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Un tercio de la población, de entre 20 y 40 años, tiene al menos un tatuaje

Un tercio de la población, de entre 20 y 40 años, tiene al menos un tatuaje y es una práctica que, para la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), se encuentra en auge, por lo que ha advertido que precisan seguimiento dermatológico. La AEDV ha realizado esta afirmación en el marco de la celebración […]

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Un tercio de la población, de entre 20 y 40 años, tiene al menos un tatuaje y es una práctica que, para la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), se encuentra en auge, por lo que ha advertido que precisan seguimiento dermatológico.

La AEDV ha realizado esta afirmación en el marco de la celebración del 48º Congreso de la organización, donde han abordado las enfermedades y trastornos que pueden derivarse de los tatuajes.

«Si bien los efectos adversos derivados de los tatuajes son poco frecuentes y representan un porcentaje muy bajo en la clínica diaria, es importante prestar atención a las reacciones que se pueden presentar en los días sucesivos e incluso con el transcurso de los años», ha remarcado el doctor Donís Muñoz Borrás.

Entre los efectos secundarios, los expertos han destacado las reacciones inflamatorias, que pueden aparecer en cualquier color de tinta pero «en un 80 por ciento se producen debido a las tintas rojas». Por otro lado, entre las novedades trasladadas en las mesas relacionadas con esta práctica se ha hecho referencia a las técnicas y herramientas innovadoras disponibles actualmente en el sector para la eliminación de tatuajes.

Los profesionales afirman que el empleo de láseres con tecnología en picosegundos (Ps) ha supuesto «cambios significativos» frente
a otros como el Q-Switched de nanosegundos (Ns), empleados desde los años 90 y que «hoy en día siguen siendo los más utilizados». Al respecto, han añadido que la tecnología en Ps genera una mayor fragmentación de las partículas de tinta y, por consiguiente, una eliminación más rápida del pigmento. Además, «permite emplear
fluencias mayores y más eficientes, sin acarrear un mayor daño tisular, y generan una menor incidencia de efectos adversos sobre la piel tatuada».

«La complicación más frecuente, en este sentido, podría manifestarse en cicatrices de distinto grado, y que abarca desde cambios texturales hasta cicatrices hipertróficas y queloides. Pero esta técnica va más allá, permite además tratar un buen número de patologías dermo-estéticas gracias a la incorporación de una pieza de mano fraccional, ampliando así su viabilidad económica», ha asegurado Muñoz Borrás.

Por otra parte, el especialista en Dermatología advierte de que en paralelo al incremento de número de tatuajes y extensión de los mismos, «se aprecia un mayor número de lesiones tumorales tanto benignas como malignas sobre la piel tatuada». Sin embargo, remarca que actualmente «no existen evidencias científicas suficientes acerca de la relación entre los tatuajes y el cáncer, y se considera que se trata más bien de una relación casual y no causal». EUROPA PRESS

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