Comienza la campaña navideña y, con ella, el eterno debate. ¿Debemos comprar, tomar copas, comer fuera o consumir (en general) en festivos? Antiguamente (es decir, hace veinte años) este debate no existía: hacías las compras con previsión porque los días de fiesta cerraba casi todo. Apenas la hostelería, las gasolineras y la tienda de alimentación de la esquina que abría unas horas para los típicos
desavíos, abrían. Con la proliferación de las grandes superficies, las compras online y de las ideas capitalistas más salvajes, abrir en domingo o en festivo se ha convertido en casi una obligación.
Hace unos días, en un grupo de Facebook, leía un post donde se instaba al personal a no comprar en festivos y, como era de esperar, no faltaron las respuestas irónicas. “No os pongáis malitos, los médicos tienen familia”, “que no os pase nada, los policías tienen familias”..., lo que pretendía ser una publicación contra la explotación laboral y las horas extras sin pagar de las grandes empresas, se convirtió en una exposición de comentarios que demuestran que de la pandemia no aprendimos absolutamente nada: no diferenciamos entre actividades esenciales y no esenciales.
En estas fechas, habrá agentes de policía velando por la seguridad en las calles, médicos de guardia en los hospitales (aún encadenándolas para dignificar sus salarios y por la falta de personal en la sanidad pública), militares de guardia en sus unidades o desplegados en el exterior (no olvidemos a los que siguen ayudando en Valencia), trabajadores que pasarán la noche en las estaciones de servicio para que podamos repostar..., gente que sacrificará días de estar con sus familias para que la vida siga funcionando. Sin embargo, parece que eso obliga a que funcione todo lo demás, permitiéndote comprar artículos que bien pueden esperar uno o dos días o irte de copas hasta altas horas de la madrugada.
Creo que la cuestión no es tanto que continúe la actividad como las condiciones en que ello ocurra. Si el negocio que sea contrata trabajadores eventuales para cubrir turnos extra o esos días en que lo normal sería estar descansando, no hay problema. Si se retribuyen debidamente las horas de más, respetando la legislación al respecto, no hay problema. Sobre si es rentable o no, cada cual debe decidir lo mejor para su negocio. Pero se trata de que puedas o bien cerrar un día para aprovechar otro que pueda tener más tirón, que al fin y al cabo no veo otro motivo para abrir en festivo, o bien retribuir debidamente las horas que el trabajador vaya a estar manteniendo tu negocio cuando sería más normal compartir ese tiempo en familia. De los autónomos no hablo porque ellos tienen la capacidad de regularse en ese aspecto. En los temas de baja laboral, como saben ustedes, es diferente.
Dicho de otra manera, entiendo que en estas fiestas habrá quien sacrifique el poder estar con su familia o descansando. Entiendo que hay actividades que no pueden parar aunque sea estando por si acaso. Incluso entiendo que haya negocios abiertos porque es cuando más beneficios pueden obtener. No estoy en contra de eso. Pero tendrán entonces que reforzar sus plantillas, sacrificar otras jornadas para compensar o buscar una solución. Y, por supuesto, debe controlarse desde las instituciones que así sea. La actividad no esencial, como comprar un regalo rezagado o irse de cena y cañas no tiene por qué parar. Pero la de los inspectores de trabajo tampoco. O, al menos, debería empezar, ya me entienden. Feliz Navidad.