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Una vegana se vuelve carnívora por la picadura de una araña

Slywia Tabor, de Sacramento (California), estaba acampada cuando fue mordida por una araña en el tobillo, algo que causó la aparición de pequeños granos en su cuerpo y su carne comenzó a pudrirse. Según explicó Tabor, «al principio sólo era un pequeño mordisco, pero un mes más tarde desarrollé un grano en la ingle que […]

Slywia Tabor, de Sacramento (California), estaba acampada cuando fue mordida por una araña en el tobillo, algo que causó la aparición de pequeños granos en su cuerpo y su carne comenzó a pudrirse.

Según explicó Tabor, «al principio sólo era un pequeño mordisco, pero un mes más tarde desarrollé un grano en la ingle que fue creciendo hasta tener el tamaño de un puño». Este problema, ya grave, se extendía por todo su cuerpo, por lo que fue ingresada de urgencia. En el hospital le diagnosticaron una fascitis necrotizante y fue intervenida durante horas para evitar que la enfermedad se propagase aún más.

Para reparar las zonas dañadas, los médicos le realizaron un injerto de piel en el estómago para reemplazar las zonas perdidas. Pero su estómago también estaba muy tocado y la afectada era incapaz de comer sin sufrir diarreas y erupciones cutáneas de diversa consideración. Tomaba una gran cantidad de antibióticos, que reducían la flora intestinal y apenas podía digerir nada. Lo único que podía comer sin problemas, porque le «recuperaba» el estómago era carne.

Así pues, abandonó su veganismo por completo porque su salud estaba en juego. Comenzó una dieta carnívora, «la forma más eficiente de absorber nutrientes, mucho más que cuando agregas carbohidratos y vegetales a la mezcla».

Ahora se siente más «sana» que cuando era vegana y se encuentra «mejor que nunca», incluso cuando años antes seguía una dieta «normal» incluyendo carne y vegetales.

Tiene claro de dónde procede la carne que consume en todas sus comidas y eso la tranquiliza: «Obtengo mi propia carne de un granjero local, sé que viene de un buen lugar, por lo que las preocupaciones éticas que tenía antes ya no me preocupan más».

«Las verduras y las semillas, que durante mucho tiempo fueron mi única fuente de alimento, son en realidad antinutrientes, compuestos que, si se consumen en exceso, interfieren en que su intestino absorba lo que necesita y eso me afectó a largo plazo», asegura.

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