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Desde la Bahía

El escritor en la jauría actual

Las investigaciones últimas en el terreno de la creatividad nos confirman que se nace creativo en un porcentaje mucho mayor de lo que imaginábamos

Publicado: 26/01/2025 ·
13:50
· Actualizado: 26/01/2025 · 13:50
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Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

El blog Desde la Bahía trata todo tipo de temas de actualidad desde una óptica humanista

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Se lo dije con la ilusión y el convencimiento del que cree que “querer es vencer”. Era una persona a la que tenía, por su profunda sabiduría, una gran admiración: Quiero ser escritor. Al día siguiente fue a verme a mi domicilio y me puso sobre la mesa de mi despacho, un lápiz, un papel y una pintura de Adán y Eva, representando a hombre y mujer. Al par me dijo: “Ahí tienes todos los utensilios precisos para la finalidad que quieres conseguir, pero además te traigo algo que es muy preciso cuando de escribir se trata, una papelera. No sientas dolor por tener que introducir en ella aquellos relatos más o menos largos, novelas o ensayos en que la mediocridad esté patente. Para ello necesitas utilizar tu sentido común, no la presunción narcisista, altiva o arrogante, que se adopta, por el criterio que en tu presencia hacen tus familiares, amigos, personas dependientes de ti o que precisan de tus favores y dádivas. Fuera de tu presencia tendrías que conocer lo que su sensatez libre de los grilletes del compromiso, piensan”.

En el camino hacia ser un “as de la escritura” -que es largo- hay que saber salvaguardarse de los cálidos rigores del verano y de la frialdad intimidante del invierno. Se ha de ser siempre primavera, dejando solamente y como excepción un pequeño hueco para las depresiones otoñales.

¿Hay que ser erudito? Me he preguntado en alguna ocasión. Me han aclarado que no es preciso, pero que nadie intente escribir sin un nivel cultural de alto grado, porque hablar de tantos avances técnicos y científicos, decir que estamos en siglo XXI, desdeñando lo que se ha hecho en los anteriores, por considerarlos toscos y arcaicos y, sin embargo, no tenerle respeto al idioma y las reglas gramaticales, es más que una discordancia, una aberración. Las palabras no son Janos ni tienen dos caras, solo una, la que la ortografía le confiere y el desconocimiento o deficiencia de ésta, donde las tildes tienen igual vida que las letras, deben desterrar del terreno de la escritura al autor que frecuentemente la vulnere.

¿Hay que ser creativo? Puede aprenderse a lo largo de la vida con el esfuerzo y la capacidad de superación, a ser creativo en mayor o menor grado, ya que la capacidad de generar nuevas ideas originales, novedosas o valiosas a partir de lo hasta entonces creado, puede romper los esquemas establecidos y solucionar con argumentos algo que nos tenía intimidados sin puerta de salida. Es, por lo tanto, la creatividad algo importantísimo para conseguir que el tren de la evolución y progreso, de todos los hechos conocidos, no se detenga en estaciones de mediocre validez. Se es creativo cuando se sueña despierto y cuando se imaginan múltiples probabilidades para desarrollar un hecho que parecía indisoluble, sin que la imaginación constructiva, brazo ejecutor de la creatividad que hace volar nuestro pensamiento por cielos sublimes, pierda el contacto con la tierra y mucho menos olvide la necesidad de contar con la presencia de la pasión, el entusiasmo, la energía y la satisfacción, verdaderas fuentes donde bebe la originalidad.

Sin embargo, es muy preciso conocer y por ello admirar y respetar, que las investigaciones últimas en el terreno de la creatividad nos confirman que se nace creativo en un porcentaje mucho mayor de lo que imaginábamos. El Creador se toma estas licencias.

¿Hasta dónde llega la libertad con la que podemos expresarnos? La libertad tenemos que recordar que le teme menos a los que la suprimen, que a los que la deshonran, porque con aquellos saben muy bien cómo han de comportarse si quieren seguir erguidos, pero con estos últimos se camina por unas movedizas arenas donde, si cae, nadie te lanzará una cuerda donde asirte y poder salir. La libertad de expresión se mueve por dos veredas muy diferentes; la del miedo y la del insulto. Hay hoy día miedo en una gran parte de la sociedad en expresarse de modo crítico y finalidad constructiva sobre algunas formas de vida y sus valores más preciados o sublimes. La libertad de expresión es frase muy mal vocalizada por esa “suerte de mediocres” profesionales del insulto,  de escasa educación y baja titularidad, que nos invaden por todas partes introduciéndose en la vida diaria de las personas y todo tipo de entidades o instituciones, sin más orden judicial, que su ideal político. Las lágrimas y los gemidos del miedo puedan dar compasión, pero nunca harán justicia. La razón no se vocifera, se debate. La violencia es propia de cobardes bien protegidos. El insulto es la voz abortiva de la ignorancia, el indicador de la falta de argumentos con que debatir. El valor de la pluma para poder organizar una vida de buena solidaridad y convivencia es inconmensurable.

En toda faceta del mundo conocido, siempre hay un “alma” a la vez inocente y honrada. El balón en el fútbol, el toro en la lidia, las cuerdas del ring en el boxeo, los textos en aulas y universidades. El mundo “virtual” tiene los mismos derechos que el “real”. En el pasado siglo un jesuita filósofo y paleontólogo, expuso la idea de que la “mente” era el fenómeno más importante de universo conocido y cualquier forma de materia incluso en los niveles de átomos y electrones la posee y no está ausente en lo que consideramos materia inerte, aunque no la detectemos. Démosle vida al papel y la suficiente autonomía y alma, para que un día pudiera plantarse en lo que la democracia consiente, una “huelga indefinida” y con un solo lema: “Jamás dejaré que sobre mí caiga tinta de una pluma que se avergüence de la mano que la dirige”. Sería la manifestación más eficaz conocida. Habría que celebrar el “día del papel” o quizás el del “exitus de la mediocridad”. Pero mi consejero me abrió los ojos. Vivimos en un mundo de engaños, falsedad e intereses tan avaros, que sería capaz de conseguir que moscas y arañas firmaran un armisticio, montados en la misma tela. En las pantallas de los ordenadores y móviles los escribanos han encontrado el “amigo” con que aliarse, para que el escritor no salga de los límites que se le están progresivamente marcando. La escritura tiene el duende, el arte. El poder, el palimpsesto con que cubrirla.

 

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