Publicidad Ai
Publicidad Ai

Hablillas

Una de cine clásico

Frank Capra bruñe de originalidad la lógica particular de lo absurdo, recurriendo a la repetición como recurso

Publicado: 26/01/2025 ·
13:56
· Actualizado: 26/01/2025 · 13:56
Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai
Autor

Adelaida Bordés Benítez

Adelaida Bordés es académica de San Romualdo. Miembro de las tertulias Río Arillo y Rayuela. Escribe en Pléyade y Speculum

Hablillas

Hablillas, según palabras de la propia autora,

VISITAR BLOG

En estos días en que el frío ha correteado por La Isla, nos hemos visto obligados a pisar la calle menos de lo habitual. Es lo propio de la estación, quedarnos en casa y tirar del congelador con dosis de paciencia. El tiempo mejorará en su momento y mientras llega, la lectura y la televisión se turnan cogiendo el paso lento de la tarde. A la programación se unen las plataformas instaladas en la mayoría de los hogares, ofreciendo distracción con series, documentales y películas, variedad para elegir sin preocupación por el título que dejamos, ya que la grabación posibilita el visionado en el momento propicio. Y en estos días pasados, tan grises y lluviosos además de fríos, una de estas plataformas ha repuesto una de las películas más divertidas de la historia del cine, Arsénico por compasión, de Frank Capra, cinta que, por más que veamos no podemos evitar la carcajada, porque reímos con la misma intensidad y sorpresa que cuando la vimos por primera vez.

La definen como comedia macabra, alocada e hilarante y añadimos los diálogos disparatados, perfectamente encadenados a una trama interpretada por actores únicos, porque no sería la misma con otros. Por ejemplo, nadie acoge a un nuevo huésped con la dulzura de la tía Martha, ni corretea por la casa sobre las puntas de los pies mientras sonríe como la tía Abby, ni unos ojos recién casados brillan como los de Eleine oyendo las excusas de su prometido Mortimer poco antes de casarse.

Esta película debe verse con la luz apagada, dejando que el blanco y negro nos integre en ese atardecer por donde el viento vuela arrastrando las hojas secas de los árboles, moviendo las flores de un cementerio cercano a la casa donde Cary Grant nos muestra su vis cómica más desenfadada y desconocida. Las miradas a la cámara, de alguna manera, lo definen como el narrador de esta historia de Halloween, porque todo ocurre al llegar a la casa familiar, donde lo ilógico es lo normal y lo normal es lo extraño.

Frank Capra bruñe de originalidad la lógica particular de lo absurdo, recurriendo a la repetición como recurso, a esos elementos comunes que rubrican su autoría, como la caída de las manillas del reloj tras un estruendo en esta cinta y la de un cuadro en Vive como quieras, dos escenas que dan la entrada a la risa del espectador.

Sin duda, una película para ver un montón de veces y comprobar durante una tarde fría de enero o calurosa de agosto que hasta ahora muy pocos directores han logrado hacer del disparate un arte.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN