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Samaín: la tradición gallega que resistió al Halloween

Calabazas talladas, disfraces terroríficos, pandillas de niños y niñas pidiendo caramelos por el vecindario con su “truco o trato”… una estampa tan habitual en la hegemónica producción audiovisual que ha hecho inevitable que la celebración de Halloween se haya consolidado como una de las festividades más esperadas cada año. Todo un carnaval de temática de […]

Calabazas talladas, disfraces terroríficos, pandillas de niños y niñas pidiendo caramelos por el vecindario con su “truco o trato”… una estampa tan habitual en la hegemónica producción audiovisual que ha hecho inevitable que la celebración de Halloween se haya consolidado como una de las festividades más esperadas cada año.

Todo un carnaval de temática de terror dominado por brujas, vampiros, célebres personajes de Hollywood y monstruos de todo tipo que se ha colado en el calendario como una de las fechas señaladas por influencia hollywoodiense, sustituyendo en muchas ocasiones a arraigadas celebraciones tradicionales que se celebraban en la misma época del año.

Sin embargo, aunque Halloween tal y como lo conocemos hoy es una creación estadounidense, sus orígenes son milenarios: la festividad celta del ‘Samhain’, con la que esta cultura celebraba la transición del verano al invierno, un momento del año en el que consideraban que era más fácil el tránsito entre el mundo de los vivos y el de los muertos.

En esa celebración celta tiene su origen también la “fiesta de las calabazas” o Samaín, una tradición recuperada en el municipio de Cedeira, en la provincia gallega de A Coruña, hace tres décadas y que ahora es una fecha clave en el calendario de toda Galicia, donde cada vez se celebran más desfiles de calabazas la noche del 31 de octubre.

La Asociación Amigos do Samaín de Cedeira está detrás del impulso a una tradición que se conservó en algunos enclaves de la Galicia rural, la del tallado de calabazas, y que nada tenía que ver con el Halloween que vemos hora, una celebración que hasta tiempos recientes en esa Galicia rural era totalmente desconocida.

“Aunque el origen de las dos fiestas es el mismo, porque los irlandeses llevaron la celebración a Estados Unidos, allí el sentido original se pervirtió bastante. Una de las perversiones es que mezclaron el Entroido (carnaval) con el Samaín. Por eso nosotros no promovemos los disfraces, son cosas que para nosotros no tiene sentido mezclar”, explica Carlos Labraña, de la Asociación Amigos do Samaín, a Efe Reportajes.

La fecha, 31 de octubre, está íntimamente relacionada con los ciclos de la agricultura y la naturaleza. La “muerte” de la naturaleza con la llegada del invierno es la fecha elegida para celebrar la conexión con los muertos. En el Samaín, la luz de las velas en el interior de las calabazas talladas representa a las ánimas.

RAÍCES CELTAS.
Autor de la obra de teatro infantil ‘Camino al Samaín. La fiesta de las calabazas’, Labraña ha estado implicado en la organización del Samaín de Cedeira prácticamente desde la recuperación de la fiesta en la localidad gallega, y recuerda como en su infancia ya tallaba calabazas -una tradición que aprendió de su abuela y su madre- en la fecha del día de difuntos, “aunque entonces era un juego de niños, no lo llamábamos Samaín”.

Labraña destaca que fue en la Galicia rural donde se mantuvo esta tradición, como sucede con otras o como ocurrió con el idioma gallego que, pese a la prohibición durante cuatro décadas de dictadura franquista, siguió hablándose en pueblos y aldeas, en los que era raro que se hablara castellano.

El Samaín se interpreta hoy como algo “propiamente gallego, lo del origen celta es algo más bien para los estudiosos. Como los abuelos y los padres tallaron calabazas, la gente lo ve como algo propio, ni se plantea el origen de la celebración. Da igual que se llame Samaín o Festa das Cabazas. Y fue gracias a esto que tuvo la repercusión que tuvo cuando empezamos y por eso está asumida como una fiesta más”, señala Labraña.

“La tradición de tallar calabazas pervivió como juego infantil, se conservó así, y no conocíamos Halloween”, insiste Carlos Labraña, quien recuerda que cuando se empezaron a recuperar e impulsar tradiciones de la cultura gallega que corrían el peligro de perderse, una fue la del tallado de calabazas.

“Lo que conocíamos era el tallado de calabazas, era lo que sabíamos hacer y lo que nos habían transmitido nuestros abuelos. Cuando se empezó a investigar de dónde podía venir esa tradición, lo que sucedió es que apenas estaba recogida en estudios antropológicos, porque había pervivido en muy pocos sitios de Galicia”.

Fue entonces cuando los gallegos descubrieron que esa costumbre de tallar calabazas en la víspera del día de Todos los Santos tenía una conexión con el Samhain celta, que había evolucionado a Halloween en el mundo anglosajón.

‘Samaín: A Festa das Caliveras’ fue el primer estudio antropológico sobre la tradición del Samaín gallego, bajo la firma del también cedeirense Rafael López Loureiro, quien explicó el origen de la celebración, cómo se consolidó en Cedeira y los nexos de la cultura gallega con otras del ámbito atlántico y celta.

“Pero esto era una fiesta nuestra, algo de los abuelos y los nietos, por eso la gente lo ha vivido como algo suyo y la fiesta del Samaín se hizo tan famosa en tan poco tiempo y desde Cedeira se extendió rápidamente a toda Galicia”, explica Labraña.
Aunque las celebraciones son cada vez más multitudinarias, el integrante de la Asociación Amigos do Samaín señala que la fiesta gallega “no corre peligro de convertirse en una versión de Halloween, porque hemos establecido una diferencia bien clara, con el Samaín como una fiesta más infantil, de juego, y alejada de los disfraces, y ya hay mucha documentación”.

“Si en 30 años no han conseguido absorbernos no creo que lo hagan ahora. Fue fundamental que la fiesta se recuperara en el momento en el que se hizo, quizá si hubiéramos tardado más ya habría sido inevitable, porque habría estado más distanciado en el tiempo de cuando se realizaba el tallado de calabazas de forma más generalizada y porque la celebración de Halloween ya se habría extendido por influencia de la cultura anglosajona”.

“Mi madre me contaba que cuando era pequeña tallaban las calabazas y salían con ellas a la plaza, y entonces no sabían lo que era Halloween. Yo tampoco lo sabía de pequeño, la primera vez que vi calabazas asociadas a Halloween fue en una película, ya mayor, y no entendía qué celebraban, porque veía a las calabazas y que estaban todos disfrazados, como en carnaval”, recuerda.

La tradición de tallar calabazas se conservó en Cedeira y la comarca de Ferrol, las Rías Baixas y algún punto más de Galicia, como el norte de la provincia de Lugo. Por influencia del Samaín de Cedeira, el tallado de calabazas se recuperó en toda Galicia, y también se extendió la celebración del Samaín a lugares en los que no se conocía la tradición.

Este año, el Samaín se celebrará a nivel familiar y a través de las redes sociales: la pandemia de covid-19 ha obligado a suspender el habitual concurso de calabazas de la tarde del 31 de octubre y el tradicional desfile nocturno de la “festa de las caveiras” de Cedeira, en el que los participantes procesionan con su calabazas talladas y encendidas por el casco histórico de la localidad, protagonizando la estampa más celebre del Samaín, todo un atractivo turístico que atrae a cientos de visitantes.
Por Miriam Soto.
EFE/REPORTAJES

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