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¿Cómo se analiza la empatía en personas con autismo o alexitimia?

Alejandro Ramírez – Analizar un fenómeno extremadamente complejo dividiéndolo en sus componentes u observándolo desde diferentes ángulos es una estrategia que puede dar sus frutos, aunque sea de forma aproximada. Esto está ocurriendo en el estudio de algunas funciones metacognitivas y de la empatía que ha reportado el medio La Stampa. En los últimos años, la […]

Alejandro Ramírez – Analizar un fenómeno extremadamente complejo dividiéndolo en sus componentes u observándolo desde diferentes ángulos es una estrategia que puede dar sus frutos, aunque sea de forma aproximada. Esto está ocurriendo en el estudio de algunas funciones metacognitivas y de la empatía que ha reportado el medio La Stampa. En los últimos años, la investigación sobre los fenómenos empáticos viene dada en los procesos que subyacen al desarrollo de la empatía, partiendo de la importancia de factores de carácter social, como las experiencias de apego vividas en los primeros meses de vida y la educación recibida, así como el estudio de las bases biológicas y el análisis de los factores genéticos implicados. Pero no solo eso. A medida que profundizamos más y más, es posible observar de cerca algunas condiciones que interactúan con los procesos empáticos, como son el autismo y la alexitimia, trastornos de la personalidad.

Una función metacognitiva fundamental es la «Teoría de la Mente», que puede definirse como la capacidad de un individuo para atribuirse un estado mental a sí mismo y a los demás, y utilizar este conocimiento para explicar y predecir su propio comportamiento y el de los demás.

La teoría de la mente nos permite distinguir entre realidad y ficción, entre chiste y mentira, reconocer falsas creencias, entender metáforas, comunicación irónica, etc.

Respecto a la empatía, Simon Baron-Cohen, profesor de psicopatología del desarrollo y director del Autism Research Center de la Universidad de Cambridge, pionero en el campo de la neurociencia social, sugiere una definición del proceso empático que tiene en cuenta dos componentes: la capacidad de reconocer lo que otra persona está pensando o sintiendo, y también la de responder con una emoción apropiada.

El primer componente se denomina «empatía cognitiva», mientras que el segundo se conoce como «empatía afectiva». Por lo general, los dos componentes están equilibrados en el mismo individuo, sin embargo, en algunos casos, un componente puede ser deficiente (como en el caso de las personas con autismo, que tienen dificultades relacionadas con la naturaleza cognitiva de la empatía).

Los trastornos del espectro del autismo, con patogenia del neurodesarrollo, son considerados un conjunto de trastornos, ya que las expresiones fenotípicas varían ampliamente en cuanto a tipo y gravedad. Los niños con un trastorno del espectro del autismo pueden tener dificultades para comunicarse e interactuar socialmente, especialmente fuera de la familia. Cuando interactúan con otros niños, a menudo no usan el contacto visual o las expresiones faciales para establecer lazos sociales.

Pueden tener dificultad para entender cómo y cuándo entrar en una conversación y desarrollar un lenguaje que integre coherentemente la dimensión emocional y afectiva. No basta con enseñar a un niño con autismo cuál es la conducta más adecuada a adoptar en determinadas situaciones.

Algunas manifestaciones de los trastornos del espectro autístico aparecen durante los primeros dos años de vida, sin embargo, las formas más leves pueden no identificarse hasta la edad escolar o permanecer por debajo del umbral y sin diagnosticar durante mucho tiempo, incluso en la edad adulta y, probablemente, según algunas hipótesis, representan una «matriz» de vulnerabilidad para el desarrollo de algunos trastornos mentales, o se presentan en comorbilidad con otros trastornos.

 

¿Cuál es, por ejemplo, la relación entre el autismo y la alexitimia?

La alexitimia, o la dificultad para identificar, describir y comprender las sensaciones físicas y emocionales propias y ajenas, se relaciona con una reducción del sentimiento empático (Hein y Singer, 2008) pero, según algunos estudios, no con un déficit en la teoría de la mente, y representa una condición a menudo asociada con el autismo. Sin embargo, la alexitimia no es necesaria ni suficiente para un diagnóstico de autismo.

Algunos autores creen que la alexitimia no es un trastorno definido como tal, sino un rasgo de personalidad que también se encuentra en personas sanas, o en algunas condiciones como los trastornos de personalidad borderline, narcisista y antisocial. Otros sugieren en cambio que puede ser consecuencia directa o indirecta de una patología o una situación traumática.

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