¡Qué bonito! Un padre primerizo decidió marcarse en la piel el nombre de su hijo recién nacido. Hasta aquí la idea es preciosa, salvo por una cosa… ¡el hijo no era suyo!
Sucedió en Colombia y el joven tatuado se llama Pedro Pablo. Orgulloso y muy feliz de haber traído al mundo a Benjamin junto al amor de su vida, decidió tatuarse el nombre del bebé en la espalda.
Y no fue un tatuaje pequeño, sino que le cubre la parte alta de la espalda, de hombro a hombro. Su pareja lo recibió con alegría y todo marchaba bien hasta que una conversación olvidada en Whatsapp destapó el pastel.
La madre del niño había planteado abiertamente a su exnovio el deseo de regresar con él y abandonar a Pedro Pablo. Asombrado, el feliz padre lo habló con su novia, quien le confesó que llevaba unos meses viéndose con un antiguo novio, pero no había tenido aún valor de confesárselo.
La duda ya era más que razonable y Pedro Pablo se realizó unas pruebas de paternidad que resultaron negativas. Él no es el padre del pequeño Benjamin y ahora si quiere darle utilidad a su tatuaje deberá buscarse otra novia, tener un hijo suyo de verdad y llamarlo igual.
