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Rebelión payasa: los congresistas no son «payasos», sino «políticos de porquería»

EFE – Son políticos de porquería, no payasos, por favor. Ese es el lamento del gremio peruano de payasas y payasos, ofendido por la comparación entre los representantes del poder público, denostados por la ciudadanía, y un sector profesional en lucha dolido por lo que pasa en su país. Eso se desprende del pronunciamiento que […]

EFE – Son políticos de porquería, no payasos, por favor. Ese es el lamento del gremio peruano de payasas y payasos, ofendido por la comparación entre los representantes del poder público, denostados por la ciudadanía, y un sector profesional en lucha dolido por lo que pasa en su país.

Eso se desprende del pronunciamiento que el gremio de payasas y payasos de Perú que pide a los ciudadanos que hagan «el uso de insultos adecuados» a la hora de referirse a los políticos que, atrincherados en el Congreso y reflejados en la figura del ex presidente Manuel Merino, han conducido al país a su mayor crisis política y social en varias décadas.

Así, esta exigencia de propiedad en el improperio, señala que los diputados y gobernantes que dejaron al país sin Ejecutivo, ni Mesa directiva del Congreso, enfrascados en sus «repartijas» internas ajenas al interés común son cualquier cosa menos «payasos, clowns o trabajadores de circo».

«Creemos que ‘político de porquería’ puede ser una alternativa de insulto interesante», sugirieron los profesionales del humor.

DOLOROSO

«Nuestra idea era expresar nuestra opinión sobre la crisis que pasa el país, que redactamos el sábado y lo enviamos a todos los payasos que conocemos, grupos de circo e independientes. Es una queja por el uso que algunos hacen de la Constitución, con una vacancia que llevó al poder a un señor (Manuel Merino), que no reconocemos», explicó a Efe Milagros Mosqueira, de la agrupación Jarabe de Clown.

En su proclama, los payasos denuncian a la clase política que ha llevado «irresponsablemente» al país a una crisis política y ha destruido la poca «gobernabilidad construida en los últimos años» en Perú.

Mosqueira indicó que su queja, que hay que tomar con humor, surgió cuando entre las manifestaciones en las que los payasos participaron «de civil», es decir, «sin nariz», «se escucha mucho decir que esta gente es un payasa y que el Congreso es un circo, como si eso fuera un insulto despectivo».

«Nosotros también estamos en la lucha, como todos los peruanos, y no nos gusta ser comparados con los políticos. Decir que el Congreso es un circo… el circo es un lugar mágico, donde vas de niño a comer algodón dulce, no un nido de corruptos y gente realmente inaceptable. Decir que es un circo no corresponde», afirmó.

TRAGEDIA Y HUMOR

Ante el drama y el dolor que ha sufrido esta movilización ciudadana con la muerte de los jóvenes Jack Pintado, de 22 años, e Inti Sotelo, de 24 años, asesinados durante la represión policial, Mosqueira prefirió quedarse con el rasgo eminentemente festivo, joven y fresco que marcaron las protestas.

«Creo que es importante el humor en este caso, pues tiene que ver con la celebración… La comedia es una celebración de la humanidad. Cuando alguien se toma con humor algo, lo está aceptando. El humor es también protesta, eso es pacífico», añadió, en referencia a los miles de carteles que han sido una constante en las protestas.

«Merino, en ti me orino», o «Prefiero que me gobierne mi ex» fueron algunas de las propuestas mas hilarantes que se vieron por las calles, una cosa que hay que celebrar y defender «pues son derechos ciudadanos. Y por eso salimos».

HUMOR NEGRO

Por otro lado, también se refirió a la «risa» que entre la población están causando las intervenciones de algunas de las figuras del efímero gobierno de Merino, como su primer ministro Ántero Flores-Aráoz, o la furibunda diputada fujimorista Martha Chávez, cuyos exabruptos en el Congreso han sido legendarios.

Flores-Aráoz dijo seriamente que no entendía por qué la gente protestaba, pese al clamor multitudinario y evidente de decenas de miles de peruanos, y pidió que le enviaran «una comisión» para dialogar con ellos, aparentemente sin estar informado del carácter desconcentrado y espontáneo de las marchas.

En la noche del sábado, cuando en medio de la represión policial a las marchas sus ministros comenzaron a dimitir en riada, dio una entrevista telefónica en la que demostró que no sabía dónde estaba su gobierno ni qué hacían. Tampoco sabía que hacía Merino, a quien pidió por la radio que le respondiera el teléfono.

«Estas cosas van más hacia el humor negro. Clown no es, ni payaso. Un payaso no diría nada así. Causa gracia pues es ridículo, pero hay gente que lo toma en serio. Esa es la labor revolucionaria del humor. Cosas serias dichas en broma, entran fácil al sistema. Al revés no, y en esto hay que ver la responsabilidad», dijo.

Así, «ver a Ántero mostrando carteles que dicen que el comunismo internacional financia las marchas, es ridículo, pero es algo que no haría un clown. Aunque cause humor, es desquiciado», culminó.

HUMOR PELIGROSO

Por su parte, Chávez ninguneó a los manifestantes y desde su escaño buscó torpedear el debate parlamentario por vía digital que buscaba un sustituto para Merino una vez que este dimitió, con improperios y teorías conspirativas sobre «el marxismo» o la «entrega al terrorismo del Estado» cada vez que tomaba la palabra.

También gritaba «ilegítimo», «ilegal» o «nulo» cada vez que se le abría el micrófono en el proceso de votación que terminó por poner al diputado Francisco Sagasti al frente del Congreso

«Martha Chávez es todo lo que está mal en la política, por eso es graciosa. Para nuestro gremio, es ciertamente muy chistosa. Interrumpe, se mete, pone su cara en primer plano en el zoom. Es muy cómica y no solo lo que dijo, sino como lo hizo. Pero igual no es clown, ser clown es una profesión. Es como llamar doctor a quien te pone una curita», analizó Mosqueira.

En cualquier caso, la payasa apuntó que eso «no tiene que despistar a la gente», pues es un personaje «muy peligroso para la política peruana», pues mucha gente cree que sus dichos ridículos «son ciertos».

«Aquí juega la manipulación», concluyó.

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