Contramano: Tras Notre-Dame

Publicado: 22/04/2019
En 25 años, el Gobierno ha destinado menos de dos millones de euros a la catedral de Sevilla
El devastador incendio en la catedral de Notre-Dame de París, uno de los monumentos más visitados del mundo con 14 millones de turistas en 2018, ha provocado la lógica inquietud por tratar de prevenir que una catástrofe similar se pueda producir en nuestros bienes culturales, y tanto el Gobierno de la nación como el andaluz han anunciado revisiones de los planes de seguridad en vigor para verificar su cumplimiento y si es necesaria su actualización.

A la hora de redactar estas líneas se han anunciado ya donaciones por valor de mil millones de euros para la reconstrucción de Notre-Dame tras la conmoción mundial causada por las imágenes del incendio y la tristemente icónica del desplome de la aguja neogótica de 93 metros de altura y 750 toneladas de peso que instaló el arquitecto Viollet-le-Duc durante una restauración acometida en el siglo XIX.

Esta generosidad contrasta con las aportaciones previas del Estado francés, propietario no sólo de Notre-Dame sino también de unas 90 catedrales desde los acuerdos de separación con la Iglesia católica en 1905, y del Ayuntamiento de París, dirigido por la gaditana Anne Hidalgo, que sólo desembolsaron hace unos años 6 millones de euros cada uno para financiar el vasto programa de restauración que necesitaba la catedral: 60 millones de euros a lo largo de 20 años.

Aunque la fachada y las dos torres góticas ya habían sido rehabilitadas en los años 90 del pasado siglo, quedaba pendiente repasar la aguja neogótica de madera recubierta de plomo, muy afectada por la lluvia ácida y en torno a la cual se instaló un andamiaje compuesto por 500.000 tubos de acero galvanizado y que es donde se cree que se originó el fuego catastrófico. A la rehabilitación de la aguja debía haber seguido la de la cabecera del templo y la sacristía.

Patrocinios privados

Ante la insuficiente aportación pública inicial, los rectores de Notre-Dame lanzaron campañas de donaciones privadas, especialmente en Estados Unidos. Pues bien, en la misma noche en que las llamas consumían la bóveda de la catedral (un marco de madera de 10 metros de altura llamado “el bosque” porque precisó de la tala de 1.300 robles que ocupaban 21 ha y forrado con 1.325 láminas de plomo de 5 milímetros de grosor que pesaban 210 toneladas), la región Île-de-France, donde se halla París, anunció una contribución de 10 millones de euros para reconstruir la catedral, y el Ayuntamiento parisino, otra de 50 millones, magnates franceses aparte (500 millones) y hasta la Disney. La suma de las dos contribuciones públicas son los 60 millones regateados para el programa completo de restauración.

En descargo de las Administraciones francesas hay que recordar que la entrada a Notre-Dame ha sido siempre totalmente gratuita, con la excepción de la subida a las torres de 69 metros de altura (no hay ascensor, sino 387 escalones que se hacen eternos). Últimamente el coste era de 7,50 euros. Aparte está bajo la explanada delantera el acceso a la cripta arqueológica, una especie de Antiquarium parisino pero que no depende de Notre-Dame sino del museo Carnavalet (el de la ciudad) y cuya visita cuesta 3,30 euros.

Si los 14 millones de visitantes que entraron gratis en Notre-Dame en 2018 hubieran pagado los mismos 9 euros que se pagan por visitar la catedral de Sevilla (en ésta se recaudaron 14,5 millones de euros en 2017 por este concepto), se habrían obtenido 126 millones de euros, el doble del dinero necesario para su restauración inicial. La reconstrucción costará ahora al menos diez veces más.

El plan español

Incluso antes del fuego las Administraciones francesas habían sido mucho más generosas con Notre-Dame que el Gobierno español de forma directa con la catedral hispalense, ya que éste sólo ha financiado tres actuaciones con cargo al Plan Nacional de Catedrales en el periodo 1990-2015: el Plan Director, redactado por Alfonso Jiménez (año 1999); la sustitución de los pilares 4C y 5C, entre 2006 y 2009, bajo la dirección técnica del propio Jiménez y de José Luis Manzanares y que tuvo un coste de 1.684.301 euros; y la restauración de las rejas y barandillas de la Capilla de las Doncellas en 2013-2014, con una aportación de 278.456 euros. En total, pues, 1.962.757 euros. Ahora bien,  hay que tener en cuenta que la Archidiócesis sevillana también se nutre en la parte que le corresponda de los 250 millones de euros que en números redondos entrega anualmente el Gobierno a la Iglesia católica a través del Impuesto sobre la Renta (IRPF) y que ésta puede administrar con total libertad.

