Todo está ferpecto

El PP de Cádiz sortea la crisis abierta por Casado

Aunque sorayistas de segunda fila tienen ganas de revancha, la dirección provincial abrazó el casadismo al tiempo que defendió a Juanma Moreno y actúa unida

Publicado: 27/02/2022 ·
13:04
· Actualizado: 27/02/2022 · 20:53
  • Bruno García y Germán Beardo. -
Autor

Daniel Barea

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El pasado viernes 18, solo unas horas después de las incendiarias declaraciones de Pablo Casado en el programa de Carlos Herrera en Cadena COPE, en las que afirmaba que “no es ejemplar que un hermano cobre de un contrato adjudicado por mi Gobierno”, en relación a la presunta mordida del hermano de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, la dirección provincial del PP apelaba a la prudencia ante la mayor crisis vivida por el partido desde su fundación y recordaba a sus máximos representantes locales a través de un mensaje que lo verdaderamente importante era mantener la unidad para alcanzar el máximo número de alcaldías en las próximas elecciones municipales, renovar el mandato de Juanma Moreno en la Junta de Andalucía y que Pablo Casado sea presidente del Gobierno.

Pero el apoyo recibido por el presidente de la formación, de manera interna, pero también públicamente, por medio de redes, de numerosos miembros de la ejecutiva de Cádiz, se diluyó al día siguiente. El cierre del expediente a Ayuso, dando por buenas sus explicaciones, herían de muerte el liderazgo de Casado, cuestionado por la victoria amarga en Castilla y León y, antes, por el desconcertante error de un diputado que permitió al Gobierno de Pedro Sánchez sacar adelante la reforma laboral de Yolanda Díaz.

“El partido estaba bien” pese a estos errores, asegura, no obstante, uno de los miembros de la dirección provincial, en plena tormenta. Las diferencias que abrieron en canal al PP de Cádiz a raíz del Congreso Nacional, en el que Casado se impuso a la candidata favorita del entonces presidente, Antonio Sanz, y los integrantes de su núcleo duro, se habían atenuado. El acercamiento entre Casado y Juanma Moreno era ostensible. A diferencia de otras provincias andaluzas, especialmente Sevilla, la transición en la dirección provincial se llevó a cabo por consenso.

El casadismo ha trabajado codo con codo con el presidente regional y solo el suceso protagonizado por Antonio Saldaña hizo mella en el buen entendimiento existente.

Si bien, militantes y afiliados sorayistas que han tenido responsabilidades, pero ya están en segunda y tercera fila, han tratado ahora de calentar las redes sociales, con ganas de revancha, Bruno García pidió un congreso nacional el martes en nombre del partido en Cádiz y habló con los presidentes locales para explicar el cambio de posicionamiento. Surtió efecto. Todos los dirigentes gaditanos consultados confían, en primer lugar, que no volverá a haber una guerra civil en la provincia. De hecho, están convencidos de que un líder como Feijoó puede servir para superar definitivamente la dicotomía sorayistas-casadistas.

Por otro lado, pronostican que a corto plazo no habrá cambios de importancia en el ámbito orgánico pero no se aventuran a pronosticar cambios en listas electorales para las Cortes Generales, donde Pepe Ortiz ha tenido un protagonismo especial por su cercanía a Casado. La razón es que quienes ostentan responsabilidades en la provincia se han esforzado por granjearse la simpatía del hoy malogrado Teodoro García Egea, entre otros de los salientes. En la práctica, han sido tan casadistas como fervientes defensores de Juanma Moreno, quien también estuvo del lado de Soraya Sáenz de Santamaría.

Eso sí, es probable que en este escenario, teniendo en cuenta que los candidatos a las capitales de provincia y las ciudades de gran población como Jerez deben ser nombrados en poco tiempo, el PP-A tenga un mayor peso de decisión que Génova, que tiene la última palabra, pero estará de mudanza de equipos.

Y, finalmente, en lo que coinciden es que lo urgente es cerrar la crisis abierta por Casado, pero lo importante para el PP es afrontar el debate sobre si hay que pactar o no con Vox, por un lado, con posiciones polarizadas también en el ámbito provincial y local, y el temor a la movilización de la izquierda, por otro.

 

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