporada pasada, simulando encararnos un semiautomático mientras apuntamos al infinito. Rescatamos de nuestros teléfonos móviles la colección de fotos del último rececho que hemos hecho. Y después de una jornada entera entre monteros, perreros, armeros, guarnicioneros y hasta un puesto del Seprona, regresamos a casa con nuevos brazaletes naranjas para que no nos falten en la primera montería del año, aquellos que luciremos en nuestros brazos cuando vayamos a las armadas que el sorteo de los puestos arroje. Que la Virgen de la Cabeza nos proteja a todos, un año más, en esta nueva temporada. Suerte a todos los monteros.

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