Más que planes y contribuciones extraordinarios lo importante es, como dice Patricia del Pozo (consejera de Cultura de la Junta de Andalucía), la “conservación preventiva”, la aplicación de un programa permanente de actuación año tras año, en línea con lo que se hace en la catedral de Sevilla, donde siempre hay algo en restauración.

Ahora bien, ¿qué ocurre con tantas iglesias y conventos al margen del templo metropolitano? Para la mayor parte de los mismos no se dispone de partidas ordinarias y se actúa demasiadas veces “in extremis”, como ha ocurrido recientemente en Santa Catalina, Los Terceros y la capillita de San José, entre otros. ¿Servirá el fuego de Notre-Dame para cambiar esta situación?

Medios y carencias

Aunque la catedral sevillana no tenga una cubierta de madera forrada de plomo (este metal se derritió en Notre-Dame porque sólo resiste hasta 327 grados, cuando el fuego provocó temperaturas de 800, que sin embargo no pudieron fundir los andamios de acero galvanizado, capaces de soportar 1.420 grados) como la parisina y por tanto sea menos vulnerable por su composición pétrea, no hay que olvidar que la torre Norte de Notre-Dame, también de piedra, empezó a prenderse (las llamas fueron sofocadas por diez bomberos desplegados a la desesperada) y que en Sevilla numerosos templos y conventos tienen techos de madera, con el riesgo que ello supone.

El incendio de Notre-Dame reveló los medios y carencias de los bomberos de París. Por ejemplo, contaron  con drones para evaluar desde las alturas la magnitud y la evolución de las llamas y con el robot apagafuegos Colossus teledirigido que penetró en el templo en su lugar, por lo que sólo dos bomberos y un policía resultaron heridos, levemente.

Sin embargo, según la prensa francesa, carecían de escalas de suficiente altura y se tuvo que traer desde Versalles, a 20 kilómetros de distancia, una que medía 46 metros, todavía 23 metros menor que la altura de las dos torres (69 metros), sobre las que se concentraron todos los esfuerzos para evitar el desplome de las campanas (con un peso total de 35.956 kilos), ya que en tal caso, por su impacto, se habría derrumbado toda la catedral, porque sus muros se apoyan fundamentalmente sobre la fachada principal.

En caso de un incendio de similar magnitud y existiendo en nuestra ciudad edificios de mucha mayor altura todavía, ¿con qué medios cuentan los bomberos sevillanos?

Tridimensional

El fuego de Notre-Dame también ha puesto de manifiesto la importancia de contar previamente con una digitalización en tres dimensiones (3D) de los bienes patrimoniales para, en caso de catástrofe, poder abordar su reconstrucción de una forma fidedigna. Así, ahora adquiere un valor incalculable el escaneo que de la catedral parisina realizaron en 2010 los profesores americanos Andrew Tallon y Paul Blaer.

Usaron un Leica ScanStation C10, un escáner láser 3D con una cámara incorporada, que reubicaron 50 veces para obtener un testimonio visual detallado de los interiores y exteriores de Notre-Dame. Los datos obtenidos consisten en mil millones de puntos, estructurados en “nubes”, que luego se transformaron en imágenes tridimensionales del espacio gracias al software. Al juntar las imágenes internas con las externas obtuvieron modelos 3D que reconstruyen el entorno de la catedral de París con una gran resolución, como se puede ver en el vídeo grabado para Youtube:

No sólo Tallon y Blaer. Empresas como GEA, Life3D y Art Graphique & Patrimoine han escaneado, incluso con mayor nivel de detalle, Notre-Dame con motivo de anteriores proyectos de rehabilitación, por lo que estas nubes de puntos serán fundamentales para reconstruir el templo mediante un modelo BIM o para la impresión 3D de los soportes de plomo de las estatuas de los apóstoles destruidos por el fuego, al igual que en Ginebra se ha colocado una réplica impresa en 3D del arco de Palmira, destruido por los yihadistas en Siria.

Por tener, Notre-Dame tiene hasta una digitalización intensiva realizada para el videojuego Assassins Creed, cuya elaboración llevó dos años de trabajo para alcanzar un asombroso nivel de precisión:


Aunque en nuestro ámbito ya se digitalizan tallas de cristos y vírgenes, como los escaneados por la empresa granadina AgeO, el incendio de Notre-Dame ha demostrado la necesidad de ir un paso más allá y de “traducir” a 3D templos enteros para tener a modo de copias de seguridad, una especie de arca de Noé del patrimonio.

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