Daniela Brik | EFE – La iguana marina de Galápagos es conocida por sumergirse hasta 30 metros y por sus peculiares características físicas, que la asemejan a una especie de Godzilla acuática; su endemismo ha llevado a los investigadores a marcarlas para conocer su salud y ahora también su sexo.

MARCAJE EN TODAS LAS ISLAS
«En un inicio la idea era conocer qué estaba pasando, por qué morían las iguanas. De ahí el querer saber más sobre la salud y mantener un monitoreo a nivel provincial», explicó a Efe Alberto Proaño, técnico en manejo de recursos pesqueros y especialista en el monitoreo de ecosistemas marinos en el PNG.
El marcaje se inicia al despuntar el día en una playa cercana a Puerto Ayora, en la isla Santa Cruz, y en él intervienen tres técnicos, uno de ellos pertrechado con guantes especiales para capturar al animal sin dañarlo o resultar herido por sus garras.

Además, los especialistas les implantan un chip en la pata izquierda anterior con un código único, con el que se puede seguir su rastro durante mucho más tiempo.
Mediante estos dispositivos se puede seguir a los especímenes en poblaciones remotas, como en las islas Fernandina y Genovesa, y comprobar su estado físico.
En los marcajes también se mide y pesa a los individuos, se observa su pigmentación y se comprueba si tienen unas garrapatas exclusivas de la especie.
INVESTIGAN EL SEXO
Más recientemente se ha iniciado una investigación mediante la cual se mide la profundidad de la cloaca del animal para determinar si este indicador puede determinar su sexo.
Pese a lo invasivo que pueda resultar el procedimiento, los lagartos no tienen la misma sensibilidad que la humana, sostiene Proaño.

Una vez que son adultas y están en edad reproductiva es más fácil distinguir el sexo de estas iguanas, pues los machos suelen medir entre 80 centímetros y poco más de un metro de cabeza a cola, y pesar más de 3 kilos, mientras que las hembras alcanzan entre los 50 o 60 centímetros y pesan 2,5 kilos.
Además, la cresta de estos reptiles presenta en los machos adultos unas protuberancias mucho más grandes a la altura de la cabeza, mientras que en hembras es del mismo tamaño a lo largo de todo el cuerpo.
AMENAZAS CLIMÁTICAS
Las iguanas marinas de Galápagos se alimentan principalmente de algas y los machos son grandes buceadores que pueden llegar a profundidades de 30 metros para forrajear, y aguantar la respiración hasta media hora, mientras que las hembras y juveniles se conforman con los restos que quedan atrapados en las rocas.


Igualmente son sensibles a la contaminación por derivados del petróleo que afecta a su flora intestinal y a las bacterias que ayudan a descomponer el alimento, por lo que «pueden morir con el estómago lleno», precisa Proaño.