Montemarta-Cómica, el centro de tratamiento de residuos urbanos no peligros de la
Mancomunidad de los Alcores, que ahora mismo recibe la basura de 42 municipios incluida Sevilla capital (aunque 27 dejarán de hacerlo en mayo) y que gestiona en
prórroga forzosa desde 2016 la empresa Aborgase, es “
especialmente mala” en lo que a tratamiento se refiere,
enterrando en vertedero el 86% de lo que recibe, por lo que
Ecologistas en Acción ha instado a las autoridades a tener
“voluntad política” e invertir en ella para alcanzar los estándares necesarios para conseguir reciclar en los niveles que exige la normativa y
evitar multas desde la Unión Europea.
“Lo que hay que decirle a las autoridades es que,
de una vez por todas, solucionen el problema de Montemarta, que
requiere voluntad política e inversión, maquinaria especial, personal y mano de obra. Eso no se hace en cinco minutos entre dos personas, pero hay que hacerlo, porque
además de perder 16 millones en materiales que se entierran, tenemos que pagar
multas a la UE por hacerlo mal”. Así de contundente se mostraba
Leticia Baselga, de Ecologistas en Acción, en Tierra 7, el programa medioambiental de 7TV que presenta Jorge Molina.
La
situación de la planta de Montemarta-Cónica, como ha venido revelando Viva a lo largo de los últimos meses, ha sido objeto de un durísimo
informe por parte del
Tribunal de Cuentas, que ha abierto un
procedimiento de investigación por las irregularidades contables detectadas en la
Mancomunidad de los Alcores, lo que ha obligado, entre otros aspectos, a que esta entidad
deje de prestar servicios ajenos (entre ellos, la recogida de basuras), que los 27 municipios de la Mancomunidad del
Guadalquivir lleven a partir de mayo sus residuos a la Mancomunidad de la Vega y que comience la redacción de un
nuevo pliego de adjudicación, que ya se intentó realizar a partir de 2017 de forma infructuosa, en parte por la actitud de la adjudicataria,
Aborgase, según recoge el informe.
A la alerta del Tribunal de Cuentas se le suman los
distintos informes sobre los bajos niveles de recuperación de las fracciones de residuos, que fijan en un
86% lo que termina
enterrándose en vertedero sin reciclaje, y la
pérdida económica que supone esa mala gestión, como recordaba Leticia Baselga, se estima en unos “
16 millones de euros anuales lo que se entierra y que son materiales con valor comercial, es mucho dinero”, insistía, explicando que esos materiales van desde los voluminosos (plásticos principalmente), biorresiduos (que en el caso de Andalucía, la mitad de la basura es compostable) o materiales de construcción y demolición.
La planta de Montemarta es "especialmente mala"
“
En Andalucía estamos regulín” en cuanto a tratamiento de residuos, aseguraba Baselga,
pero “esta planta es especialmente mala y casi todo va a vertedero”, señalaba, afirmando que
“falta voluntad política y falta inversión pero, desde luego, no es culpa del consumidor, que bastante tiene con separar bien y llevarlo a su contenedor”, añadiendo que también los
productores tienen que
hacerse cargo de sus residuos “y no lo hacen” y que existen un
sistema de recogida “que es
nefasto porque recogemos como en los años 90”.
Aunque señala que en
papel y vidrio los contenedores
no suelen contener residuos impropios,
el marrón o el de
biorresiduos, el quinto contenedor que debe implantarse por ley y que ya se están haciendo, por ejemplo, en Sevilla,
“el 60% no es materia orgánica” y para conseguir una recuperación completa, los biorresiduos sólo pueden llegar limpios de impropios.
Baselga tira de las experiencias, no sólo en España sino en muchos países europeos, para asegurar que los
dos únicos sistemas que permitirían una recuperación óptima de los biorresiduos es el
puerta a puerta, es decir, que se recojan ese tipo de residuos en unos
días concretos y en un sitio fijo, y el c
ontenedor marrón pero con llave, aunque suelen romperse con facilidad. Hay
otros sistemas, como el
compostador que se está implantando en el País Vasco, y los
códigos de barras y etiquetas identificativas, que es “demasiado sofisticado y caro”, reconoce.
Ante este panorama “desalentador”, en el que se tira a la basura muchos materiales que pueden tener una segunda o tercera vida, Baselga insistía en
pedirle a los ciudadanos que continúen separando sus residuos.
“
Separar es muy importante, si no lo hay, no hay reciclado posible”, aseguraba, insistiendo que en el caso de Montemarta hay que solucionar el problema e invertir, porque “además de perder 16 millones de euros al año, es que
tenemos que pagar más impuestos por hacerlo mal”, especialmente ahora los ayuntamientos con el nuevo
impuesto a vertedero. “
Los ayuntamientos deben ser los primeros interesados en que se recicle bien”, decía, esperando que con este “lado económico, a ver si se terminan de convencer”.
El “fracaso” del modelo de recogida selectiva vigente
El
informe “Los costes ocultos de la mala gestión de los residuos de envases” elaborado en 2021 por
Greenpeace y Rethinking, ponía ya en evidencia el “
fracaso del modelo de recogida selectiva vigente” en la gran mayoría del territorio nacional y la repercusión económica que provoca sobre las
arcas municipales y que cifraban en
3.540 millones de euros, de los que
2.393 millones, es decir, el 67,6%, corresponden a la fracción resto, el contenedor gris.
Según este informe, los
envases ligeros y de papel-cartón (ambos gestionados por Ecoembes)
o de vidrio (gestionados por Ecovidrio) contenidos en la
fracción resto, no sólo presentan una
mayor dificultad para su recuperación, sino que ocasionan unos
enormes costes, “que al no ser reconocidos como propios por los SCRAP (productores), terminan siendo asumidos y pagados por las Entidades locales”.
“Actualmente los
SCRAP, tanto Ecoembes como Ecovidrio,
niegan tener la obligación legal de hacerse responsables de los envases que no se recogen selectivamente. Esto implica que los
costes generados por los envases contenidos en la fracción resto están siendo
financiados por las Entidades Locales y por tanto con los impuestos que paga la ciudadanía”, concluye el informe.
La gestión que hace
Ecoembes de sus envases (ligeros y papel cartón) a nivel estatal desde hace dos décadas supone que los ayuntamientos “están costeando con dinero público esta pésima gestión”. De esta manera, “la
ciudadanía está pagando de su bolsillo
36,15 euros/año por este motivo, cantidad que asciende a
36,59 euros/año si incluimos la gestión de los envases de vidrio gestionados por
Ecovidrio. Estos sobrecostes tienen que ser por ley pagados por los SCRAP y no lo están haciendo”, asegura el informe de estas dos organizaciones.