Publicidad Ai

Habladurías

Realidad

Cada vez entiendo más el mundo tramposo que hemos construido como un fracaso estrepitoso de nuestra vida íntima, de las construcciones privadas

Publicado: 27/01/2023 ·
10:50
· Actualizado: 27/01/2023 · 10:50
Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai Publicidad Ai
Publicidad Ai
  • Televisión.
Autor

Cristóbal Domínguez Durán

Dedica la mayor parte del tiempo a la lectura, la escritura y la docencia. En ese orden. Luego hace otras cosas

Habladurías

Hablaremos aquí de temas variopintos. Nuestro viaje no tiene un rumbo claro

VISITAR BLOG

Ando cansado de la realidad últimamente. Pero no de la realidad que vivo día a día, sino de la realidad mediática, la que nos venden, tanto por televisión como por redes sociales, que es la realidad. Ha llegado un punto en que necesito verla con mis propios ojos, estoy muy cansado de que me cuenten cómo son las cosas, mucho. Tantos meses del mundo derrumbándose sin piedad con guerras, politiqueo barato e inflación, peleas que no me incumben si no puedo salvar el mundo desde mi casa. Sí, cada vez pienso más en que si cada uno de nosotros tuviera la capacidad y el deber moral original de salvar su casa, su vida, su cuerpo, antes de ejercer cualquier autoridad fuera, el mundo sería un lugar mejor. Cada vez entiendo más el mundo tramposo que hemos construido como un fracaso estrepitoso de nuestra vida íntima, de las construcciones privadas.

Abraham Gragera, un poeta al que sigo con devoción, escribió unos versos que vienen al caso: Ah la realidad/ no se puede/ permanecer en ella ni intentar/ ir más lejos.

Es cierto, vivimos algunas épocas a lo largo de la vida en las que no nos hace nada, incluso nos entretiene y lo vemos necesario, el hecho de estar al tanto de lo que pasa en las noticias, lo que cuentan los periódicos o lo que proclaman las redes. Sin embargo, a veces también llega el colapso, se nos presenta un punto en el que parece que asoman las costuras de irrealidad en ese relato que nos cuentan. Lo vemos, poco a poco, forzado, y nos preguntamos ¿por qué debo aceptar este conjunto de hechos que nada tienen que ver con mi día a día, que en nada se identifican conmigo? Y lo que es más importante, ¿por qué tengo que aceptar estos hechos y tomar partido en cada tema que me viene si me va a alejar luego de las personas que me rodean? Es curioso cómo nos alejamos de quienes tenemos cerca por cosas que pasan a kilómetros, por sucesos o intereses ajenos que en nada van a afectar nuestro día a día. Debemos ser cautelosos con las ideas que cuidamos. Mejor tomarlas, pensarlas, darles la forma que queremos. O tirarlas si es necesario, si no nos sirven, de cualquier forma, para nuestros quehaceres.

El sol sale pero hace frío, nos abrigamos, vamos a hacer las tareas semanales, quedamos con nuestros amigos, salimos de paseo con nuestras parejas, solos, con la familia, si tenemos mascotas, las cuidamos, leemos, hacemos deporte… ¿Qué más? Existen demasiadas cosas que hacer, que nos hermanan y nos mantienen en paz, como para no sacar la cabeza de la pecera que conforma el ruido blanco de los medios y respirar. Tengo clarísimo estas últimas semanas que lo que los medios me cuentan que es el mundo no es el mundo donde yo vivo.

Miro por la ventana. Acude el pájaro al árbol, consigue inmediatamente el equilibrio, se limpia el pico frotándolo con la rama. Mira un par de veces a ambos lados. Se marcha de nuevo. Me marcho yo con él. A más ver.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN