El carnaval como forma de entender la vida. Una vida donde el humor no solo hace reír, sino que también es la base de las críticas que más duelen. Mensajes de alto voltaje escondidos detrás de juegos de palabras que no son ajenos a los límites.
Tras ganarle la batalla al ictus que sufrió en abril de 2020, Antonio Pedro Serrano Álvarez 'El Canijo de Carmona' (Sevilla, 1967) sueña con volver a pisar las tablas del Gran Teatro Falla con su chirigota el próximo año. Después de casi cuatro décadas ligado al mundo del carnaval, donde ha cosechado importantes premios, se encuentra con fuerzas para regresar: “Si me veo bien, volveré. Y por ahora eso parece”. Dice que Cádiz es su novia y que las ideas que le llegan de forma involuntaria le están pidiendo salir cuanto antes de su cabeza.
Con trece años vio la primera Gran Final que se retransmitió por televisión: “Aquello me enamoró”. Poco después comenzó a comprar cintas e incluso llegó a desplazarse a Cádiz para aprender. En Parque Alcosa, “el único barrio con aeropuerto de Sevilla”, fue donde tuvo su primer contacto con una chirigota. “Estaba allí cuando montaron una y me apunté, pero no me dejaban salir porque decían que era muy pequeño. Tuvieron que ir mis padres a decir que su niño lloraba todo el día”.
Su mote carnavalesco le viene del estribillo de Los pibitos de las botellonas, agrupación que presentó en 1998. El Canijo de Carmona nos habla desde Cádiz, donde se instala cada año para disfrutar de la fiesta en sus calles: “Siempre me guardo una semana de vacaciones para estar aquí disfrutando”
-Empecemos por lo más importante: ¿Cómo te encuentras?
-Estoy bastante estable en cuanto a lo que es el azúcar. Me tomo siete pastillas todos los días, pero muy bien. Estoy anticoagulado y cada vez se reduce más la posibilidad de volver a sufrir un ictus. He bajado de 165 kilos que pesaba a 82. Tenía que hacerlo para eliminar riesgos.
-Dicen que este ha sido el año del “resurgir” de tu modalidad, la chirigota. Entiendo que lo has vivido con ilusión.
-He tenido un pasatiempo que ha sido escribir la comparsa La tía de la tiza. Una comparsa mixta, con mujeres y hombres, que ha pasado a semifinales. Hemos ganado el premio 'Coplas para Andalucía' con una letra mía y el premio de la Fundación María Zambrano. Todo eso me sube la moral en la vuelta al carnaval. Estoy muy satisfecho. El grupo lo ha defendido estupendamente.
-Uno de los días más emocionantes que debiste vivir fue aquel en el que disfrutamos del pasodoble que te dedicó el Sheriff. ¿Qué sentiste al escucharlo?
-Lo que sentí fue una catarsis de todo lo que me ha pasado durante estos dos años. Sentir que soy querido por Cádiz es lo más bonito que me ha podido pasar, que me quieran como a uno más de ellos.
-¿Sientes el cariño de tus compañeros?
-Sí, muchísimo. La verdad es que durante la recuperación ha sido muy importante el apoyo que me han dado comparsitas, chirigoteros, amigos… Todo eso me ha dado mucha fuerza.
-¿Cómo es el proceso de creación literaria de tus obras? ¿Qué es lo primero que haces cuando te enfrentas al papel en blanco?
-Lo primero que hago es construir un dominio semántico asociado al disfraz, al tipo que decimos nosotros. La gente me dice que juego mucho con las palabras. Me gusta mucho hablar de todo pero desde mi personaje, como los antiguos. Sobre el tipo voy girándolo todo. Si por ejemplo este año en La tía de la tiza eran profesoras, pues hablo de Andalucía como una clase de geografía e historia. O si hablo de sexo, lo hago como si fuera dirigido a un aula. Intento llevarlo todo al tipo.
-¿Qué te lleva a escoger cada tema que tratas?
-Lo que lleva a cualquier persona. Realmente el carnaval es un arma de comunicación muy grande. Aparte de la audiencia que tiene en todos los medios, en televisión, en internet y demás, tú eres libre de decir lo que quieras, sin censuras. Somos totalmente libres. La única autocensura que nos podemos practicar es el buen gusto: no ser violento o soez para que lleguen bien las cosas. Respetar el buen sentido de Cádiz y su visión. Eso es lo que yo intento hacer siempre.
-¿Alguna vez te has autocensurado? ¿Has tenido que desechar alguna composición por el “qué dirán”?
-Más que por el “qué dirán”, mis autocensuras han sido por cuestiones de estética y de gusto de Cádiz. A veces te sale de la mano un “hijo puta” o algo así. Pero aunque lo sientas, no es lo que Cádiz haría. Yo intento siempre meter ironía y doble sentido a lo que compongo. Como practican en Cádiz desde hace tantos siglos.
-¿Es difícil compatibilizar la crítica social y el mensaje serio de tus pasodobles con el humor que podemos ver en otras partes del repertorio?
-Las críticas con humor duelen más y son mejores. A veces hay momentos para la crítica sosegada. No me gusta hacer una crítica despotricando. Lo que me gusta es hacer una crítica que duela, que son las que más sibilinamente se aprende la gente y, por tanto, son las que se captan mejor.
-Estos días ha causado mucho revuelo la letra, llamémosla transgresora, de una ilegal sobre la reciente muerte de Julio Pardo. ¿Tiene límites el humor?
-Sí, creo que el humor tiene límites. El buen gusto y la caballerosidad tienen que estar por delante de todo. A mí no me ha gustado eso, evidentemente. Me ha parecido soez y fuera de la línea.
-¿Qué me dices del humor negro? ¿Penaliza en el concurso?
-A mí me encanta el humor negro. Creo que hay mucha gente a la que no le gusta en el concurso porque no está habituado. Pero la gente que lo está llevando, como por ejemplo el Bizcocho, lo está haciendo muy bien. De forma muy gaditana: con doble sentido, con risa… Bastante bien hecho. Creo que es una barrera que tiene que superar el concurso, copiar un poquito más a la calle en ese sentido.
-Entonces Chernobyl…
-El jurado que puntuó aquello me dijo que no le gustó y ya está. No les gustó que hiciera humor a partir de lo que pasó en Chernobyl. Como dijo Woody Allen, tragedia más tiempo es comedia. Me gusta respetar al jurado, hay que ponerse en su lugar y es complicado. Pero no voy a cambiar por lo que me digan. Lo que tenga ganas de hacer lo haré.
-¿Cuál es tu opinión sobre la afirmación que algunos hacen de que el carnaval es “de izquierdas”?
-El carnaval es del pueblo. Cuando la izquierda sea el pueblo, entonces el carnaval será de izquierdas. Pero por ahora la izquierda que vemos no es el pueblo, es distinta. No está en sintonía con lo que el pueblo y las calles dicen. Al menos como yo lo creo.
-¿Lo consideras un motor de cambio para la sociedad? ¿Es capaz de influir en las creencias personales o incluso en el ámbito de la política?
-Yo creo que no. Con 17 años tuve la experiencia del referéndum de la OTAN. Me acuerdo de que el popurrí de Los carreros de la alianza [José Manuel Gómez Sánchez, Manolo Rocha, Emilio Rosado y Paco Rosado, 1985] era un alegato total contra las bases. Yo pensaba que en Cádiz saldría “OTAN no”. Y salió que sí. Porque primero está el puchero. Tanto en Rota como en otros sitios salió que sí porque muchos comen de la base. El que manda es el estómago. A veces se nos va la boquilla con el romanticismo, pero luego a la hora de la verdad hay que gestionar el dinero y gobernar para un pueblo.
-De cualquier forma, el hecho de que lo que se canta en el Gran Teatro Falla puede llegar a molestar en ocasiones es más que evidente. Un buen ejemplo de ello lo encontramos este año en el pasodoble que Antonio Martínez Ares dedica a la exhumación de Queipo de Llano. Una letra que inmediatamente a la mañana siguiente ocupó tertulias de radio y televisión. Como chirigotero y sevillano, ¿qué opinión te merece todo este asunto?
-Me parece muy bien que la gente opine de lo que sea en una democracia. Si alguien se ha dado por ofendido, debe reflexionar el porqué. Es una evidencia que se ha tardado mucho tiempo en sacarlo de allí y que lo han hecho con la ley por delante. Esto ya no es una cuestión de izquierdas o de derechas, es lo que diga la ley.
-¿Se escribe lo que se siente?
-El que busca en el carnaval un medio de comida para sustentarse escribe muchas veces lo que la gente quiere escuchar. Los que tenemos la suerte de tener un trabajo estable, por ejemplo yo que soy funcionario, escribimos lo que nos da la gana.
-¿Qué hacemos con el metacarnaval?
-Para mí, el metacarnaval mata carnaval. El carnaval no es lo importante. Lo importante es lo que ocurre en el mundo, en la sociedad.
-¿Y con las bases del concurso? ¿Qué cambios introducirías en el reglamento?
-No lo sé. Realmente han hecho cambios de todo tipo. Lo primero es que los puntos son los Reyes Magos. Si hay premios como el Nobel, el Planeta u otros que no se hacen por puntos, sino por reuniones de personas, pues que en el COAC se haga igual. Que saquen un acta, “esto es lo que queremos y esto es lo que hay”. Ya está. No hacen falta puntos ni esos paripés de decimales por un pasodoble o por un cuplé. Es una tontería, un engañabobos. Lo mejor es que no haya puntos, eso es lo primero que haría. Simplemente una deliberación del jurado, que decidan el pase y ya está.
-¿Quizá una preselección?
-La preselección ya existe. Son las preliminares y no las quitaría. Yo me río mucho con las preliminares porque es un humor involuntario. Te lo pasas muy bien nada más que con lo erróneo.
-Aunque no es ninguna novedad se ha comentado mucho en este concurso. ¿Cómo evitarías los asientos vacíos en el teatro?
-La única forma de evitar la realidad es cerrar con un candado la puerta. Pero este espectáculo no permite eso. Como dije en un pasodoble, lo que hay que construir son aficionados de verdad. Un aficionado que consigue una entrada para butacas en el Falla y se va durante la actuación de una agrupación, pues seguramente o no damos tiempos de descanso suficientes para que la gente coma y haga sus necesidades, o nos estamos equivocando. Los aficionados tienen que ser también conscientes de su responsabilidad. No se puede aplaudir todo ni podemos convertir esto en pop. Esto es Carnaval de Cádiz, no Fenómeno fan u otras historias. No se puede ver solo lo que a ti te interesa. Para ser un buen aficionado hay que fijarse en todo.
-En la última década el Carnaval de Cádiz ha cobrado una enorme difusión que va más allá de nuestros límites geográficos. ¿Qué le falta para ser Patrimonio de la Humanidad? ¿Crees que romper barreras o abrir la fiesta en exceso puede llegar a eliminar su esencia?
-La globalización no controlada es mala en cualquier ámbito. En el ámbito del comercio, el urbanístico, el cultural… Perdemos raíces y esencia. La globalización hay que saber llevarla, y eso es muy complicado. No es solamente prohibir a la gente que venga porque eso no lo puedes hacer. Hay que llamar a la responsabilidad de los autores para no irnos a temas banales. A temas que no tienen interés porque son metacarnaval, por ejemplo. Debemos ir hacia lo que siempre ha sido el Carnaval de Cádiz: un periódico cantado.
-¿Harías del romancero una modalidad más del COAC?
-Me gusta mucho como están. De eso quizá no cambiaría nada. Ellos tienen un espacio que es la calle y luego tienen una final que es en el Falla y son geniales, la verdad. Los romanceros buenos tienen una calidad brutal.
-¿Se muere el cuarteto?
-No se muere porque hay uno, está el Gago [ríe]. Pero como sigamos así, sí que se va a morir. Hay que recuperar a más gente: a Morera, Meni, a todos los que se pueda. Hay que hacer de esta modalidad lo que un día fue, algo muy grande.
-Lo que de verdad se muere es el CD. Como uno de los pioneros en llevar el género a internet, ¿por qué crees que se resisten las agrupaciones a difundir o comercializar sus discos a través de las plataformas digitales?
-Al final esto es una corriente que nos lleva a todos. No solo en el carnaval, también en la música folclórica o las sevillanas. Mi chirigota está en todas las plataformas. No nos dan mucho dinero, ganamos muy poco, pero muchos aficionados tienen muy fácil escuchar todo el repertorio. Animaría al resto de agrupaciones a entrar en este mundo. A fin de cuentas es promoción.
-Ahora que llega el 28F, durante tu trayectoria has dedicado numerosas letras a Andalucía. Sin irnos demasiado lejos, este año la que ha sido premiada en el certamen 'Coplas para Andalucía'. ¿Tenemos suficiente amor propio por nuestra tierra?
-Creo que no. Nos falta una conciencia de pueblo como la que tienen los catalanes o los vascos. No tenemos una conciencia de verdad, crítica. No hay un partido andalucista como en otros sitios. Aquí nos preocupan otras cosas más que la política. Yo creo que deberíamos tener una visión más completa de las cosas.
-Hablando del amor propio de los andaluces, ¿existe de verdad una “guerra” entre Cádiz y Sevilla?
-No, eso es postureo. Muchos de los que critican a Sevilla luego van a ver los pasos, te puedo hablar de ejemplos concretos. Si Cádiz se mete consigo misma, ¿no se va a meter con Sevilla? Y con lo que sea.
-¿Te pusieron alguna etiqueta por llegar al concurso desde fuera?
-Sí, claro. Lógicamente. Que era un sevillano, que me estaba llevando premios y demás. Lo normal. Eso es hasta bonito, porque luego te conocen de verdad, se hacen amigos tuyos y te ríes de las cosas que dijeron en un momento dado, o se las repites tú a ellos.
-¿Llega tarde la Medalla de Andalucía para Julio Pardo?
Estoy en la línea de lo que dijo Antonio Rivas: no es que le haya llegado tarde, es que Julio se ha ido temprano. Le hacía mucha ilusión, la verdad. Creo que ya la merecía desde antes, pero espero que al menos su familia y su hijo, que son amigos míos, sepan valorar ese momento.
-¿Qué otros autores crees que no están lo suficientemente reconocidos institucionalmente por su aportación a la cultura y la tradición?
-De los que están vivos, por supuesto Antonio Martín. Ha sido discípulo de Paco Alba y el creador junto a él de la comparsa. Merece todos los reconocimientos.
-Hablemos del ictus que sufriste. Entiendo que ha supuesto un antes y un después en tu vida. ¿Has vuelto a nacer?
-Sí. De hecho, ahora no celebro cumpleaños. Celebro cumple-ictus. Fue un 20 de abril.
-¿Lanzarías un mensaje a las personas que han pasado por tu situación y a sus familias?
-Que aprendamos de los errores pasados, de entender lo que es el riesgo y de minimizarlo al máximo. En mi caso he minimizado la diabetes: ya no me tengo que pinchar con insulina, solo con pastillas. Que pierdan muchos kilos, todos los que pueda mientras sea sano, y que tengan la actitud de cuidarse. Quizá eso es lo que a mí me ha faltado durante muchos años.
-¿Qué papel ha jugado tu familia en la recuperación?
-Ha sido vital. Primero porque fueron los primeros en llevarme a urgencias y pudieron detectarlo tempranamente, algo que es muy importante. Pero también lo ha sido el carnaval, aficionados y amigos que me han dado mucha fuerza para remontar. Porque esto teníamos que remontarlo. También mi psicóloga. Ir al psicólogo es algo fundamental en el proceso de recuperación de un ictus.
-¿Qué es lo que más te ilusiona en este momento?
-Lo que más me ilusiona es volver con la chirigota.
-Entonces, ¿llevarás tu chirigota al Gran Teatro Falla en 2024?
-Si me veo bien, sí. Volveré. Y por ahora eso parece. Tengo que seguir cuidándome, pensando cada día en que tengo que continuar adelante y recuperarlo todo. En mi trabajo ya estoy a pleno pulmón desde hace tiempo.
-¿Tienes ya alguna idea en la cabeza?
-Sí, tengo varias. Vienen solas y además me están llamando: “¡Sácame ya!”. Sin querer vienen, no las busco.
-¿Con el mismo grupo?
-Ellos saben que yo quiero volver con el mismo grupo. También comprendo que si están a gusto con sus grupos nuevos pues que no se vengan. Pero yo quiero con ellos, lo saben. Con nuestra antología tenemos contratos desde la semana que viene durante todo el año. Vamos a cantar bastante.
-¿Vas a salir con la antología?
-Sí. Ahora me veo perfectamente para salir.
-¿A qué te ha faltado escribirle este año?
-En realidad he escrito lo que quería. Quería hablar de la educación, que para mí es de las cosas más importantes de las que nos tenemos que preocupar. La educación de hoy la reciben los que gobernarán mañana, el país que tendremos. También he hablado de la guerra. Básicamente de todo lo que quería, porque de los temas que no me han interesado no he sacado nada. He sacado solo lo que me preocupaba.
-Si pudieras trasladarte a un momento del pasado, ¿cuál sería?
-La decisión de ir a Cádiz a escribir. Fue mágica. En el año 2004 hubo un contacto por internet con un grupo de jóvenes y, aunque había recibido varias ofertas para escribir en Cádiz, fue con este grupo de chavales con el que decidí la aventura de ir y sacar una chirigota.