Llueve hoy en Sevilla. Pasan algunos coches, más que ayer por el tiempo pero ya se encargan los controles de persuadirles para que vuelvan a casa. Los autobuses pasan casi vacíos, con las puertas delanteras clausuradas. Se escuchan y también se ven algunas obras. La gente sigue haciendo cola respetuosa a un metro y con paraguas a las puertas de los supermercados de las grandes superficies. Y las ventanas y balcones dejan escuchar algunas conversaciones, algunos niños y, sobre todo, la televisión.
Llueve en Sevilla y la ciudad sigue igual de desangelada que aquel primer domingo de estado de alarma. ¿Cuatro días más? Y puede que se alargue más de dos semanas. Sólo rompen esa monotonía desértica los que aceleran el paso para comprar o trabajar, algunos taxis con el piloto verde sin usuarios, las furgonetas de reparto y algunos vehículos. Casi no se necesitan los semáforos del escaso tráfico que hay, aunque desde Tráfico Sevilla sigue informando puntualmente de cualquier incidencia, como los semáforos apagados durante una hora en Los Remedios por un fallo eléctrico. Y uno de los vehículos de la UME patrullando por el Marqués de Contadero, ya sin turistas que desentonen dentro del confinamiento general de la población.
Los sevillanos se lo han tomado con filosofía y en su gran mayoría cumplen a rajatabla el confinamiento en casa, las salidas sólo para comprar o pasear el perro, aunque siempre hay excepciones. De hecho, la pasada noche la Policía Local denunció a catorce personas en distintas zonas de la ciudad por no respetar el estado de alarma que limita la permanencia y movilidad en los espacios públicos.
Ya ayer las patrullas militares y policiales hicieron bien su labor de concienciación por toda la ciudad y a las once de la noche la ciudad estaba completamente desértica, con algunos riders en motos y bicis que no han parado con sus repartos. Y de nuevo la vida sólo se veía en ventanas y balcones, intuyendo en su interior la vida de miles de familias respetando el estado de alarma, confinamiento sólo roto a la hora establecida por las redes sociales para devolverles a los sanitarios el aplauso de apoyo. De hecho, el balcón y la ventana se ha convertido en el escenario de comunicación de muchos vecinos, que charlan entre ellos para romper la monotonía. Pero sólo un rato, sin molestar al resto del vecindario.
También tienen que tener en cuenta los vecinos la recomendación que han dado desde el Colegio Oficial de Administradores de Fincas para que los presidentes de las comunidades comuniquen la prohibición de uso de zonas comunes, tales como parques y piscinas, y el aplazamiento de las reuniones de propietarios. Pero los vecinos están muy concienciados con la situación y hay incluso comunidades que han hecho turnos para limpiar y desinfectar los ascensores, llaves de luz y puertas de paso, dos veces al día.