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Los peces ancestrales tenían sexos separados y no eran hermafroditas

EFE | El sistema sexual ancestral de los peces eran los sexos separados y no el hermafroditismo, como se creía hasta ahora, según un estudio liderado por el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) de Barcelona. El trabajo, que publica hoy la revista ‘Nature Communications’, ha revelado que el gonocorismo o sexos separados, y no […]

EFE | El sistema sexual ancestral de los peces eran los sexos separados y no el hermafroditismo, como se creía hasta ahora, según un estudio liderado por el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) de Barcelona.

El trabajo, que publica hoy la revista ‘Nature Communications’, ha revelado que el gonocorismo o sexos separados, y no el hermafroditismo, como proponían los trabajos filogenéticos recientes, es el sistema sexual ancestral de los peces.

Esto explica, según el investigador del ICM-CSIC, Francesc Piferrer, por qué en los peces el hermafroditismo es un carácter que ha aparecido varias veces de forma independiente durante su historia evolutiva.

Según el investigador, se trata del análisis más completo sobre la evolución de los sistemas sexuales en animales, con más de 4.600 especies pertenecientes a más de 50 órdenes y más de 300 familias de peces de todo el mundo analizadas, que multiplica por más de 10 veces el número de muestras utilizadas en estudios anteriores.

«Entender cómo han evolucionado los sistemas sexuales de los animales es clave porque influye en el éxito reproductivo, en la dinámica de poblaciones, ocupación del territorio y en la colonización de nuevos hábitats. Los sistemas sexuales determinan la resiliencia de las poblaciones a cambios naturales y antropogénicos», según Piferrer.

La también investigadora del ICM-CSIC Susanna Pla ha afirmado que el estudio «revela que la evolución de los sistemas sexuales es más dinámica y compleja de lo que se asume habitualmente».

«Es más dinámica -puntualiza- porque hay sistemas sexuales que se ganan y pierden con mayor facilidad de lo que se creía y es más compleja porque para pasar del gonocorismo al hermafroditismo simultáneo -en que un organismo tiene ambos sexos simultáneamente a lo largo de su vida- hay que pasar por un sistema intermedio, el hermafroditismo secuencial, en el que las especies cambian de sexo a lo largo de su vida».

Los sistemas sexuales, tanto en plantas como en animales, varían desde sistemas con sexos fijos y separados entre machos y hembras (llamados dioecia en plantas y gonocorismo en animales) hasta el hermafroditismo simultáneo, en el que cada individuo produce a la vez gametos masculinos y femeninos.

Según modelos teóricos, estos dos sistemas sexuales pueden verse como los extremos de un gradiente de sistemas intermedios por los que hay que pasar, como es el caso del hermafroditismo secuencial, como ha demostrado por primera vez este estudio.

También ha revelado que, al menos en los peces, el hermafroditismo simultáneo no puede evolucionar directamente a partir de sexos separados, sino que requiere el paso intermedio del hermafroditismo secuencial, especialmente a través de especies protándricas, en las que los machos pasan a ser hembras.

Este último, sin embargo, es un sistema poco estable, se pierde más fácilmente de lo que se gana, lo que explicaría el hecho de que en peces sea más habitual encontrar especies protoginias, en las que las hembras pasan a ser machos.

Los resultados del estudio refutan la suposición de que la transición al gonocorismo es irreversible y representan otro ejemplo contra la ley de irreversibilidad de Dollo propuesta por el paleontólogo belga Louis Dollo en 1893, que dice que, en la evolución, cuando se pasa de un estado a otro, nunca puede volverse al estado anterior.

El estudio recuerda que la distribución de los sistemas sexuales de los peces en el árbol de la vida es un misterio.

«Con el conocimiento y la distribución actual, no podemos explicar por qué algunas formas sexuales evolucionan en algunos grupos, cuando según los modelos actuales no deberían hacerlo, y viceversa», ha detallado Piferrer.

Esta discrepancia entre teoría y práctica se conoce como la Paradoja de Williams, en honor al biólogo evolutivo George Williams, que lo descubrió en 1975 y es un misterio de la biología evolutiva en lo que se refiere a los sistemas sexuales.

Por eso, de cara a futuras investigaciones sobre la evolución de los sistemas sexuales, los investigadores proponen usar un nuevo marco teórico que incluya rasgos de la historia de vida de los individuos como los sistemas de apareamiento, los comportamientos de puesta o la diversidad de mecanismos de determinación del sexo.

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