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El perro sin pelo, de discriminado a uno de los más valorados

Ser diferente no es fácil para nadie. Ni personas, ni animales no racionales. El perro sin pelo de Perú ha pasado de ser un animal despreciado como animal de compañía, desde la conquista española, a estar en pleno auge. Durante este tiempo se criaba, casi exclusivamente, para rituales mágicos por chamanes o curanderos. Pero, actualmente, […]

Ser diferente no es fácil para nadie. Ni personas, ni animales no racionales. El perro sin pelo de Perú ha pasado de ser un animal despreciado como animal de compañía, desde la conquista española, a estar en pleno auge.

Durante este tiempo se criaba, casi exclusivamente, para rituales mágicos por chamanes o curanderos. Pero, actualmente, el perro sin pelo del Perú emerge hoy, más de cuatro siglos después, libre de prejuicios por su desnudez, y convertido en una de las razas de canes más valoradas.

Fue rechazado por la carencia de pelo y su imagen además se veía agravada en ocasiones por las heridas provocadas en su piel por el clima o el contacto con algunas superficies.

Ha pasado de ser el patito feo a convertirse en el galán de los perros

Estos perros, cuya falta de pelo se debe al «síndrome de hipoplasia ectodérmica», pueden ser de tamaño grande, mediano y pequeño, pero con un aspecto «aerodinámico, con un tórax prominente y una cintura estrecha, creando una curva que estiliza su figura».

Según Claudia Gálvez, presidenta de la Asociación de Amigos de los perros sin pelo del Perú e investigadora de la raza, entre las características de los «viringos» también se encuentra la ausencia de premolares.

Ese rasgo lo hace un animal poco dado al ataque y lo convierte en un ideal acompañamiento, pues se trata de «un perro muy afectuoso, muy cálido con su dueño, aunque nervioso con los extraños». Y «nunca muerde», aseguró.

La investigadora de esta peculiar raza de canes también detalló que «como el perro sin pelo es primitivo, existe en toda la variedad de colores que la naturaleza brinda».

Fue precisamente su piel desnuda la que implicó un tabú para el contacto con mucha gente durante años, «confundiéndolos incluso muchas veces con perros sarnosos». La discriminación a estos perros comenzó en el siglo XVI con la conquista del Perú, ya que se le asoció a rituales de idolatría indígena, y por ello se intentó condenarlo al exterminio.

Hoy en día, en Perú esta raza es patrimonio nacional: lo catalogaron así en 2001 y desde entonces es una «especie a preservar».

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